lunes, 20 de agosto de 2018

¿De la desaceleración a la recesión?


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¿De la desaceleración a la recesión?

 


Entre los proyectos de inversión amenazados, como el del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México; el anuncio de inversiones improductivas, como las de las refinerías o el Tren Maya; los pronósticos del aumento del gasto y de la disminución de impuestos en la frontera, es claro que el futuro de la economía mexicana está en una grave incertidumbre.
Las cosas no han ido bien, es verdad. La economía mexicana viene de una larga desaceleración que abarca todo este sexenio. Baste decir que, del tercer trimestre del 2015 al segundo trimestre de este año, el crecimiento económico pasó de 4% a poco más de 1.5 por ciento. Es decir, un crecimiento cada vez más lento.
Y esto, a pesar de que el mundo está en medio de una expansión económica encabezada por Estados Unidos y a pesar del dinamismo de las exportaciones mexicanas y de la fortaleza que ha mostrado en todos estos años el consumo interno.
El freno está en una caída consistente de la inversión pública, allá desde 2009, a la que siguió una baja en la inversión privada; pese a que el gasto público no es el principal motor de la economía, la inversión pública sí es una señal y cuando el gobierno mete el freno, el sector privado también lo hace porque piensa, con razón, que todas las políticas públicas se alinearán a ese freno.
Si a esa desaceleración se le une la amenaza de aumentar el gasto, reducir el ingreso y atentar contra todo proyecto de inversión que no salga de la mente de López Obrador, entonces es posible concluir que es muy probable que la economía mexicana se encamine, cuando menos, a una recesión.
López Obrador ha dicho que aspira a que la economía mexicana crezca 4% anual y de ser posible, se pensaría para mediados de ese sexenio; pero hay que decir que es ilusión de político, como el crecimiento de 5% que prometió Peña Nieto cuando andaba en campaña.
Los dichos López Obrador no dan para un crecimiento económico: Un aumento del gasto para subsidiar pensiones y a los ninis; una disminución en el IVA y el ISR en la frontera; un criterio de inversión que obedece a caprichos y que ignora estudios técnicos.
Todo eso y lo que se acumule en la semana nos dicen que el clima para la inversión no será propicio; que expresiones como aumento en la productividad; economía desregulada, mayor competencia, no están en el diccionario del nuevo régimen.
Y eso es golpe a una economía, como la mexicana, que tiene una larga historia de raquitismo, con crecimiento de 2% promedio anual en el último medio siglo. Para acabarla de amolar, parece que vamos en el ciclo contrario de la economía mundial.
Allá se vislumbra un momento de expansión; acá, todo indica que vamos rumbo a una recesión que acabará con la buena creación de empleos y desalentará las inversiones.
Lo pobres pronto tendrán mucho que decir. Tendrán subsidios, pero lo más seguro es que no tengan empleo.
Hasta el próximo lunes y mientras no deje de seguirme en mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado.

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