viernes, 28 de septiembre de 2018

El Banco de México y AMLO


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El Banco de México y AMLO

 

 


Los planteamientos hechos por el próximo Presidente y su gente respecto al Banco de México son contradictorios, cuando no francamente esquizofrénicos. Un día prometen respetar la autonomía y otro afirman que de “haber desequilibrios macroeconómicos será culpa del banco central”.
En una nada velada crítica dijeron que “habrá sangre nueva” y que debe cambiarse la ley para que, al igual que la Fed de EU, amplíe su mandato más allá de mantener una inflación baja y estable e incorpore los objetivos de elevar crecimiento, maximizar empleo y mantener tasas de interés bajas.
La razón de su autonomía es impedir que el banco financie déficit del gobierno, que antes se sufragaba creando dinero, lo que culminó en inflación y crisis. El único instrumento del que dispone es la política monetaria, que sólo puede tener un objetivo y no varios.
El economista sueco Jan Tinbergen, Premio Nobel en 1969, demostró que cada objetivo independiente de política económica, como un nivel elevado de crecimiento y una inflación moderada, requiere de un número igual de instrumentos de política también autónomos.
Es por ello que muchos bancos centrales con estatutos más modernos que los de la Fed definen como única obligación de su política monetaria mantener la estabilidad de precios, y otros instrumentos, como la política fiscal, se usan para elevar el crecimiento y el empleo.
Robert Mundell, premio Nobel de Economía 1999, refinó la definición de Tinbergen en lo que llamó “el principio de clasificación efectiva del mercado,” enunciando que no basta con aparear un instrumento independiente de política a un objetivo también autónomo, pues existen instrumentos mejor dotados para conseguir ciertos objetivos y no otros.
Así, demostró que la política monetaria es más efectiva en el combate a la inflación que en estimular el crecimiento o el empleo que, por cierto, son objetivos interdependientes, pues a un nivel del PIB o de su crecimiento corresponde un monto dado de empleo o de creación del mismo.
De igual manera considera que la política fiscal, que es responsabilidad del gobierno y está compuesta por la mezcla de sus ingresos y su gasto, es más efectiva para estimular el crecimiento económico que la política monetaria.
Entonces, ¿qué hace la Fed tratando de mantener el elevado nivel de empleo y el alto crecimiento de la economía de EU mientras alza la tasa de interés para prevenir que resurja la inflación? La respuesta tiene que ver con la ambigüedad de la misión de ese banco central y el imperativo de reducir su endeudamiento.
Mientras eso ocurre en EU, en México enfrentamos el dilema de tener una inflación demasiado alta y que la economía crece con parsimonia. Por ello, ¿debiera el Banco de México cambiar su política monetaria restrictiva por una expansiva para acelerar el crecimiento?
Quienes creemos que la efectividad de la política monetaria es mucho mayor en el combate contra la inflación que en el estímulo del crecimiento, pensamos que no corresponde al banco central cambiar su política monetaria sin haber alcanzado su objetivo de una tasa de inflación de 3% +/- 1%.
La política restrictiva resulta en tasas de interés más altas, que elevan la carga de la deuda pública, lo que limitará la capacidad de gasto al próximo gobierno, de ser cierta su promesa de mantener el equilibrio en las finanzas públicas. Este dilema puede explicar el desencuentro entre el gobernador del banco y el presidente electo, que algún medio filtró en días pasados.
Si a esto se suma la grave sangría de funcionarios que sufre el banco por la reducción salarial y en prestaciones, su futuro aparece turbulento. Ideas absurdas como usar sus reservas para gastar más o la eventual nominación de Jonathan Heath para la Junta de Gobierno las discutiré en otra ocasión.

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