Stalin, el revisionista: “No se puede hacer una revolución con guantes de seda”
Miriam González Francisco
“Con Stalin llegó a su apogeo la exaltación del estado y el uso de la violencia estatal para la construcción social”[1]
La revisión hecha por Stalin se puede concretar en dos fases: antes de la participación de la URSS en la Segunda Guerra Mundial y tras la victoria soviética en la contienda.
Stalin sacrificó la necesidad de la revolución mundial en pro de su propia interpretación de la doctrina del socialismo en un solo país, es decir: la revolución podría sostenerse en un marco estatal sin necesidad de revolución a escala mundial. Esta concepción derivó hacia posiciones nacionalistas; la ley de desarrollo desigual propugnada por Lenin también sufrió una modificación clave a medida que Stalin aumentaba sus cotas de poder dentro del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
El sucesor de Lenin no interpretaba la victoria del socialismo en un sólo país como una fase previa a la revolución mundial, lo que cambiaba la concepción leninista oficial sobre la sociedad internacional y las relaciones que se dan en su interior. Mediante esta reinterpretación de la doctrina del socialismo en un solo país se transformaba la ley del desarrollo desigual, según la cual el socialismo podía darse en cualquier estado de manera espontánea, pasando a ser la URSS la guía para acceder a ella.
El conflicto de clases quedaría supeditado a la consolidación de la Unión Soviética e implicaría la aceptación de que el internacionalismo proletario debe identificarse con la lealtad política de todas las organizaciones revolucionarias al país bolchevique y a su política interna y exterior; así la espontaneidad del movimiento obrero que Marx y Engels consideraban básica para la transformación del sistema internacional quedó invertida para ser la figura estatal la protagonista básica de las relaciones en la sociedad internacional.[2] .
El cambio realizado por Stalin supone el abandono del movimiento obrero como actor fundamental en un nivel macrointernacional, transfigurando la teoría marxista clásica y privilegiando al Estado como protagonista decisivo en las relaciones internacionales.
Stalin estableció teóricamente la posibilidad de intervención de la URSS en los países socialistas, haciendo una asimilación entre el socialismo en un solo país y el internacionalismo proletario siendo la Unión Soviética la mayor autoridad dentro del movimiento comunista mundial, es decir la URSS de Stalin sería la portadora de la verdad comunista universal.
La Unión Soviética se convertirá en el actor internacional que debería guiar a la revolución mundial, anteponiendo así los fenómenos nacionales a los internacionales y rebajando la doctrina marxista al nivel microinternacional, es decir a la política exterior de la URSS.
La identificación de la URSS y el movimiento proletario internacional desde la óptica estalinista da coherencia a su teoría de los “campos contrapuestos”: socialista e imperialista, “cuyas relaciones se desarrollarían siguiendo el esquema leninista de guerras estructurales y coexistencias o treguas transitorias”[3]
Tras la Segunda Guerra Mundial Stalin adecuó el “principio de inevitabilidad de la guerra” y “coexistencia pacífica” con los países capitalistas a una nueva realidad, el poder atómico de Estados Unidos. El georgiano convirtió la coexistencia pacífica transitoria de Lenin en una parte de la política de la URSS para evitar cualquier intento por parte de EEUU de usar su poder nuclear.
Consecuente con su teoría de los campos contrapuestos y la ampliación del número de los estados socialista, el líder soviético reafirmó su idea de que la URSS debía ejercer el liderazgo del campo socialista antiimperialista y democrático.
Admitida la coexistencia pacífica como marco estructural de las relaciones políticas de la URSS, la transformación a nivel macrointernacional que prometía la teoría marxista clásica se evaporó. La URSS, con Stalin, a la cabeza aceptaría los principios fundamentales del Derecho Internacional de los países liberales (principio de igualdad jurídica entre estados, principio de libre autodeterminación de los pueblos, respeto a la soberanía nacional y no injerencia en asuntos internos...) como base para la regulación de las relaciones con los países capitalistas[4].
[1]BRZEZINSKI, Zbigniew: El gran fracaso, nacimiento y muerte del comunismo en el siglo veinte, Javier Vergara Editor S.A., Buenos Aires, 1989, p.38
[2]CALDUCH, Rafael: “Las relaciones internacionales en la obra de los dirigentes soviéticos: una reflexión teórica” en: Revista de Estudios Internacionales,Vol. 2. Núm. 3. Julio-septiembre 1981, p. 556
[3]CALDUCH, Rafael: “Teoría de las Relaciones Internacionales” en: Universidad Complutense de Madrid <http://pendientedemigracion.ucm.es/info/sdrelint/apunteorias.pdf>, p. 120
[4]MESA, Roberto: “Concepciones marxistas del orden internacional” en: Revista de Relaciones Internacionales, nº17, 1977, pp.54- 56.
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