viernes, 28 de septiembre de 2018

La austeridad del FMI ya se siente en Argentina


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La austeridad del FMI ya se siente en Argentina

 

 


Traducido por María Piedad Ossaba para La Pluma y Tlaxcala, 22 de septiembre de 2018.
El presidente argentino Mauricio Macri anunció el lunes 3 de septiembre un brutal plan de austeridad bajo la supervisión del FMI. Los efectos ya están sacando a la gente a la calle.

Diecisiete años después de la crisis de 2001 en Argentina, el gobierno de Macri, que llegó al gobierno en diciembre de 2015, está reforzando un feroz plan de ajuste estructural en contra de la población tras el préstamo solicitado al FMI. El país, que ostenta la presidencia del G20 en 2018, es uno de los más afectados por el aumento de los tipos de interés en Estados Unidos, la fuga de capitales, el alza del dólar y la especulación bursátil, similar a la crisis emergente en Turquía.
En el contexto de la guerra comercial del presidente Trump para favorecer sus exportaciones en detrimento de las otras, el aumento de los tipos de interés en los Estados Unidos lleva a un apuro por el dólar, que se ha convertido en un valor refugio. Los capitales en dólares son repatriados a Estados Unidos para aprovechar dicha subida de tipos, la liquidez se agota repentinamente y las monedas de los llamados países emergentes caen brutalmente.

Turbulencias en Argentina

El peso está en caída libre, los precios explotan, el consumo se reduce al mínimo, incluso para la clase media, muchos comercios y empresas cierran y despiden masivamente, el hambre se extiende en los barrios periféricos y los especuladores entran en pánico sin saber qué inventar para evitar el naufragio anunciado. Sin embargo, se podría haber aprendido de las crisis pasadas para no reproducirlas: Argentina ya pasó por esto... el pueblo recuerda 2001, el hambre, el ruido de las ollas vacías crujiendo en medio del martilleo de cucharas sobre las cortinas metálicas bajadas de los bancos... cerrados. Era el corralito [1]. Por otro lado, los capitales se evaden discretamente en espera de estabilidad para un posible regreso. El escenario orquestado por el FMI en las cuatro esquinas del globo se repite una y otra vez, pero esto no le impide destilar sus mismas recomendaciones nauseabundas independientemente de la latitud del país en cuestión.
El escenario orquestado por el FMI en las cuatro esquinas del globo se repite una y otra vez, pero esto no le impide destilar sus mismas recomendaciones
«Pobreza Cero», repetía Macri durante su campaña electoral. Hoy su popularidad está en caída libre, y este lema yace entre sus numerosas promesas electorales que nunca se cumplirán, una vez más la confianza del pueblo es pisoteada, traicionada por el poder del dinero. En tela de juicio la cura de austeridad que no hace más que agravar la situación social ya destruida por más de dos años de derecha dura en el gobierno.
Los primeros 15.000 millones de dólares del megapréstamo de 50.000 millones de dólares del FMI concluido en junio no parecen ser suficientes para estabilizar la economía, que se vio sacudida por una inflación de aproximadamente el 30%, impulsada a su vez por una depreciación de su moneda. El peso argentino perdió casi el 20% de su valor frente al dólar en dos días, entre el 29 y el 30 de agosto, y el 98% en los últimos 12 meses (más del 50% desde principios de año), alcanzando un mínimo histórico de más de 40 pesos por dólar.
Con pánico, el 30 de agosto, el Banco central del país elevó su tipo de referencia del 45 al 60%, uno de los más altos del mundo, después de haberlo aumentado del 40% al 45% el 13 de agosto, con el fin de fomentar las inversiones en moneda local [2]. Sin embargo, esta acción, al igual que los esfuerzos del Banco Central de la República Argentina, que supuestamente ha vendido más de 12.000 millones de dólares de sus reservas de divisas desde principios de año para estabilizar el peso [3], no ha logrado contener la desconfianza de los inversionistas ante la posibilidad de impago, ni reducir la caída de los precios. Como por provocación, el 31 de agosto, al día siguiente de la espectacular subida de las tasas del Banco Central, la agencia calificadora estadounidense Standard & Poor’s colocó la calificación de la deuda argentina en «vigilancia negativa».

La austeridad del FMI

El presidente argentino Mauricio Macri anunció el lunes 3 de septiembre un brutal plan de austeridad bajo la supervisión del FMI. Esto incluye la introducción de un impuesto a las exportaciones de productos agrícolas de 4 pesos por dólar exportado [4], que el propio Macri reconoció que eran «muy malos impuestos», pero había una «emergencia» ante el déficit presupuestario. Después de tanta austeridad aplicada a los más pobres, es posible que esta medida no satisfaga a los productores de soja y maíz, los principales proveedores de divisas del estado, que se vieron gravemente afectados por una sequía sin precedentes a principios de año. Además, Macri anunció la eliminación de 12 de los 22 ministerios. El Señor Macri pretende eliminar los Ministerios de Cultura, Trabajo, Ciencia y Tecnología, Energía, Agroindustria, Salud, Turismo y Medio Ambiente para convertirlos en secretarías de Estado bajo el paraguas de otros ministerios: Cultura y Ciencia y Tecnología, pasan por ejemplo, bajo el mandato del Ministerio de Educación, Trabajo dependerá del Ministerio de Producción, Salud es absorbido por el Ministerio de Desarrollo Social y la Agroindustria se traslada al Ministerio del Tesoro mientras despide a 600 trabajadores. Hasta ahora, sólo los dictadores Pedro Eugenio Aramburu y Juan Carlos Onganía se habían aventurado a eliminar el Ministerio de Salud.
Los altos precios y la austeridad están resucitando el descontento popular, las huelgas y las protestas en las calles argentinas
El 4 de septiembre, el ministro de Economía de Argentina, Nicolás Dujovne, y el vicepresidente del Banco Central, Gustavo Cañonero, despegaron en un avión con destino a Washington. Era prevista una reunión en la sede del FMI con el fin de negociar una revisión del acuerdo firmado en junio y acelerar los pagos. Argentina tiene una grave escasez de dinero en efectivo. Al mismo tiempo, el fiscal Jorge Di Lello acusa al presidente Mauricio Macri de abuso de autoridad y violación de los deberes de un funcionario público por firmar el acuerdo con el FMI el 7 de junio sin presentarlo al Parlamento, violando así la Constitución. Por su parte, el Presidente Macri ya no sabe qué decir para calmar el creciente descontento. Declara en la televisión y no cesa de repetir: «Esta crisis no es una crisis más, debe ser la última (...) lo peor ha quedado atrás.» [5] Sin embargo, los mismos errores producen los mismos efectos y la historia se repite...
En las calles, los altos precios están resucitando el descontento popular. En Buenos Aires, La Plata, Rosario, Mar del Plata, o en otras ciudades del país, la gente expresa su cólera por el aumento de los precios o los recortes presupuestarios impuestos en la administración pública a cambio del préstamo del FMI, como los aplicados a las universidades públicas. En huelga desde hace más de un mes, los profesores de 57 universidades públicas piden un aumento de sus salarios. Reavivando los trágicos recuerdos del colapso financiero de 2001, los comedores populares se ven nuevamente desbordados, no sólo por los niños, sino por familias enteras... La inflación galopante está reduciendo los márgenes del consumo en caída libre y el gigante estadounidense de la distribución Walmart ha vendido una docena de hipermercados. El precio del pan ha aumentado más de un 20% en pocos días [6]. Como en 2001, la gente está hambrienta, de justicia social y de pan.

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