La mañana del 25 de enero de 2017, Jared Kushner, asesor y yerno
del presidente Donald Trump, recibió en la Casa Blanca al canciller
mexicano Luis Videgaray. Lo condujo por los pasillos de la residencia y,
sin cita previamente agendada, lo introdujo a la Oficina Oval donde se
encontraba el mandatario estadunidense.
El objetivo: tratar de convencer a Trump de que suavizara el tono del discurso que esa misma tarde pronunciaría en el Departamento de Seguridad Interior, donde firmaría la orden ejecutiva para construir un muro en la frontera con México.
Videgaray y Kushner “habían llegado a la conclusión de que los comentarios, tal como estaban redactados (en el discurso de Trump), alterarían la frágil relación de los dos países, por lo que juntos instaron a Trump a suavizar su lenguaje sobre México”, señaló el diario The Washington Post en una nota publicada el 10 de febrero de 2017, la cual describió el encuentro.
Y lo lograron: al tiempo que firmaba la orden ejecutiva sobre el muro, Trump aceptó declarar que “un México fuerte está en el mejor interés de Estados Unidos”.
En la Ciudad de México, los funcionarios del gobierno de Enrique Peña Nieto “recibieron con agrado los comentarios de Trump. Era la declaración más alentadora que había hecho hasta esa fecha sobre México, y celebraron a Kushner como una influencia moderadora” del Presidente estadunidense, señaló el diario.
Por este tipo de acciones, así como “por sus significativas contribuciones para lograr la negociación del nuevo Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC)”, el gobierno de Peña Nieto le otorgará a Kushner la Orden del Águila Azteca. Lo hará este viernes en Buenos Aires, en el marco de la Cumbre del G20 y a unas horas de que concluya su mandato.
Pero las supuestas buenas intenciones y acciones de Kushner hacia México no fueron suficientes o no lo fueron siempre: Trump terminaba por dinamitar los consensos y acuerdos que Videgaray alcanzaba con el asesor senior de la Casa Blanca, como ocurrió en el caso arriba reseñado: al siguiente día de que Videgaray y Kushner lograron que Trump le bajara al tono de su discurso antimexicano, el mandatario estadunidense lanzó un tuit en el que insistió en la construcción del muro en la frontera.
El propio Videgaray reconoció que la “relación especial” que mantiene con Kushner tiene sus límites.
El pasado 11 abril, durante el evento “México en el Mundo” –organizado por el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi), y al que acudieron unas 150 personas, entre ellos académicos, diplomáticos y ejecutivos de empresas–, este reportero le planteó la siguiente pregunta:
–A la luz de los hechos, cuando el presidente Donald Trump ha anunciado el despliegue de la Guardia Nacional a lo largo de la frontera con México, ¿de qué ha servido la relación especial que usted tiene con Jared Kushner, el yerno del Presidente de Estados Unidos?
“Ha sido francamente útil e importante tener un vínculo como el de Jared Kushner”, contestó de entrada Videgaray.
“Pero –añadió de inmediato– no nos confundamos: Kurchner no es la solución ni tampoco el problema, pues quien toma decisiones y tiene la responsabilidad política de la relación con México se llama Donald Trump.
Existe consenso en la prensa estadunidense: Kushner no es sólo el esposo de Ivanka Trump –la hija favorita del mandatario estadunidense–, es sobre todo el asesor en política exterior más influyente en la Casa Blanca. A cargo de Kushner está la relación directa del presidente Trump con una docena de gobiernos de todo el mundo –entre ellos sus vecinos, México y Canadá– y en su representación ha atendido algunos de los temas más delicados de la arena internacional: el conflicto palestino-israelí, la guerra contra el Estado Islámico, la renovación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte…
No en balde el diario The New York Times lo calificó como “el secretario de Estado en la sombra” y la revista Vanity Fair lo perfiló como “un Rasputín de los tiempos modernos”.
Tanto poder le ha granjeado envidias y ha sido objeto de intrigas políticas. Por ejemplo, John Kelly, jefe del Gabinete de Trump, le quitó el acceso a las reuniones de inteligencia de la Casa Blanca y a información clasificada en materia de seguridad; el exsecretario de Estado, Rex Tillerson, se quejó de que Kushner se lo saltara y recibiera directamente a Videgaray, quien visitaba la Casa Blanca por lo menos una vez al mes, para hablar sobre temas que eran propios del Departamento de Estado, como el muro y la frontera común.
De hecho, el pasado 27 de febrero, el diario The Washington Post publicó la versión de que funcionarios de cuatro países –China, Emiratos Árabes Unidos, Israel y México, con los que Kushner ha tenido reuniones privadas–, intentaron manipularlo aprovechando su falta de experiencia en política exterior, así como los complejos acuerdos de negocios que mantienen con Estados Unidos y las dificultades financieras que enfrentan.
La cancillería mexicana rechazó tajantemente esa versión. Los encuentros entre Videgaray y Kushner “han sido estrictamente profesionales, con ambas partes atendiendo a sus intereses, pero tratando de llegar acuerdos”, señaló un comunicado de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Magnate inmobiliario
De 37 años de edad, Kushner es propietario de la sociedad inmobiliaria Kushner Properties y accionista de la editorial que publica The New York Observer. Es hijo del empresario, también inmobiliario, Charles Kushner, quien en 2005 fue condenado a dos años de prisión por los cargos de contribuciones ilegales a campañas políticas, evasión de impuestos y manipulación de testigos, según una nota de la agencia France Press.
En la última década, la firma de Kushner movió más de 13 mil millones de dólares en transacciones inmobiliarias. Posee más de 20 mil departamentos multifamiliares y 12 millones de pies cuadrados en espacios industriales y para oficinas.
Antes de incorporarse a la campaña electoral de su suegro, Kushner y la propia Ivanka eran considerados como miembros de la élite liberal neoyorkina y, de hecho, se les veía más inclinados a votar por los demócratas. En los registros de sus contribuciones a partidos políticos, donaron dinero para campañas de candidatos demócratas.
El joven neoyorkino se ganó a pulso su ascenso en el equipo de Trump cuando diseñó y aplicó con éxito la campaña electoral de su suegro para medios digitales. Contrató a talentos de Silicon Valley con los que armó el “Project Alamo”: un grupo de cien expertos en social-media que posicionaron al magnate en las redes sociales.
Videgaray y Kushner se conocieron en 2016 en Nueva York. Los presentó Gary D. Cohn, CEO de Goldman Sachs, durante una cena de “potentados financieros a la que convocó la casa de inversiones más grande de Wall Street”, según publicó la periodista Dolia Estévez en el portal SinEmbargo.mx. Por esas fechas, Videgaray era secretario de Hacienda de México y Kushner ya gozaba de la confianza del magnate estadunidense.
Cohn renunció a ese banco y se convirtió en el “superasesor” de la Casa Blanca en materia financiera. Según la BBC, a finales de 2017 ayudó a Trump a sacar adelante las reformas fiscales.
De hecho, Videgaray se preciaba de tener dos interlocutores directos y especiales en la Casa Blanca: Cohn y Kurshner. El primero renunció a principios de este año por estar en desacuerdo en aplicar aranceles a las importaciones de aluminio y el acero. El segundo se mantiene firme en la Casa Blanca y –a instancias de Videgaray—recibirá del saliente gobierno de México la Orden del Águila Azteca, la máxima distinción que el país otorga a un extranjero.
El objetivo: tratar de convencer a Trump de que suavizara el tono del discurso que esa misma tarde pronunciaría en el Departamento de Seguridad Interior, donde firmaría la orden ejecutiva para construir un muro en la frontera con México.
Videgaray y Kushner “habían llegado a la conclusión de que los comentarios, tal como estaban redactados (en el discurso de Trump), alterarían la frágil relación de los dos países, por lo que juntos instaron a Trump a suavizar su lenguaje sobre México”, señaló el diario The Washington Post en una nota publicada el 10 de febrero de 2017, la cual describió el encuentro.
Y lo lograron: al tiempo que firmaba la orden ejecutiva sobre el muro, Trump aceptó declarar que “un México fuerte está en el mejor interés de Estados Unidos”.
En la Ciudad de México, los funcionarios del gobierno de Enrique Peña Nieto “recibieron con agrado los comentarios de Trump. Era la declaración más alentadora que había hecho hasta esa fecha sobre México, y celebraron a Kushner como una influencia moderadora” del Presidente estadunidense, señaló el diario.
Por este tipo de acciones, así como “por sus significativas contribuciones para lograr la negociación del nuevo Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC)”, el gobierno de Peña Nieto le otorgará a Kushner la Orden del Águila Azteca. Lo hará este viernes en Buenos Aires, en el marco de la Cumbre del G20 y a unas horas de que concluya su mandato.
Pero las supuestas buenas intenciones y acciones de Kushner hacia México no fueron suficientes o no lo fueron siempre: Trump terminaba por dinamitar los consensos y acuerdos que Videgaray alcanzaba con el asesor senior de la Casa Blanca, como ocurrió en el caso arriba reseñado: al siguiente día de que Videgaray y Kushner lograron que Trump le bajara al tono de su discurso antimexicano, el mandatario estadunidense lanzó un tuit en el que insistió en la construcción del muro en la frontera.
El propio Videgaray reconoció que la “relación especial” que mantiene con Kushner tiene sus límites.
El pasado 11 abril, durante el evento “México en el Mundo” –organizado por el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi), y al que acudieron unas 150 personas, entre ellos académicos, diplomáticos y ejecutivos de empresas–, este reportero le planteó la siguiente pregunta:
–A la luz de los hechos, cuando el presidente Donald Trump ha anunciado el despliegue de la Guardia Nacional a lo largo de la frontera con México, ¿de qué ha servido la relación especial que usted tiene con Jared Kushner, el yerno del Presidente de Estados Unidos?
“Ha sido francamente útil e importante tener un vínculo como el de Jared Kushner”, contestó de entrada Videgaray.
“Pero –añadió de inmediato– no nos confundamos: Kurchner no es la solución ni tampoco el problema, pues quien toma decisiones y tiene la responsabilidad política de la relación con México se llama Donald Trump.
“Quiero ser muy claro: Jared Kushner ha sido la influencia más positiva que ha habido en el entorno del presidente Trump con respecto a México y ha sido alguien en quien hemos encontrado una contraparte confiable y de buena fe. Pero no podemos caer en ingenuidades: quien toma las decisiones en la Casa Blanca no se llama Jared Kushner, se llama Donald Trump y ese es el reto que tenemos”.El “Rasputín” gringo
Existe consenso en la prensa estadunidense: Kushner no es sólo el esposo de Ivanka Trump –la hija favorita del mandatario estadunidense–, es sobre todo el asesor en política exterior más influyente en la Casa Blanca. A cargo de Kushner está la relación directa del presidente Trump con una docena de gobiernos de todo el mundo –entre ellos sus vecinos, México y Canadá– y en su representación ha atendido algunos de los temas más delicados de la arena internacional: el conflicto palestino-israelí, la guerra contra el Estado Islámico, la renovación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte…
No en balde el diario The New York Times lo calificó como “el secretario de Estado en la sombra” y la revista Vanity Fair lo perfiló como “un Rasputín de los tiempos modernos”.
Tanto poder le ha granjeado envidias y ha sido objeto de intrigas políticas. Por ejemplo, John Kelly, jefe del Gabinete de Trump, le quitó el acceso a las reuniones de inteligencia de la Casa Blanca y a información clasificada en materia de seguridad; el exsecretario de Estado, Rex Tillerson, se quejó de que Kushner se lo saltara y recibiera directamente a Videgaray, quien visitaba la Casa Blanca por lo menos una vez al mes, para hablar sobre temas que eran propios del Departamento de Estado, como el muro y la frontera común.
De hecho, el pasado 27 de febrero, el diario The Washington Post publicó la versión de que funcionarios de cuatro países –China, Emiratos Árabes Unidos, Israel y México, con los que Kushner ha tenido reuniones privadas–, intentaron manipularlo aprovechando su falta de experiencia en política exterior, así como los complejos acuerdos de negocios que mantienen con Estados Unidos y las dificultades financieras que enfrentan.
La cancillería mexicana rechazó tajantemente esa versión. Los encuentros entre Videgaray y Kushner “han sido estrictamente profesionales, con ambas partes atendiendo a sus intereses, pero tratando de llegar acuerdos”, señaló un comunicado de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Magnate inmobiliario
De 37 años de edad, Kushner es propietario de la sociedad inmobiliaria Kushner Properties y accionista de la editorial que publica The New York Observer. Es hijo del empresario, también inmobiliario, Charles Kushner, quien en 2005 fue condenado a dos años de prisión por los cargos de contribuciones ilegales a campañas políticas, evasión de impuestos y manipulación de testigos, según una nota de la agencia France Press.
En la última década, la firma de Kushner movió más de 13 mil millones de dólares en transacciones inmobiliarias. Posee más de 20 mil departamentos multifamiliares y 12 millones de pies cuadrados en espacios industriales y para oficinas.
Antes de incorporarse a la campaña electoral de su suegro, Kushner y la propia Ivanka eran considerados como miembros de la élite liberal neoyorkina y, de hecho, se les veía más inclinados a votar por los demócratas. En los registros de sus contribuciones a partidos políticos, donaron dinero para campañas de candidatos demócratas.
El joven neoyorkino se ganó a pulso su ascenso en el equipo de Trump cuando diseñó y aplicó con éxito la campaña electoral de su suegro para medios digitales. Contrató a talentos de Silicon Valley con los que armó el “Project Alamo”: un grupo de cien expertos en social-media que posicionaron al magnate en las redes sociales.
Videgaray y Kushner se conocieron en 2016 en Nueva York. Los presentó Gary D. Cohn, CEO de Goldman Sachs, durante una cena de “potentados financieros a la que convocó la casa de inversiones más grande de Wall Street”, según publicó la periodista Dolia Estévez en el portal SinEmbargo.mx. Por esas fechas, Videgaray era secretario de Hacienda de México y Kushner ya gozaba de la confianza del magnate estadunidense.
Cohn renunció a ese banco y se convirtió en el “superasesor” de la Casa Blanca en materia financiera. Según la BBC, a finales de 2017 ayudó a Trump a sacar adelante las reformas fiscales.
De hecho, Videgaray se preciaba de tener dos interlocutores directos y especiales en la Casa Blanca: Cohn y Kurshner. El primero renunció a principios de este año por estar en desacuerdo en aplicar aranceles a las importaciones de aluminio y el acero. El segundo se mantiene firme en la Casa Blanca y –a instancias de Videgaray—recibirá del saliente gobierno de México la Orden del Águila Azteca, la máxima distinción que el país otorga a un extranjero.
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