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Rusia se prepara a enfrentar una posible agresión de la OTAN, por Valentin Vasilescu
Los ejercicios militares rusos Vostok-2018 se realizaron del 11 al 17 de septiembre en Siberia y el Extremo Oriente. Los medios de prensa reportaron la participación de 300 000 soldados, 36 000 vehículos blindados, 1 000 aviones, 6 000 paracaidistas y 80 buques de guerra. Fueron los mayores ejercicios rusos realizados desde 1981.
El objetivo principal era verificar el estado de preparación de las autoridades civiles y militares de la Federación Rusa para reaccionar en caso de guerra a escala mundial. Ese concepto, que se introduce por primera vez en ese tipo de ejercicios y exige un considerable aumento del consumo de recursos financieros y humanos, no se habría instaurado si Rusia no hubiera visto indicios que llevan a la conclusión de que será atacada.
El primer test incluido en esos ejercicios tenía que ver con la estructura político-militar de Rusia y consistía en evaluar la capacidad organizativa en materia de movilización de los mandos estratégicos rusos del centro y el este del país en los ámbitos operativo y estratégico. El segundo test consistía en verificar la capacidad de despliegue rápido lejos de los centros de reclutamiento y de acantonamiento en los ámbitos operativo y estratégico.
Es evidente que, gracias al servicio de inteligencia de sus fuerzas armadas, Rusia sabía desde hace meses que Estados Unidos iba a salir del Tratado INF (que prohíbe los misiles balísticos nucleares terrestres de alcance corto y medio y los de alcance intermedio). Los escudos «antimisiles» estadounidenses desplegados en Rumania y Polonia –del tipo VLS MK-41, derivados de los sistemas instalados en los cruceros lanzamisiles AEGIS de la clase Ticonderoga– son capaces de lanzar misiles Tomahawk portadores de ojivas nucleares del tipo W80.
Normalmente, los misiles crucero estadounidenses se destinan a tener como blanco Moscú antes del inicio de una ofensiva aeroterrestre a gran escala en dos direcciones que convergen sobre la capital rusa. Se trata de las direcciones estratégicas del Báltico y del Mar Negro, pertenecientes ambas al teatro europeo de operaciones. Esto podría indicar una probable agresión de la OTAN desde las fronteras oeste y suroeste de Rusia.
Al contrario de los ejercicios Vostok-2018, que fueron de carácter estrictamente defensivo, los ejercicios de la OTAN Trident Juncture 2018 –realizados en Noruega– son de un alto nivel ofensivo y se ejecutan con fines intimidatorios. El cuerpo expedicionario atlantista se entrena en la realización de acciones de desembarco en condiciones climáticas similares a las que imperan en las costas del norte de Rusia. Trident Juncture implica a 50 000 soldados, 250 aviones y 65 navíos, entre estos últimos un portaviones y 3 buques de desembarco anfibio (portahelicópteros) estadounidenses.
Como puede verse, para Rusia ha aparecido un nuevo escenario, que se agrava diariamente y al que tiene que hacer frente. ¿Cómo van evolucionar las cosas de ahora en adelante?
Los ejercicios militares rusos Vostok-2018 se realizaron del 11 al 17 de septiembre en Siberia y el Extremo Oriente. Los medios de prensa reportaron la participación de 300 000 soldados, 36 000 vehículos blindados, 1 000 aviones, 6 000 paracaidistas y 80 buques de guerra. Fueron los mayores ejercicios rusos realizados desde 1981.
Lo que no se dijo
El objetivo principal era verificar el estado de preparación de las autoridades civiles y militares de la Federación Rusa para reaccionar en caso de guerra a escala mundial. Ese concepto, que se introduce por primera vez en ese tipo de ejercicios y exige un considerable aumento del consumo de recursos financieros y humanos, no se habría instaurado si Rusia no hubiera visto indicios que llevan a la conclusión de que será atacada.
El primer test incluido en esos ejercicios tenía que ver con la estructura político-militar de Rusia y consistía en evaluar la capacidad organizativa en materia de movilización de los mandos estratégicos rusos del centro y el este del país en los ámbitos operativo y estratégico. El segundo test consistía en verificar la capacidad de despliegue rápido lejos de los centros de reclutamiento y de acantonamiento en los ámbitos operativo y estratégico.
Es evidente que, gracias al servicio de inteligencia de sus fuerzas armadas, Rusia sabía desde hace meses que Estados Unidos iba a salir del Tratado INF (que prohíbe los misiles balísticos nucleares terrestres de alcance corto y medio y los de alcance intermedio). Los escudos «antimisiles» estadounidenses desplegados en Rumania y Polonia –del tipo VLS MK-41, derivados de los sistemas instalados en los cruceros lanzamisiles AEGIS de la clase Ticonderoga– son capaces de lanzar misiles Tomahawk portadores de ojivas nucleares del tipo W80.
Normalmente, los misiles crucero estadounidenses se destinan a tener como blanco Moscú antes del inicio de una ofensiva aeroterrestre a gran escala en dos direcciones que convergen sobre la capital rusa. Se trata de las direcciones estratégicas del Báltico y del Mar Negro, pertenecientes ambas al teatro europeo de operaciones. Esto podría indicar una probable agresión de la OTAN desde las fronteras oeste y suroeste de Rusia.
Al contrario de los ejercicios Vostok-2018, que fueron de carácter estrictamente defensivo, los ejercicios de la OTAN Trident Juncture 2018 –realizados en Noruega– son de un alto nivel ofensivo y se ejecutan con fines intimidatorios. El cuerpo expedicionario atlantista se entrena en la realización de acciones de desembarco en condiciones climáticas similares a las que imperan en las costas del norte de Rusia. Trident Juncture implica a 50 000 soldados, 250 aviones y 65 navíos, entre estos últimos un portaviones y 3 buques de desembarco anfibio (portahelicópteros) estadounidenses.
Como puede verse, para Rusia ha aparecido un nuevo escenario, que se agrava diariamente y al que tiene que hacer frente. ¿Cómo van evolucionar las cosas de ahora en adelante?
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