jueves, 20 de diciembre de 2012

Cómo gastar un peso

Cómo gastar un peso
Víctor Hugo Romo Guerra*
Con la pregunta ¿qué diferencia hay entre gastar un peso a la derecha o a la izquierda? La Jornada pidió una respuesta a varios jefes delegacionales, mismas que, a partir de hoy, se publican en esta sección.
N
o es lo mismo gastar un peso a la derecha que a la izquierda, denotan las experiencias públicas en los diferentes ámbitos de gobierno.
Son dos cosas muy distintas, por ejemplo, edificar una obra de ornato sin provecho para la población y extraordinariamente onerosa, como la llamada Estela de luz, y otra diseñar, operar, construir e invertir en una obra como la línea 12 del STC Metro, que viene a beneficiar a cientos de miles de personas. No se soslaya en este último proyecto la aportación del gobierno federal, por mínima que haya sido, pero la concepción de la obra y la mayor parte del recurso lo aportó e invirtió el gobierno de la ciudad de México.
El sentido del gasto en todos los gobiernos –de cualquier nivel y orientación de que se trate– tiene que apegarse a reglas de operación de la administración pública que exigen rigurosa racionalidad: responder a una auténtica necesidad social y cumplir con preceptos de transparencia, eficiencia, eficacia y honestidad al tratarse de la aplicación de recursos públicos, del dinero de todos los mexicanos.
Sin embargo, hay casos, como la citada Estela de luz, que no corresponden con esos principios, ya que su costo de más de mil cien millones de pesos no se justifica en un país con decenas de millones de pobres, con serios problemas de empleo y falta de inversión en educación, ciencia y tecnología.
El gobierno federal ha erogado impresionantes sumas del erario en rubros que no redundan directamente en beneficio de los mexicanos. Por ejemplo, en publicidad gubernamental o en la compra de un avión presidencial de más de 370 millones de dólares. Y no es que no se gaste, pero el punto es que el gasto implique inversión, ahorro y austeridad.
Otra aplicación de recursos públicos inconsistente a la vista de todos es el aumento sin precedente en el rubro de seguridad. La llamada guerra contra el narco nos ha costado miles de millones de pesos en traslados, operativos, armamento, uniformes, salarios y una lista interminable de gastos. Y ni hablar de vidas, que ascienden a más de 65 mil el sexenio pasado. Dinero que no sería reclamable si hubiera resultados o al menos indicios de mejora en la seguridad ciudadana. Un diario acaba de documentar que en los pasados cinco años, 1.2 millones de mexicanos cambiaron de ciudad desplazados por la violencia y la inseguridad. De hecho, el presupuesto del ramo 36 destinado a la seguridad pública se disparó de 9 mil 274 millones de pesos en 2000 a 40 mil 536 millones de pesos en 2012. En conclusión: la ampliación del gasto para combatir la delincuencia organizada no se ha traducido en mayor seguridad ciudadana. Por eso, la izquierda representada en el grupo parlamentario del PRD en la Cámara de Diputados propuso que el gasto en seguridad pública para 2013 se asigne con base en resultados. El monto asignado por el Presupuesto de Egresos de la Federación para el rubro publicitario ha sido, también, reiteradamente rebasado por la derecha. Tan sólo en 2008 el presupuesto aprobado fue de mil millones de pesos, pero el gobierno federal erogó 4 mil 212 millones de pesos en publicidad oficial, tres veces más de lo etiquetado.
En cambio, el gobierno de la ciudad propuso y erogó recursos para contribuir a la movilidad de una de las ciudades más transitadas del mundo y está en la entrega de inversiones estratégicas, como los 35 kilómetros de vías rápidas que abarcan la llamada Autopista Urbana Norte, de Toreo a San Antonio; la Autopista Urbana Poniente, que une Santa Fe con Periférico, y la Autopista Urbana Sur, de San Jerónimo a Muyuguarda. Un proyecto diseñado para generar megalópolis.
Es indispensable garantizar el sentido social del gasto público y cerrar el paso a las viejas inercias de beneficiar, en algunos casos, a grupos y personas que han detentado por años el poder económico, por corrupción en la asignación de obra pública en los gobiernos.
En promover el gasto público con impecable transparencia, extremo cuidado de que cada peso contribuya a la prosperidad de la población y la justicia en México, todas las corrientes de izquierda, radicales o no, coincidimos. Por eso urge reforzar y afinar la norma desde el Poder Legislativo, a fin de que los gobiernos de todos los niveles gastemos los recursos públicos con responsabilidad y transparencia incuestionable, para que no siga siendo distinto gastar un peso a la izquierda que a la derecha.
*Economista por la UNAM y jefe delegacional de Miguel Hidalgo.

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