A 100 años de la Decena Trágica
Escrito por Oscar Ramírez Maldonado
Mientras algunas instancias oficiales
como el Conaculta hablan del “festejo del centenario de la Decena
Trágica” (Comunicado No. 136, 06 de febrero de 2013), seguramente por un
distracción lingüística que los llevó a confundir el festejo con la
celebración y la conmemoración, en Homozapping queremos platicar un poco
sobre este hecho que hace un siglo lanzó a nuestro país a un largo
periodo de guerra -primero en contra de la dictadura de Huerta y después
entre los que lucharon en contra de esa dictadura-, o como lo dijo
alguna vez don Jesús Silva Herzog, que causó que “los cuatro jinetes de
la Apocalipsis cabalgaran victoriosos por todo el territorio de la
nación”.
Aquella mañana del 9 de febrero de 1913
inició en la Ciudad de México entre detonaciones de armas y oscuros
presagios. Desde poco antes de las cuatro de la madrugada, los
estudiantes de la Escuela Militar de Aspirantes -escuela que se ubicaba
en Tlalpan y en la que se formaba a los oficiales subalternos de
infantería y artillería- fueron transportados en trenes eléctricos al
Zócalo capitalino para unirse a las fuerzas que se habrían de sublevar
ante el gobierno legítimo de Francisco I. Madero. Estos jóvenes se
integraron a las tropas del cuartel de Tacubaya, que bajo el mando de
Manuel Mondragón se levantaron aquella mañana, liberando de la prisión
militar a los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz, a quienes se les
entregó el mando para que dirigieran el ataque a Palacio Nacional.
Después de haber perdido brevemente el
control del edificio de gobierno a manos de la vanguardia de los
sublevados,el general Lauro del Villar, comandante de la Ciudad de
México, recuperó las instalaciones y defendió el sitio. Con una fuerza
superior a los 2 mil efectivos, el grueso de la columna rebelde, con
Bernardo Reyes al frente, llegó a las afueras de Palacio pidiendo la
rendición de la plaza. El general Villar rechazó la petición, ante lo
cual el general Reyes cargó con su caballo, provocando un intercambio de
balazos en el cual resultó muerto el líder de los rebeldes y herido el
comandante de la Ciudad de México. Este hecho sería fundamental en los
días siguientes, pues por órdenes del presidente el general Villar fue
relevado, siendo nombrado en su lugar Victoriano Huerta.
Mientras Madero marchaba hacia Palacio
Nacional acompañado por cadetes del Colegio Militar, en lo que después
se conocería como la Marcha de la Lealtad, las tropas al mando de Félix
Díaz y Mondragón que habían sido rechazadas se replegaron hacia la
Ciudadela.
Este fue el inicio del periodo de trece
días que conocemos como la Decena Trágica y que terminaría en la
traición de Huerta y Blanquet apoyados por Henry Lane Wilson, embajador
de los Estados Unidos. El 18 de enero sería arrestado el presidente
Francisco I. Madero y el vicepresidente Pino Suárez; por separado ese
mismo día eran arrestados y entregados a los soldados Gustavo A. Madero y
el marino Adolfo Bassó, intendente de Palacio Nacional, quienes fueron
asesinados en la Ciudadela. Un día después, el 19 de febrero, Madero y
Pino Suárez serian obligados a firmar su renuncia; el 22 de febrero
serían asesinados por órdenes de Huerta a las afueras del Palacio Negro
de Lecumberrí.
Esta traición, comenta Friedrich Katz,
no fue inesperada, “aunque su desenlace sorprendió a casi todo México y a
gran parte del resto del mundo” (Pancho Villa, Ed. Era, pp 227). Esta
visión coincide con la que Jesús Silva Herzog plantea sobre el hecho en
su Breve historia de la Revolución Mexicana.
El economista mexicano explica que
cuando tomó posesión Madero como presidente en noviembre de 1911, la
popularidad del caudillo revolucionario había disminuido sensiblemente.
Sumado a esto, señala Herzog, algunos medios “al servicio de ruines
intereses” lo atacaron a él, a su hermano Gustavo y a algunos miembros
de su gabinete, “a don Gustavo Madero continuaban llamándolo los
periódicos de oposición sistemática, que eran los de mayor circulación, Ojo Parado; a don Abraham González le decían Ñor Abraham
para indicar su impreparación intelectual y acentuar su rusticidad, y a
don Manuel Bonilla, con el perverso propósito de hacerlo aparecer como
un imbécil, le inventaron la palabra “bonilladas”, bajo cuyo rubro
decían que decía las más divertidas tonterías”. Esta campaña, señala el
político mexicano en su libro, se sumó a errores que había cometido el
mandatario durante su mandato.
Friedrich Katz, por su parte, considera
que “en muchos sentidos, el golpe militar contra Madero anunciaba muchos
otros golpes de estado similares que tendrían lugar en el siglo XX y
como consecuencia de los cuales presidentes reformistas como Rómulo
Gallegos en Venezuela, Jacobo Arbenz en Guatemala y Salvador Allende en
Chile serían derrocados por los militares, con diversos grado de apoyo
abierto o encubierto de fuentes
extranjeras, principalmente estadounidenses”. El historiador apunta que,
a diferencia de estos reformistas, Madero en un inicio tenía una
situación objetivamente mejor frente al ejercito federal, la cual se
debilitó por una serie de acciones que tomó.
La Decena Trágica no solamente marcó el
futuro político y social de nuestro país, sino que también dejó una
profunda huella en la producción artística y cultural. La herencia
visual y el corpus fotográfico que dejó es enorme; algunos consideran
que más de 80 fotógrafos (espontáneos y profesionales) registraron
imágenes de esos sombríos días.
Ejemplo de ello son las 22 fotografías
que para conmemorar esta fecha se exhibirán hasta el próximo 15 de marzo
en la Dirección de Estudios Históricos del INAH. Esta exposición
integrada por imágenes de los fondos Casasola y Felipe Teixidor, de la
Fototeca Nacional y de archivos particulares, se complementa con un
coloquio que aborda la importancia del registro fílmico y fotográfico
dentro del proceso histórico, en este caso el proceso que vivió la
Ciudad de México en un escenario de guerra.
En este sentido, Sergio Raúl Arroyo,
director del INAH, señaló durante la inauguración de esta muestra que
este tipo de materiales permite reconstruir, estudiar entender y hacer
lecturas renovadas de este episodio. Esta mirada capturada por los
fotógrafos de la época de la Revolución, dijo, permite que este
movimiento cobre “cuerpo y consistencia visual”.
A esta memoria visual pertenecen las
imágenes inéditas de las colecciones de los hermanos Alva y de Toscano
que, con motivo de esta fecha, la Filmoteca de la UNAM ha recuperado,
restaurado y ordenado cronológicamente. Este trabajo fue titulado Madero. A 100 años de una traición
y será proyectado en Alta Definición el próximo 13 de febrero a las
18:30 horas en la sala Julio Bracho del CCU. El evento será de entrada
libre y con cupo limitado.
Como parte de este centenario, la
Biblioteca Digital Mexicana ha puesto a disposición de estudiantes e
investigadores fotografías y telegramas inéditos pertenecientes a la
época, materiales que han sido proporcionados por la Bibliteca Francisco
Xavier Clavigero de la Universidad Iberoamericana. También pondrá al
alcance de sus usuarios un ejemplar original de Multicolor,
revista satírica de la época proporcionada por la Biblioteca del INAH.
Asimismo, este acervo digital integra a su documentación cartas
originales del periodo, entre ellas las que intercambiaron Madero y
Porfirio Díaz cuando se publicó La sucesión presidencial en 1910.
El golpe de estado dejó también huella
en la literatura de nuestro país. La obra de Alfonso Reyes -hijo del
general Reyes- quedó marcada por esa mañana de febrero que su padre fue
abatido en el corazón de la Ciudad de México. En varios de sus trabajos,
como Ifigenia cruel, Parentalia y Oración del 9 de febrero (poema de 1930 que permaneció inédito hasta su muerte) tocan este tema.
Están también la película Cuartelazo (1976), de Felipe Cazals; la revista musical de 1913 El país de la metralla,
escrita por José F. Elizondo y con música de Rafael Gascón; están las
crónicas de José Juan Tablada y el testimonio de Federico Gamboa, entre
muchas otras obras, para recordarnos la trascendencia de aquellos días
siniestros que cambiaron el rumbo de nuestro país y pusieron en suspenso
la naciente democracia de entonces.
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