lunes, 11 de febrero de 2013

A 100 años de la Decena Trágica

A 100 años de la Decena Trágica


Foto: inah.gob.mx
Foto: inah.gob.mx
Mientras algunas instancias oficiales como el Conaculta hablan del “festejo del centenario de la Decena Trágica” (Comunicado No. 136, 06 de febrero de 2013), seguramente por un distracción lingüística que los llevó a confundir el festejo con la celebración y la conmemoración, en Homozapping queremos platicar un poco sobre este hecho que hace un siglo lanzó a nuestro país a un largo periodo de guerra -primero en contra de la dictadura de Huerta y después entre los que lucharon en contra de esa dictadura-, o como lo dijo alguna vez don Jesús Silva Herzog, que causó que “los cuatro jinetes de la Apocalipsis cabalgaran victoriosos por todo el territorio de la nación”.
Aquella mañana del 9 de febrero de 1913 inició en la Ciudad de México entre detonaciones de armas y oscuros presagios. Desde poco antes de las cuatro de la madrugada, los estudiantes de la Escuela Militar de Aspirantes -escuela que se ubicaba en Tlalpan y en la que se formaba a los oficiales subalternos de infantería y artillería- fueron transportados en trenes eléctricos al Zócalo capitalino para unirse a las fuerzas que se habrían de sublevar ante el gobierno legítimo de Francisco I. Madero. Estos jóvenes se integraron a las tropas del cuartel de Tacubaya, que bajo el mando de Manuel Mondragón se levantaron aquella mañana, liberando de la prisión militar a los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz, a quienes se les entregó el mando para que dirigieran el ataque a Palacio Nacional.
Después de haber perdido brevemente el control del edificio de gobierno a manos de la vanguardia de los sublevados,el general Lauro del Villar, comandante de la Ciudad de México, recuperó las instalaciones y defendió el sitio. Con una fuerza superior a los 2 mil efectivos, el grueso de la columna rebelde, con Bernardo Reyes al frente, llegó a las afueras de Palacio pidiendo la rendición de la plaza. El general Villar rechazó la petición, ante lo cual el general Reyes cargó con su caballo, provocando un intercambio de balazos en el cual resultó muerto el líder de los rebeldes y herido el comandante de la Ciudad de México. Este hecho sería fundamental en los días siguientes, pues por órdenes del presidente el general Villar fue relevado, siendo nombrado en su lugar Victoriano Huerta.
Mientras Madero marchaba hacia Palacio Nacional acompañado por cadetes del Colegio Militar, en lo que después se conocería como la Marcha de la Lealtad, las tropas al mando de Félix Díaz y Mondragón que habían sido rechazadas se replegaron hacia la Ciudadela.
Este fue el inicio del periodo de trece días que conocemos como la Decena Trágica y que terminaría en la traición de Huerta y Blanquet apoyados por Henry Lane Wilson, embajador de los Estados Unidos. El 18 de enero sería arrestado el presidente Francisco I. Madero y el vicepresidente Pino Suárez; por separado ese mismo día eran arrestados y entregados a los soldados Gustavo A. Madero y el marino Adolfo Bassó, intendente de Palacio Nacional, quienes fueron asesinados en la Ciudadela. Un día después, el 19 de febrero, Madero y Pino Suárez serian obligados a firmar su renuncia; el 22 de febrero serían asesinados por órdenes de Huerta a las afueras del Palacio Negro de Lecumberrí.
Esta traición, comenta Friedrich Katz, no fue inesperada, “aunque su desenlace sorprendió a casi todo México y a gran parte del resto del mundo” (Pancho Villa, Ed. Era, pp 227). Esta visión coincide con la que Jesús Silva Herzog plantea sobre el hecho en su Breve historia de la Revolución Mexicana.
El economista mexicano explica que cuando tomó posesión Madero como presidente en noviembre de 1911, la popularidad del caudillo revolucionario había disminuido sensiblemente. Sumado a esto, señala Herzog, algunos medios “al servicio de ruines intereses” lo atacaron a él, a su hermano Gustavo y a algunos miembros de su gabinete, “a don Gustavo Madero continuaban llamándolo los periódicos de oposición sistemática, que eran los de mayor circulación, Ojo Parado; a don Abraham González le decían Ñor Abraham para indicar su impreparación intelectual y acentuar su rusticidad, y a don Manuel Bonilla, con el perverso propósito de hacerlo aparecer como un imbécil, le inventaron la palabra “bonilladas”, bajo cuyo rubro decían que decía las más divertidas tonterías”. Esta campaña, señala el político mexicano en su libro, se sumó a errores que había cometido el mandatario durante su mandato.
Friedrich Katz, por su parte, considera que “en muchos sentidos, el golpe militar contra Madero anunciaba muchos otros golpes de estado similares que tendrían lugar en el siglo XX y como consecuencia de los cuales presidentes reformistas como Rómulo Gallegos en Venezuela, Jacobo Arbenz en Guatemala y Salvador Allende en Chile serían derrocados por los militares, con diversos grado de apoyo abierto o encubierto de fuentes extranjeras, principalmente estadounidenses”. El historiador apunta que, a diferencia de estos reformistas, Madero en un inicio tenía una situación objetivamente mejor frente al ejercito federal, la cual se debilitó por una serie de acciones que tomó.
La Decena Trágica no solamente marcó el futuro político y social de nuestro país, sino que también dejó una profunda huella en la producción artística y cultural. La herencia visual y el corpus fotográfico que dejó es enorme; algunos consideran que más de 80 fotógrafos (espontáneos y profesionales) registraron imágenes de esos sombríos días.
Ejemplo de ello son las 22 fotografías que para conmemorar esta fecha se exhibirán hasta el próximo 15 de marzo en la Dirección de Estudios Históricos del INAH. Esta exposición integrada por imágenes de los fondos Casasola y Felipe Teixidor, de la Fototeca Nacional y de archivos particulares, se complementa con un coloquio que aborda la importancia del registro fílmico y fotográfico dentro del proceso histórico, en este caso el proceso que vivió la Ciudad de México en un escenario de guerra.
En este sentido, Sergio Raúl Arroyo, director del INAH, señaló durante la inauguración de esta muestra que este tipo de materiales permite reconstruir, estudiar  entender y hacer lecturas renovadas de este episodio. Esta mirada capturada por los fotógrafos de la época de la Revolución, dijo, permite que este movimiento cobre “cuerpo y consistencia visual”.
A esta memoria visual pertenecen las imágenes inéditas de las colecciones de los hermanos Alva y de Toscano que, con motivo de esta fecha, la Filmoteca de la UNAM ha recuperado, restaurado y ordenado cronológicamente. Este trabajo fue titulado Madero. A 100 años de una traición y será proyectado en Alta Definición el próximo 13 de febrero a las 18:30 horas en la sala Julio Bracho del CCU. El evento será de entrada libre y con cupo limitado.
Como parte de este centenario, la Biblioteca Digital Mexicana ha puesto a disposición de estudiantes e investigadores fotografías y telegramas inéditos pertenecientes a la época, materiales que han sido proporcionados por la Bibliteca Francisco Xavier Clavigero de la Universidad Iberoamericana. También pondrá al alcance de sus usuarios un ejemplar original de Multicolor, revista satírica de la época proporcionada por la Biblioteca del INAH. Asimismo, este acervo digital integra a su documentación cartas originales del periodo, entre ellas las que intercambiaron Madero y Porfirio Díaz cuando se publicó La sucesión presidencial en 1910.
El golpe de estado dejó también huella en la literatura de nuestro país. La obra de Alfonso Reyes -hijo del general Reyes- quedó marcada por esa mañana de febrero que su padre fue abatido en el corazón de la Ciudad de México. En varios de sus trabajos, como Ifigenia cruel, Parentalia y Oración del 9 de febrero (poema de 1930 que permaneció inédito hasta su muerte) tocan este tema.
Están también la película Cuartelazo (1976), de Felipe Cazals; la revista musical de 1913 El país de la metralla, escrita por José F. Elizondo y con música de Rafael Gascón; están las crónicas de José Juan Tablada y el testimonio de Federico Gamboa, entre muchas otras obras, para recordarnos la trascendencia de aquellos días siniestros que cambiaron el rumbo de nuestro país y pusieron en suspenso la naciente democracia de entonces.

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