Benedicto XVI. La conspiración de las gaviotas
El
ministerio de Juan Pablo II, envió un mensaje a los católicos del
mundo: el sufrimiento es una forma de llegar a Dios y de predicar el
evangelio por medio de su propio testimonio de dolor, lucha y
resignación.
El 6 de Julio de 2002, el entonces papa
Juan Pablo II pidió a los fieles del mundo que rezaran por él y es que
en su último viaje a Bulgaria, le habían preguntado acerca de su posible
renuncia. Él respondió: “Si Cristo hubiera bajado de la cruz, yo tendría derecho a renunciar…”[i]
Ese es uno de los motivos por los que
hoy, lunes 11 de febrero, el mundo se despierta consternado por la
noticia de la renuncia de Joseph Ratzinger, el papa Benedicto XVI, con
efectos a partir del 28 de febrero a las 20:00 horas tiempo de Roma.
Wojtyla y Ratzinger representan
diferentes formas de conducir el papado y de entender la labor del
Vicario de Cristo. Y es que no pueden ser más opuestas las posturas de
estos dos herederos de San Pedro.
Aquí el documento en el que Benedicto XVI renuncia al Papado[ii]
Después de haber examinado
ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que,
por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el
ministerio petrino.
Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando.
Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado.
Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20:00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.
Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.
Vaticano, 10 de febrero 2013.
BENEDICTUS PP. XVI
Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando.
Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado.
Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20:00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.
Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.
Vaticano, 10 de febrero 2013.
BENEDICTUS PP. XVI
La conspiración de las gaviotas y los Vatileaks. “Prepárense para lo que viene”
El pensamiento mágico, cargado de
simbolismo y múltiples interpretaciones, consideró, inmediatamente, como
un pésimo augurio lo sucedido durante la tradicional conmemoración de
las víctimas del holocausto: Benedicto XVI soltó a las palomas, pero una
gaviota no dudó en atacarlas, casi inmediatamente después de ser
puestas en libertad[iii]. Mal augurio que hoy parece confirmarse con la noticia de la renuncia del sucesor de San Pedro.
El papa
de la razón, uno de los más importantes intelectuales hoy en día,
considerado “el papa de la transición”, porque llevaría a la Iglesia a
una nueva era de entendimiento y renovación de la Fe, hoy declara a la
opinión pública que su salud es la causa de su renuncia al trono de San
Pedro y más de uno se pregunta acerca de los motivos que subyacen en
esta postura.
“Los mayores enemigos de la iglesia se encuentran dentro de ella, no afuera”[iv],
declaró después de entrever que la Institución considerada la esposa de
Cristo, es sujeta hoy de fuertes luchas intestinas, que no tienen nada
que ver con el evangelio de Cristo, sino con el mundo de las formas, la
sensualidad, la ambición y la trampa.
Los Vatileaks[v],
por ejemplo, revelaron al mundo justo eso: el fiero enfrentamiento por
el poder entre los más cercanos a su santidad, que representan a su vez
intereses que nada tienen que ver con la doctrina de la iglesia.
La cara visible de este escándalo fue su ex mayordomo Paolo Gabrielle[vi],
pero todo apunta a que el objetivo principal de los conspiradores era
(y sigue siendo) la mano derecha del papa: Tarcisio Betrone.
Si esto es cierto, la renuncia del Santo
padre los favorecería, puesto que estaría presente en el cónclave, con
todos los beneficios que esto conlleva, favoreciendo por supuesto a su
grupo más cercano, que aparentemente ha sido atacado sin piedad desde
que Benedicto XVI asumió el poder.
En aquel entonces, Federico Lombardi, el portavoz del Vaticano declaró: “Debemos todos tener los nervios firmes y no nos podemos sorprender por nada. Prepárense para lo que viene"
Lo anterior hace suponer entonces que la
renuncia del papa era un secreto a voces, la pregunta es ¿por qué
ahora? ¿a quién favorece el establecimiento de un doble papado? ¿cuáles
son los mensajes que el pueblo católico debe interpretar entre líneas en
el contexto del pontificado de Benedicto XVI?
El Cisma y las profecías de San Malaquías
La historia, esa certera maestra
demuestra que las renuncias al trono de San Pedro, siempre (si, siempre)
se han dado por cuestiones políticas, aunque el discurso oficial haya
sido otro.
El último papa que renunció
“voluntariamente” fue Gregorio XII, quien se vio obligado a abdicar al
trono de San Pedro debido al Cisma de Occidente y al advenimiento de
otro papa que luchaba también por controlar el poder de Roma.
Las profecías de de San Malaquías se refieren a él como Nauta de ponto nigro (Marino del Mar Negro), cita que hace referencia a su nacimiento en Venecia, y a que fue sacerdote de la iglesia de Negreponte.
No es un dato menor y mucho menos
intrascendente, la obra de este santo de la iglesia, San Malaquías. Sus
profecías son menos conocidas que las de Nostradamus, pero mucho más
certeras. Los estudiosos de las mismas aseguran que Juan Pablo II era
“De la labor del Sol”, por su férrea voluntad e incansable obra
apostólica.
Si seguimos la línea profética del
Santo, el último papa viene después del actual. A Benedicto XVI le llamó
De Gloria Olivae (de la gloria del Olivo) y el próximo y último será
Petrus Romanus, es decir Pedro el Romano. Dice Malaquías:
“Durante la persecución
final de la Santa Iglesia de Roma reinará, Pedro el Romano, quien
alimentará a su rebaño entre muchas tribulaciones; tras lo cual, la
ciudad de las siete colinas [Roma] será destruida y el Juez Terrible
juzgará al pueblo. Fin.”[vii]
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