El cerebro de fumadores
Un estudio reciente llevado a cabo por Antoine Bechara, neurocientífica de la Universidad de California, reveló que ciertas zonas del cerebro desencadenan la ansiosa necesidad de consumir tabaco.Es bien sabido que varios factores provocan dicha sensación de urgencia ante las drogas: la disponibilidad de las mismas, su notoria presencia y la falta de autocontrol son sólo algunos de ellos.
Sin embargo, la investigación liderada por Bechara arroja nueva luz sobre las bases fisiológicas de tan incómoda sensación. En el experimento, se escaneó la actividad cerebral de diez fumadores empedernidos, mientras observaban videos de gente fumando y de otras temáticas, por medio de una resonancia magnética.
Antes de mostrarles el material, a algunos sujetos se les anunció que podrían fumar inmediatamente tras terminar la prueba, mientras que a otros se les advirtió que tendrían que esperar cuatro horas para poder hacerlo.
Al analizar la actividad cerebral de los voluntarios, se pudo constatar que la corteza media orbitofrontal (una zona superficial del cerebro localizada directamente arriba de los ojos) se activaba notoriamente al presenciar videos de personas fumando.
Por otro lado, las personas que tenían la opción de fumar inmediatamente tras terminar la prueba también mostraron una gran actividad en la corteza prefrontal dorsolateral (poco más arriba que la anterior) y presentaron una mayor urgencia de consumo que las que tenían que esperar cuatro horas para hacerlo.
Para corroborar la relevancia de dichas zonas cerebrales en esta cuestión, Bechara y su equipo llevaron a cabo una segunda prueba. En ésta, algunos participantes fueron expuestos a estimulación magnética transcraneana (TMS por sus siglas en inglés) para bloquear la corterza prefrontal dorsolateral mediante débiles corrientes eléctricas. Al bloquear dicha zona, los voluntarios reaccionaron igual ante los videos de gente fumando que ante los demás videos. Así mismo, reportaron una menor o inclusive nula urgencia de fumar tras terminar la prueba.
Este descubrimiento esclarece la manera en que funcionan las adicciones a nivel fisiológico. Así mismo, abre la posibilidad de prevenirlas mediante la supresión de ciertas áreas cerebrales.
El trabajo se publicó en Proceedings of the National Academy of Sciences.
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