jueves, 7 de febrero de 2013

Laveaga y los sinónimos de perezoso, indolente más calderonista

Laveaga y los sinónimos de perezoso, indolente más calderonista

Nos hemos enterado que un señor de nombre Gerardo Laveaga ha sido elevado a su nivel de incompetencia, nombrándolo, primero, comisionado en el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (Ifai); y después, presidente de dicho Instituto, por voto de las comisionadas María Elena Pérez-Jaén, Sigrid Arzt y de ¡él mismo!, consumando algo peor que un crimen: ¡que es una estupidez política! Y poner al Ifai en manos de un incompetente. El tipo fue compañero de banca de Calderón en la Escuela Libre de Derecho; anduvo en un instituto de “ciencias penales”; fue asesor en derecho natural de Calderón en Los Pinos y,  con este currículum burocrático, fue puesto donde hace como si trabajara y cobra como si se lo mereciera.
 
Su cinismo es muy calderonista. Pues al integrar un órgano de cinco miembros exige: “20 por ciento de nombramientos, 20 por ciento de viajes, 20 por ciento de viáticos”… Sólo le importa el botín. De trabajar, nada. Eso no es para él. Su biografía es la de un dormilón en la Cámara de Senadores (Reforma, 22 de enero de 2013) aunque alegue que cerró los ojos “para concentrarse mejor en lo que se decía en la reunión”. Pero le dijeron en su cara “perezoso”, es decir, huevón; aunque bien pudieron tacharlo de vago, holgazán, gandul, negligente, taimado, haragán, poltrón, etcétera. “Huevón”, nos dice Francisco J Santamaría en su diccionario, significa: “lerdo, lento, tardo, calmoso, flojo en grado sumo”. Y la verdad es que al verlo actuar, más parece retardado mental.
 
La información de Alberto Morales, Rolando Herrera y Ciro Pérez Silva (El Universal, Reforma y La Jornada, 22 de enero de 2013), exhibieron a Lavega una vez más. Nada le interesaron las graves acusaciones de que fue objeto por el comisionado Ángel Trinidad Zaldívar. Y debió esconderse en lugar de poner cara de “¿qué?”, hecho un idiota en la ceremonia de su toma de posesión. Esto es suficiente para destituirlo del cargo de comisionado y presidente del Ifai, ya que su corrupción, política y administrativa, lo hacen un tenebroso personaje que ha degradado su nombramiento. No es un funcionario. Es un tipo peligroso que demuestra no estar en sus cabales. No fue cómica su participación, ni dramática, ni trágica: fue un vodevil.
 
Ninguna crítica le hizo mella. Al contrario. Parecía orgulloso de las imputaciones. Dijo tonterías una tras otra. Ni pizca de vergüenza demostró. Su calderonismo afloró al creer que recibía elogios, cuando en realidad lo describieron como un “huevón que sólo cobra su quincena”, además de viáticos, viajes y anda en el protagonismo. Demostró que no debe permanecer un minuto más en el Ifai y debe renunciar o ser expulsado del cargo. O la institución perderá la credibilidad y veracidad que ha ido conquistando para convertirse en un instrumento calderonista en manos de un presidente sin escrúpulos que nunca debió ser postulado. El capricho de Calderón lo hizo, al estilo Calígula, comisionado y presidente del Ifai, para que relinchara en lugar de haber escapado a todo galope tras la filípica que le arrojaron. Faltó endosarle el calificativo de calderonista, el cual ya es un insulto.
 
*Periodista

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