Las inundaciones de Argentina desnudan la falta de diálogo de la presidenta
El Gobierno eludió la tragedia y cargó contra las autoridades locales hasta que el aumento de víctimas le obligó a viajar a La Plata
Francisco Peregil
Buenos Aires
4 ABR 2013 - 14:26 CET1918
Jorge Mario Bergoglio consiguió ser atendido por la presidenta
después de que lo nombraran Papa, pero no durante los últimos años, como
arzobispo de Buenos Aires. Tras el nombramiento, Francisco quiso
predicar con el ejemplo invitando a Fernández a un almuerzo y dialogando con ella
antes que con cualquier jefe de Estado. Desde entonces, Fernández
impregnó su discurso de pacifismo y amor. El problema es que papa solo
puede haber uno en ejercicio. Así que los periodistas que solicitan
conferencias de prensa de la presidenta , el alcalde conservador de la
capital argentina, Mauricio Macri, y hasta el gobernador peronista de la
provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, –perteneciente al mismo
partido que la presidenta- continuaron estrellándose contra el mismo
muro de ninguneo que padeció el cardenal antes de que lo nombrasen papa.
El martes 2 de abril al mediodía la presidenta conmemoró el 31º aniversario de la guerra de Las Malvinas con un discurso conciliador en el que comenzó afirmando que hoy en día la paz y la diplomacia son los únicos caminos. Mencionó tres veces la palabra diálogo y cinco veces la del amor. Y terminó explicando que el ideal deber ser el amor al próximo. Pero ese mismo martes al mediodía en la capital de Buenos Aires ya se sabía que a las cuatro de la madrugada había caído una precipitación insólita y que habían muerto al menos cinco personas en diversos barrios de la capital. La cifra aumentaría hasta ocho. Sin embargo, la presidenta no hizo ni una sola mención ni a las lluvias ni a las víctimas en su discurso. Los argentinos muertos bajo la tormenta vivían en el municipio que gestiona el conservador Mauricio Macri, la capital del país.
El equipo de la presidenta no desaprovechó la oportunidad de la tragedia para atacar a Macri. El ministro de Planificación, Julio de Vido, el que ejercía también como ministro de Transporte cuando murieron 51 personas el año pasado en el accidente ferroviario de Once, dijo: “El temporal fue anunciado 20 horas antes por el Servicio Meteorológico Nacional, a pesar de lo cual no existió ningún tipo de revisión de los sumideros ni se desplegó personal de forma preventiva. Lo que pasa es que Macri estaba de vacaciones”, señaló.
Macri compareció el martes ante la prensa para acusar al Gobierno
central de incumplir las inversiones prometidas para obras de
infraestructura que pudiesen evitar las inundaciones. Mientras se
atacaban unos y otros, el temporal continuó su camino rumbo a La Plata, a
60 kilómetros de la capital. Y allí, a las cuatro de la tarde, 12 horas
después de la primera tormenta , cayó en apenas 160 minutos el doble de
agua que había caído en Buenos Aires. Media ciudad de La Plata, donde
había nacido la presidenta y aún vive su madre, quedó inundada.
Pero ahí también aguardaba un grave problema de diálogo. El gobernador,
Daniel Scioli llevaba meses intentando sin éxito ser atendido por
Fernández. Pero les separaba una pura lucha de poder. Scioli quiere ser
presidente y Fernández hace todo lo posible por impedirlo. La tragedia
puso un lapsus en sus pleitos.
Conforme avanzaba el día y aumentaba la cifra de muertos, Fernández decidió visitar La Plata. Por primera vez en sus cinco años de Gobierno, Fernández comparecía de forma casi inmediata ante las víctimas de una tragedia. Se llevó críticas, gritos y desaires. Pero dio la cara y consiguió salvarla. Con las elecciones legislativas previstas para el próximo octubre, su escamoteo podría haberle costado muy caro. A la una de la tarde del jueves los muertos ascendían a 49 en la Plata y aún quedaban 20 desaparecidos. Junto a las ocho víctimas de la capital, había 57 muertes confirmadas. Pero el aparente diálogo entre administraciones sólo parecía una tregua
El martes 2 de abril al mediodía la presidenta conmemoró el 31º aniversario de la guerra de Las Malvinas con un discurso conciliador en el que comenzó afirmando que hoy en día la paz y la diplomacia son los únicos caminos. Mencionó tres veces la palabra diálogo y cinco veces la del amor. Y terminó explicando que el ideal deber ser el amor al próximo. Pero ese mismo martes al mediodía en la capital de Buenos Aires ya se sabía que a las cuatro de la madrugada había caído una precipitación insólita y que habían muerto al menos cinco personas en diversos barrios de la capital. La cifra aumentaría hasta ocho. Sin embargo, la presidenta no hizo ni una sola mención ni a las lluvias ni a las víctimas en su discurso. Los argentinos muertos bajo la tormenta vivían en el municipio que gestiona el conservador Mauricio Macri, la capital del país.
El equipo de la presidenta no desaprovechó la oportunidad de la tragedia para atacar a Macri. El ministro de Planificación, Julio de Vido, el que ejercía también como ministro de Transporte cuando murieron 51 personas el año pasado en el accidente ferroviario de Once, dijo: “El temporal fue anunciado 20 horas antes por el Servicio Meteorológico Nacional, a pesar de lo cual no existió ningún tipo de revisión de los sumideros ni se desplegó personal de forma preventiva. Lo que pasa es que Macri estaba de vacaciones”, señaló.
Fernández no hizo una sola mención a las
víctimas en su primer discurso. Los muertos en Buenos aires vivían en
el municipio del conservador Mauricio Macri
Conforme avanzaba el día y aumentaba la cifra de muertos, Fernández decidió visitar La Plata. Por primera vez en sus cinco años de Gobierno, Fernández comparecía de forma casi inmediata ante las víctimas de una tragedia. Se llevó críticas, gritos y desaires. Pero dio la cara y consiguió salvarla. Con las elecciones legislativas previstas para el próximo octubre, su escamoteo podría haberle costado muy caro. A la una de la tarde del jueves los muertos ascendían a 49 en la Plata y aún quedaban 20 desaparecidos. Junto a las ocho víctimas de la capital, había 57 muertes confirmadas. Pero el aparente diálogo entre administraciones sólo parecía una tregua
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