No habrá nueva cadena de televisión en México
La medida en un primer sentido va enfocada a dar solución a la queja que buena parte de la población en nuestro país tenía sobre el poder monopólico que ejercen tanto Televisa como TV Azteca en campañas electorales, por lo que al abrir el espectro, el Estado lo considera como una salida para saldar la deuda contraída en ese 2012 con los votantes inconformes.
Habrá que ser cuidadosos con el análisis y entender que la medida para reducir el poder monopólico de las empresas propiedad de Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas no es licitar dos nuevas cadenas de televisión, sino dotar a todos los competidores de los mismos medios y dejarlos en igualdad de circunstancias, es decir dos canales por cadena, lo cual implicaría quitar un canal a la televisora del Ajusco y dos a la de Chapultepec y que los personajes que lleguen al mercado televisivo lo hagan también con dos canales.
De no concretarse lo escrito en el párrafo anterior, ningún personaje estará interesado en entrar a la licitación por esas nuevas cadenas por una simple razón que pasa por asuntos de hábitos y costumbres de los televidentes mexicanos, quienes están muy familiarizados a un tipo de programación que en los últimos treinta años no se ha renovado, y consiste en una barra de telenovelas durante todo el día, un noticiero nocturno y futbol durante los fines de semana.
Tan dominante resulta esa estrategia, que tanto TV Azteca como Cadena Tres han adoptado la misma forma de hacer televisión; dos cadenas que en vez de arriesgar, optan por la fórmula que a Televisa le ha dado éxito.
Si todos los competidores cuentan solamente con dos canales, la forma de hacer televisión tendría que ser diferente, ya que todos no pueden ofrecer el mismo bien y en caso de hacerlo, deberían estar obligados a dar productos finalizados de muy alta calidad, tal como ocurre con varios canales estadounidenses, donde el factor de diferenciación viene dado por la calidad de los actores y directores de cada programa. Si no hay real igualdad en la competencia, ninguna figura de peso deseará ingresar al mercado y esperará el recambio generacional, el cual está más habituado a tener como fuente de ocio al internet sobre la televisión.
Otro de los puntos relevantes de la citada reforma es la creación de un nuevo canal de televisión pública, sin considerar que el Estado no ha hecho demasiado por darle el impulso que se merece y necesita Canal 22. Antes de dar salida a un nuevo canal público, se debe fortalecer al existente; una medida necesaria para que Canal 22 sea un real competidor de las cadenas privadas pasa por que sean ellos los encargados de licitar deportes controlados por federaciones deportivas en México, tal como ocurre con la BBC o Televisión Española.
Si el Gobierno Federal cede los derechos de transmisión de la selección mexicana de futbol y otros deportes locales como el baseball o basquetball a Canal 22, ellos pueden licitar la señal con los medios que mejor paguen, lo cual dotaría de recursos económicos nunca antes vistos para un canal de televisión pública en México.
Lo anterior no se queda en lo utópico, pues como ya se señaló, esa es una forma como la televisión pública británica o española se hacen de recursos monetarios; aplicar tal medida sería otra forma de ir contra el poder monopólico de la televisión en México.
Aquí lo utópico es que el Estado actúe de esa forma en pro de la competencia e igualdad entre todos los actores involucrados en el mercado de las telecomunicaciones.
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