martes, 4 de junio de 2013

Ernesto Guevara y los derivados de la industria azucarera

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Por Roberto Salomón *
Imagen activaLa Habana (PL) El estudio y aprovechamiento integral de los subproductos de la industria azucarera en Cuba tiene una frontera bien definida: antes y después del triunfo revolucionario en 1959.
Las condiciones socioeconómicas imperantes en el país constituían un freno al desarrollo de los derivados, aunque existían algunas producciones de alcohol y papel.

Creado por el Comandante Ernesto Guevara (Che) hace cinco décadas, en su condición entonces de Ministro de Industrias, el Instituto Cubano de Investigaciones de los Derivados de la Caña de Azúcar (Icidca) realizó más de 250 proyectos de desarrollo con aplicación en diversos campos de la economía.

Ese constituyó uno de los aportes de la institución reconocidos en fecha reciente, en el contexto de las actividades por la fundación del centro, el 23 de mayo de 1963.

Fue un momento especial en el que se recordaron las palabras del líder de la Revolución, Fidel Castro, quien desde fecha muy temprana diría que "â�� el futuro de nuestra patria tiene que ser un futuro de hombres de ciencia, de hombres de pensamientoâ��".

El legendario guerrillero diría en aquella fecha: "Llegará el día en que los derivados de la caña de azúcar tengan tanta importancia para la economía nacional como la que hoy tiene el azúcar".

Según relatan compañeros vinculados al Che, al conocer este de las características y potencialidades de la caña, percibió que se podían desarrollar a partir de esa gramínea un número importante de rubros de gran valor, los cuales permitieran depender no solo de la sacarosa como producto de exportación, durante mucho tiempo sometido a condiciones desfavorables del mercado y los precios.

Cuentan algunos que el Che Guevara se informó del saber más avanzado en el campo de los derivados, de los conocimientos profesionales de sus compañeros más allegados y tuvo en cuenta las propias experiencias de trabajo.

En los momentos de dar forma al nuevo instituto de investigaciones, surgían opiniones que favorecían establecer una organización para la tecnología azucarera, lo cual era lo más importante para la economía del país en aquel entonces, e incorporarle como algo adicional las investigaciones de los derivados.

Sin embargo, prevaleció el criterio del Che, de crear lo que fue en esos momentos y durante mucho tiempo el Icidca, y en su seno disponer de una división de tecnología azucarera, la cual en algunos años más daría lugar al Instituto Cubano de Investigaciones Azucareras (Icinaz).

Tiempo después, por la propia dinámica de desarrollo de las investigaciones devino además la construcción de la planta de papel periódico Unidad de Investigación y Producción de Pulpa y Papel, Cuba-nueve, financiada por el gobierno cubano y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

De manera que el Icidca fue concebido como el instituto de investigación científica y tecnológica que contribuiría a hacer realidad las potencialidades reconocidas en los derivados de la caña, sin desmedro de la producción de azúcar.

Como señalara su director general, Luis O. Galvez, en el 50 aniversario del centro, al momento de creado no se contaba en el país con antecedentes de investigaciones de valor tecnológico en ese campo.

Solamente, de manera muy limitada, de algunos químicos, quienes habían incursionado en su mayoría en trabajos relacionados con la búsqueda de celulosa y pulpa química de bagazo.

No obstante, en la isla se había alcanzado un incipiente desarrollo industrial en algunos derivados, particularmente con tecnologías foráneas, en los campos del alcohol, ron y alimento animal, entre otros.

El Icidca fue establecido en las instalaciones del ICIT ( Instituto Cubano de Investigaciones Tecnológicas), centro creado de forma apresurada por la dictadura de Fulgencio Batista en 1954, bajo las presiones de las recomendaciones de la comisión Truslow del gobierno de Estados Unidos, que visitó Cuba para proponer un programa de desarrollo económico del país.

Sin embargo, ese centro, según se ha reconocido, estuvo lejos de tener una estrategia científica; sus facilidades de laboratorio y de recursos humanos eran limitados, con conocimientos y experiencias insuficientes, y se investigaba en temas que muchas veces no respondían a las necesidades de la isla.

Con estos antecedentes comenzó a andar el Icidca, urgido de las respuestas a las misiones que le había encargado el Che. Fue menester definir los objetivos inmediatos demandados por el desarrollo de la diversificación, ordenar los medios científicos disponibles y lo más importante, incorporar los profesionales preparados para la tarea de investigar.

DESPEGUE DE LOS DERIVADOS

Gracias al apoyo del país, Cuba llegó a tener en la década de 1980 una de las industrias de los derivados más importantes del mundo, con un espectro de diversificación que incluía alrededor de 35 producciones diferentes, las cuales satisfacían necesidades de numerosas industrias.

Se disponía de numerosas instalaciones productoras de alcohol, levadura torula, miel proteica, tableros y alimento animal (la rama aportaba en el período de seca cerca de cuatro millones de toneladas de nutrientes a la ganadería vacuna), además de uno de los mayores conocimientos en el ámbito de la diversificación a escala global.

Desafortunadamente las condiciones del llamado período especial infringieron un duro golpe a la agroindustria y como parte de ella a los derivados, pues hubo que paralizar muchas plantas y esperar por épocas mejores en las cuales pudiera comenzar su recuperación al calor de la reanimación económica del país.

Según destacó Gálvez, el Icicda cuenta hoy con un centro de referencia de alcoholes, y otro para el estudio y tratamiento de efluentes y medio ambiente, además de una amplia gama de productos acorde con las necesidades económicas del país, buena parte de ellos con el desarrollo de la producción agrícola nacional.

Un grupo importante de estos favorece el desarrollo acelerado de las semillas -tal es el caso del Fitomas-, otros adelantan la floración y mejoran las condiciones de la materia prima para su cosecha y son utilizados por el Grupo Empresarial Azcuba, el Ministerio de Agricultura y la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, entre otros.

Con sus aciertos y desaciertos, como toda entidad en un largo período, el Icidca (que recibe en su seno nuevamente al Icinaz y Cuba-9 tras surgir Azcuba), ha hecho importantes aportes en conocimientos, transferencia de tecnología y es ampliamente conocido en la región y el mundo.

El presidente de Azcuba, Orlando García, significa que esa institución simboliza el ideario del líder cubano Fidel castro y del Che en la diversificación de la caña de azúcar, materia prima renovable que puede dar solución a principales problemas que aquejan a la humanidad: alimentación, energía y medio ambiente.

La institución cuenta con experiencia y fuerza capacitada, remarcó, y llamó a rescatar la disciplina tecnológica y la eficiencia azucarera. Como declarara recientemente a Prensa Latina el director general de la organización Internacional del Azúcar (OIA), el alemán Peter Baron, el azúcar es actualmente un producto más de la caña, que aporta otros elementos tan importantes como energía eléctrica, combustibles, alcoholes y muchos más.

La diversificación es la palabra mágica en este sector y todo en el que en él quiera subsistir, tendrá que diversificar, subrayó el ejecutivo de la OIA, la cual agrupa a más de 80 naciones.

*Periodista de la redacción de Economía de Prensa Latina.

arb/rs

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