Por Roberto Salomón * La
Habana (PL) El estudio y aprovechamiento integral de los subproductos
de la industria azucarera en Cuba tiene una frontera bien definida:
antes y después del triunfo revolucionario en 1959.
Las condiciones socioeconómicas imperantes en el país constituían un
freno al desarrollo de los derivados, aunque existían algunas
producciones de alcohol y papel.
Creado por el Comandante
Ernesto Guevara (Che) hace cinco décadas, en su condición entonces de
Ministro de Industrias, el Instituto Cubano de Investigaciones de los
Derivados de la Caña de Azúcar (Icidca) realizó más de 250 proyectos de
desarrollo con aplicación en diversos campos de la economía.
Ese
constituyó uno de los aportes de la institución reconocidos en fecha
reciente, en el contexto de las actividades por la fundación del centro,
el 23 de mayo de 1963.
Fue un momento especial en el que se
recordaron las palabras del líder de la Revolución, Fidel Castro, quien
desde fecha muy temprana diría que "â�� el futuro de nuestra patria
tiene que ser un futuro de hombres de ciencia, de hombres de
pensamiento�".
El legendario guerrillero diría en aquella
fecha: "Llegará el día en que los derivados de la caña de azúcar tengan
tanta importancia para la economía nacional como la que hoy tiene el
azúcar".
Según relatan compañeros vinculados al Che, al conocer
este de las características y potencialidades de la caña, percibió que
se podían desarrollar a partir de esa gramínea un número importante de
rubros de gran valor, los cuales permitieran depender no solo de la
sacarosa como producto de exportación, durante mucho tiempo sometido a
condiciones desfavorables del mercado y los precios.
Cuentan
algunos que el Che Guevara se informó del saber más avanzado en el campo
de los derivados, de los conocimientos profesionales de sus compañeros
más allegados y tuvo en cuenta las propias experiencias de trabajo.
En los momentos de dar forma al nuevo instituto de investigaciones,
surgían opiniones que favorecían establecer una organización para la
tecnología azucarera, lo cual era lo más importante para la economía del
país en aquel entonces, e incorporarle como algo adicional las
investigaciones de los derivados.
Sin embargo, prevaleció el
criterio del Che, de crear lo que fue en esos momentos y durante mucho
tiempo el Icidca, y en su seno disponer de una división de tecnología
azucarera, la cual en algunos años más daría lugar al Instituto Cubano
de Investigaciones Azucareras (Icinaz).
Tiempo después, por la
propia dinámica de desarrollo de las investigaciones devino además la
construcción de la planta de papel periódico Unidad de Investigación y
Producción de Pulpa y Papel, Cuba-nueve, financiada por el gobierno
cubano y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
De
manera que el Icidca fue concebido como el instituto de investigación
científica y tecnológica que contribuiría a hacer realidad las
potencialidades reconocidas en los derivados de la caña, sin desmedro de
la producción de azúcar.
Como señalara su director general,
Luis O. Galvez, en el 50 aniversario del centro, al momento de creado no
se contaba en el país con antecedentes de investigaciones de valor
tecnológico en ese campo.
Solamente, de manera muy limitada, de
algunos químicos, quienes habían incursionado en su mayoría en trabajos
relacionados con la búsqueda de celulosa y pulpa química de bagazo.
No obstante, en la isla se había alcanzado un incipiente desarrollo
industrial en algunos derivados, particularmente con tecnologías
foráneas, en los campos del alcohol, ron y alimento animal, entre otros.
El Icidca fue establecido en las instalaciones del ICIT ( Instituto
Cubano de Investigaciones Tecnológicas), centro creado de forma
apresurada por la dictadura de Fulgencio Batista en 1954, bajo las
presiones de las recomendaciones de la comisión Truslow del gobierno de
Estados Unidos, que visitó Cuba para proponer un programa de desarrollo
económico del país.
Sin embargo, ese centro, según se ha
reconocido, estuvo lejos de tener una estrategia científica; sus
facilidades de laboratorio y de recursos humanos eran limitados, con
conocimientos y experiencias insuficientes, y se investigaba en temas
que muchas veces no respondían a las necesidades de la isla.
Con
estos antecedentes comenzó a andar el Icidca, urgido de las respuestas a
las misiones que le había encargado el Che. Fue menester definir los
objetivos inmediatos demandados por el desarrollo de la diversificación,
ordenar los medios científicos disponibles y lo más importante,
incorporar los profesionales preparados para la tarea de investigar.
DESPEGUE DE LOS DERIVADOS
Gracias
al apoyo del país, Cuba llegó a tener en la década de 1980 una de las
industrias de los derivados más importantes del mundo, con un espectro
de diversificación que incluía alrededor de 35 producciones diferentes,
las cuales satisfacían necesidades de numerosas industrias.
Se
disponía de numerosas instalaciones productoras de alcohol, levadura
torula, miel proteica, tableros y alimento animal (la rama aportaba en
el período de seca cerca de cuatro millones de toneladas de nutrientes a
la ganadería vacuna), además de uno de los mayores conocimientos en el
ámbito de la diversificación a escala global.
Desafortunadamente
las condiciones del llamado período especial infringieron un duro golpe
a la agroindustria y como parte de ella a los derivados, pues hubo que
paralizar muchas plantas y esperar por épocas mejores en las cuales
pudiera comenzar su recuperación al calor de la reanimación económica
del país.
Según destacó Gálvez, el Icicda cuenta hoy con un
centro de referencia de alcoholes, y otro para el estudio y tratamiento
de efluentes y medio ambiente, además de una amplia gama de productos
acorde con las necesidades económicas del país, buena parte de ellos con
el desarrollo de la producción agrícola nacional.
Un grupo
importante de estos favorece el desarrollo acelerado de las semillas
-tal es el caso del Fitomas-, otros adelantan la floración y mejoran las
condiciones de la materia prima para su cosecha y son utilizados por el
Grupo Empresarial Azcuba, el Ministerio de Agricultura y la Asociación
Nacional de Agricultores Pequeños, entre otros.
Con sus
aciertos y desaciertos, como toda entidad en un largo período, el Icidca
(que recibe en su seno nuevamente al Icinaz y Cuba-9 tras surgir
Azcuba), ha hecho importantes aportes en conocimientos, transferencia de
tecnología y es ampliamente conocido en la región y el mundo.
El presidente de Azcuba, Orlando García, significa que esa institución
simboliza el ideario del líder cubano Fidel castro y del Che en la
diversificación de la caña de azúcar, materia prima renovable que puede
dar solución a principales problemas que aquejan a la humanidad:
alimentación, energía y medio ambiente.
La institución cuenta
con experiencia y fuerza capacitada, remarcó, y llamó a rescatar la
disciplina tecnológica y la eficiencia azucarera. Como declarara
recientemente a Prensa Latina el director general de la organización
Internacional del Azúcar (OIA), el alemán Peter Baron, el azúcar es
actualmente un producto más de la caña, que aporta otros elementos tan
importantes como energía eléctrica, combustibles, alcoholes y muchos
más.
La diversificación es la palabra mágica en este sector y
todo en el que en él quiera subsistir, tendrá que diversificar, subrayó
el ejecutivo de la OIA, la cual agrupa a más de 80 naciones.
*Periodista de la redacción de Economía de Prensa Latina.
arb/rs |
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