Las brújulas para los futuros viajes interplanetarios
Collage: La Vopz de Rusia
Pues bien, radioastrónomos alemanes
propusieron emplear, como faros naturales, púlsares, estrellas de
neutrones que giran velozmente hasta cientos de vueltas por segundo.
Esta
estrella de neutrones, pulsar, envía una poderosa radiación
electromagnética en forma de un rayo tenue que con cada giro “roza” por
un instante la Tierra. Y en esta los aparatos de medición registran los
cortos impulsos, en diapasones de radio, de luz y en rayos equis. Cuando
en 1967 un radiotelescopio recibió por primera vez las señales del
pulsar, todos perdieron el habla. Los científicos pensaron que eran
señales enviadas por una inteligencia extraterrestre. Y desde entonces,
han sido descubiertas unas dos mil estrellas pulsar. Sus impulsos pueden
ser tanto frecuentes como más lentos pero todo se repite con una
elevada periodicidad. Y en esta propiedad se basa justamente la idea de
los científicos del Instituto de Radioastronomía Max Planck, de Bonn. A
saber, la de determinar la ubicación de un aparato, incluso más allá del
Sistema Solar.
El principio es el siguiente. Para la
navegación se necesitan no menos de tres pulsar en distintos puntos del
cielo. Las señales de cada uno tienen su particularidad. En dependencia
de, en qué punto del cosmos vuela la nave, las “señales” de cada una de
las tres estrellas llegarán hasta ella con un cierto atraso con respecto
a su llegada anteriormente establecida y que conoce el ordenador del
aparato. Las demoras comparadas entre sí sirven para calcular las
coordenadas del aparato en el espacio, y cónstese que los sistemas GPS y
GLONASS trabajan por un sistema parecido. Los alemanes aseveran que la
ubicación de la nave será posible conocer con una precisión de hasta
cinco kilómetros. El jefe del Departamento de Física y de Evolución de
las Estrellas del Instituto de Astronomía de la Academia Nacional de
Ciencias, Dmitri Vebe, considera bien probable esta cifra:
—Pienso
que en esto no hay nada increíble. Cinco kilómetros es una distancia
bastante respetable. Está claro que ella será alcanzable en todo el
Sistema Solar. Las dimensiones de este son insignificantes en
comparación con las distancias interestelares. La ubicación concreta en
el Sistema Solar no significa mucho.
Hace unas
cuanta décadas que viene empleándose un método distinto, el del radar,
para calcular la trayectoria del movimiento de los planetas y enviar
hasta ellos estaciones automáticas. Por este se traza un modelo
matemático que augura como van a desplazarse los planetas en el espacio.
Este puede ser combinado con la idea de los alemanes, supone Vladímir
Surdin, docente de la sección de Astronomía de la Facultad de física de
la Universidad Lomonosov:
—Es necesario instalar
este modelo en la computadora del aparato espacial, de manera que
siempre va a saber dónde está el planeta. Aunque, el aparato espacial
mismo no siempre sabe dónde se encuentra. Para ello son necesarios
justamente los pulsar. Ellos informan dónde está la nave espacial,
mientras que en el programa de la computadora está la información de
dónde se encuentra en este momento el planeta. Y sabe todo para dirigir
el vuelo de la nave.
Por ejemplo, la nave necesita
abastecerse de combustible del depósito de un cuerpo celeste ubicado en
un anillo de asteroides. ¿Cómo encontrar el camino hasta él? En ese
caso, el sistema de navegación es de necesidad vital.
Vadim
Surdin indicaba que un sinnúmero de dificultades entorpece la creación
de tal sistema. El que se decidiera tomar justamente el componente de
rayos equis de la señal es correcto, debido a que su óptica es
relativamente pequeña. Caso contrario habría que recurrir a antenas de
radio de decenas de metros. Sin embargo, en el cosmos son pocos los
quantum de rayos equis, no llegan siempre y para su recepción se
necesitaría un voluminoso aparato sensible. En tanto, el peso es un
problema para toda nave espacial. Pero, eso se soluciona, ya que las
nuevas tecnologías crean dispositivos cada vez más compactos, como lo
hemos venido constatando en las últimas décadas.
sb/mo/er
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