martes, 18 de junio de 2013

Turquía y la democracia

Turquía y la democracia

Hace unos años la victoria de Recep Tayyip Erdogan en las elecciones de Turquía fue considerada un hito importante para una normalización de este país, para una adecuación entre el secularismo impuesto manu militari por el fundador de la Turquía moderna, Mustafá Kemal “Attaturk”, y un sentimiento religioso en amplias capas de la población. Porque aunque Turquía se secularizó por decreto, los intentos de imponer el laicismo desde arriba nunca han funcionado; y si no, hay está el ejemplo del último shah de Irán para corroborarlo.
Quizás el libro que mejor refleja esa dicotomía entre la Turquía republicana y laica pero sometida al control militar y la Turquía tradicional sometida al atávico orden moral islamista es la novela Nieve, del premio Nobel de Literatura Orham Pamuk.
Después de décadas de férreas dictaduras militares y de imposición de un ejército turco que se había convertido en detentador del poder y en especialista en todo tipo de golpes de Estado, llegó la marea islamista de Erdogán. Era un islamismo moderado, apegado más a las razones consuetudinarias que a la imposición de la ley islámica. Y al principio supo mantener el complicado equilibrio entre la Turquía laica, enraizada en las zonas europeizadas de Estambul, y la Turquía islámica de la Anatolia y el Estambul profundos.
Pero ese difícil y frágil equilibrio parece haberse roto en los últimos días, en los que Estambul vive un movimiento de protestas como no se había conocido en las últimas décadas. El origen de esas protestas está en la construcción de un inmenso centro comercial en un parque  de la antigua capital otomana. Un asunto aparentemente ecologista. Pero a medida que pasan los días, que se enconan las posturas y que la violencia, sobre todo la violencia policial, hace acto de presencia, se tiene la sensación de que la crisis es más profunda.
Erdogán no parece haberlo entendido. El primer ministro turco ha acabado recurriendo a la misma justificación que recurren casi todos los gobiernos del mundo cuando no quieren darse cuenta de que hay asuntos de calado detrás de las protestas. Erdogán ha afirmado que se trata de un movimiento violento y ha llamado terroristas a quienes lo secundan. Hace ya muchos años que muchos gobiernos utilizan el término “terrorista” para descalificar a quienes no comulgan con sus ruedas de molino. ¿Son terroristas los jóvenes turcos que protestan en Estambul? Resulta difícil creerlo.
Lo más irónico es que hace solo unos años los militares turcos utilizaban el mismo calificativo, terrorista, para definir a los movimientos islamístas (también a los kurdos, pero esa es otra historia), incluido el partido de Erdogán, que se oponían a la dictadura turca y al laicismo obligatorio. Pensábamos que se había logrado un equilibrio pero probablemente ha sido un espejismo. Solo parece valer dictadura militar o dictadura islamista.¿Defiende alguien, además de los jóvenes en las calles, la democracia en Turquía?
fran.sevilla@rtve.es

No hay comentarios.:

Publicar un comentario