Preocupa a Brasil la seguridad del papa Francisco
AP
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Por JENNY BARCHFIELD y BRADLEY BROOKS
Publicado: 22/07/2013 07:00 EDT | Actualizado: 22/07/2013 08:18 EDT
Sin embargo, la visita de siete días del pontífice, de 76 años, representa un inusual desafío de seguridad para las autoridades brasileñas.
En su primer viaje al extranjero como papa, Francisco estableció gran parte de su agenda en el país católico más grande del mundo en torno a eventos importantes que lo colocan en el centro de entornos impredecibles y potencialmente caóticos sin la protección del papamóvil blindado que usaron sus dos predecesores.
El jueves el papa visitará una pequeña capilla fundada en 1971 en el barrio marginal de Varginha, una de las más de mil favelas que hay en las montañas de Río. Muchos de estos barrios son controlados por peligrosas bandas de narcotraficantes o grupos de autodefensa integrados por policías y bomberos, tanto en funciones como retirados. Las autoridades invadieron Varginha en enero para sacar a los traficantes, pero las pandillas son todavía una presencia oscura en el lugar.
Al día siguiente, Francisco estará en la playa de Copacabana para recorrer las Estaciones de la Cruz entre un millón de jóvenes católicos que se espera se congreguen para las festividades del Día Mundial de la Juventud. Los funcionarios del Vaticano han dicho que recorrerá la playa flanqueado por miles de devotos en un vehículo descapotable, un plan que pondrá en estado de alerta a los miles de policías y soldados destacados para protegerlo y requerirá más efectivos de seguridad vestidos de civil.
Los ministros de Justicia y Defensa de Brasil, junto con un alto jefe castrense, exhortaron al papa a usar el papamóvil blindado, pero el Vaticano respondió que a Francisco le gusta entrar y salir del vehículo para saludar a los fieles, lo cual no sería posible en el vehículo más protegido.
"El blindaje disminuiría nuestras preocupaciones, sería mejor si lo usara", dijo el general José Abreu, el oficial que supervisa la participación del ejército en el plan de seguridad. "Es una decisión personal y la respetaremos, pero no es ni remotamente agradable para las fuerzas de seguridad".
En la mente de todos están las masivas protestas antigubernamentales, a veces violentas, que sacudieron al país el mes pasado. El lunes, menos de una semana antes de la llegada de Francisco, las protestas continuaban, aunque con la participación de menos personas.
La semana pasada, en una pequeña protesta en Leblon, uno de los barrios más elegantes de Río, hubo saqueos y destrucción; los manifestantes rompieron vidrieras, dañaron señales de tránsito e incendiaron montones de basura.
Están previstas un puñado de protestas. Si hay brotes de violencia cerca del papa, el mundo podría ver una vez más imágenes de manifestantes envueltos en nubes de gas lacrimógeno, granadas de aturdimiento rebotando en los edificios señoriales y balas de goma zumbando por el aire.
José Beltrame, el principal funcionario de seguridad del estado de Río de Janeiro que supervisa la Policía que contrarrestará las protestas violentas, dijo que está seguro de que sus agentes "están preparados para recibir al papa" porque conocen su agenda y tienen un plan.
Sin embargo, Beltrame reconoció que las protestas son un factor desconocido y que será necesario hacer frente a cada manifestación de manera diferente, dependiendo de cómo se desarrolle.
"Los desafíos de las protestas son diferentes. La policía tiene que ser flexible y adaptarse, porque no hay una agenda coordinada (de protestas)", dijo. "Estamos atentos, pero todo dependerá de cómo y cuándo se produzcan, y esa información no la tenemos del todo".
Joe Biundini, un brasileño que fue infante de Marina de Estados Unidos y dirige la empresa de seguridad FAM International Group, advirtió que mucho dependerá de la respuesta policial a las posibles protestas.
"Si la policía hace algo estúpido, como atacar a los manifestantes violentamente, eso podría causar problemas muy graves", dijo Biundini.
Los funcionarios de seguridad han dicho que el mayor reto será la seguridad en dos eventos masivos del papa en la playa de Copacabana, de 4 kilómetros (2,5 millas) de largo. Sin embargo, insisten en que tienen experiencia en el manejo de grandes multitudes y apuntan a una serie de conciertos que han atraído a Copacabana a números igualmente masivos de espectadores.
Sin duda los ataques con bomba en el Maratón de Boston en abril, que dejaron un saldo de tres muertos y 264 heridos, aumentaron la sensibilidad sobre los peligros potenciales de este tipo de eventos. Sin embargo, la policía brasileña dijo que no habrá puntos de control o revisiones de los bolsos de la multitud que se congregará en Copacabana, medidas de seguridad adoptadas en otros eventos.
No obstante, eso no significa que los brasileños no vayan a hacer una demostración de fuerza.
Unos 10.000 policías y más de 14.000 soldados estarán en servicio durante la visita del papa, y seis aviones militares brasileños ofrecerán transporte al pontífice. Los helicópteros permitirán que Francisco evada el tráfico de Río, así como los peligros de los viajes por tierra.
Cerca de 100 torres de vigilancia también permitirán a la policía controlar a alrededor de 1,5 millones de personas que se espera que asistan a otro evento de masas: la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud en el barrio rural de Guaratiba, unos 50 kilómetros (30 millas) al oeste de Copacabana, en las afueras de Río.
Se espera que el gobierno federal y los gobiernos estatales y locales gasten alrededor de 52 millones de dólares en la seguridad y medidas logísticas para la visita del papa.
A pesar de estas cifras, el itinerario de Francisco hará que en algunos puntos quede fuera del alcance de todos exceptuando su equipo de seguridad inmediata, con lo que confiará gran parte de su protección a la multitud de fieles. Los expertos han advertido que un ataque solitario podría ser la amenaza más grave.
"Gran parte de la seguridad del papa estará a cargo del pueblo brasileño" mismo, dijo el secretario general de la Presidencia, Gilberto Carvalho.
Biundini dijo que la visita ofrecerá un escenario tentador a los manifestantes que buscan una audiencia mundial.
"Por un lado, el papa es una figura muy respetada en Brasil, que por supuesto es un país de mayoría católica", dijo. "Por otro lado, todos los ojos van a estar puestos en Brasil, por lo que la visita del papa sería una plataforma muy atractiva para que los grupos transmitan sus mensajes".
Para el gobierno de Brasil, la visita del papa es una prueba de la celebración del Mundial de fútbol el año próximo y los Juegos Olímpicos de 2016, que también atraerán a millones de visitantes del país.
Como parte de los preparativos, soldados brasileños invadieron una franja de favelas de Río para expulsar a las bandas de narcotraficantes y restablecer su autoridad.
En gran parte debido a la violencia en las favelas, Brasil tiene una de las tasas de homicidios más altas del mundo, que se ha duplicado en las últimas tres décadas, según un nuevo informe.
Sin embargo, en una visita reciente a la barriada que visitará Francisco sólo había dos policías a pocos metros de la capilla donde rezará. Los jóvenes advirtieron a los periodistas no tomar fotos de ciertas áreas en que los traficantes de drogas continuaban activos, una práctica normal en los barrios pobres que aún no se han pacificado.
Varginha es una de las favelas más pequeñas de Río, una zona triangular y polvorienta ubicada entre dos canales putrefactos de aguas negras. En el tercer flanco está una carretera muy transitada y un ruidoso tren elevado de cercanías.
La policía brasileña no ha revelado cómo asegurará la favela cuando llegue el papa Francisco, limitándose a decir que la Policía Militar se encargará de la tarea. Sin embargo, los alrededores de la favela alivian hasta cierto punto las preocupaciones de seguridad ya que el agua actúa como barrera natural y sólo hay acceso a la zona mediante dos caminos, ubicados a 300 metros de distancia entre sí.
Pese a los múltiples retos, funcionarios municipales han dejado en claro que celebran la visita de Francisco, el primer papa latinoamericano. Sin embargo, también se sentirán aliviados cuando ya no sean responsables de su seguridad en un terreno tan complicado.
"Todo es preocupante", dijo el alcalde, Eduardo Paes. "Cuando pienso que en Copacabana hay dos conciertos de Año Nuevo en la misma semana y luego, cuando piensas que puedes irte a casa y descansar, tienes otra fiesta de Año Nuevo en Guaratiba, te puedes imaginar que esto es algo que ha requerido un gran esfuerzo de nuestra parte".