Fausto Vallejo se vio orillado a dejar el gobierno de
Michoacán. Su permanencia en el cargo se fue haciendo insostenible por
su salud, pero también por el grado de involucramiento con el crimen de
diversos actores de la sociedad.
La gota que derramó el vaso fue la fotografía de su hijo Rodrigo Vallejo Mora con Servando Gómez La Tuta, quien es el líder de Los Caballeros Templarios.
El todavía gobernador Vallejo trató de controlar el daño argumentado
que muchas personas fueron obligadas a reunirse con los maleantes, y que
ello no necesariamente implicaba culpabilidad alguna.
Sin duda trataba de escapar a la avalancha de críticas por las
supuestas actividades de su hijo y por lo que se podía desatar en el
futuro. La argumentación de Vallejo, que es cierta en buena medida,
tenía una debilidad:
nunca se presentó denuncia por la reunión de Vallejo Mora y se habría
tratado de “un levantón”.
Las autoridades ya investigan al hijo del mandatario y lo que se
pueda desprender de la fotografía. En los proximos días sabremos si hay
más indicios que trasciendan a los de una relación casual.
Sin embargo, todo el mundo recuerda lo que ocurrió con Jesús Reyna
el ex secretario de Gobierno, que en la actualidad se encuentra recluido
en un penal por sus presuntos vínculos con el crimen organizado.
Lo de Vallejo Mora, sin embargo, se puede tornar más complicado,
porque el problema habría llegado a la propia morada del gobernador.
La suerte de Vallejo terminará por ser una de las grandes tragedias de la política mexicana.
Llegó al gobierno despertando esperanza y en contraste con una de las
administraciones más nocivas de la historia, la del perredista Leonel
Godoy Rangel.
Vallejo cargaba con el oficio de alcalde de Morelia en diversas ocasiones y con una amplia aceptación entre sus paisanos.
Si hay una coincidencia es que se trata de un político decente.
El problema es que el huevo de la serpiente ya estaba anidado y la
descomposición había penetrado en la vida pública hasta niveles
insospechados, inclusive para los rangos de ese estado tan maltratado.
Se va Vallejo, pero sería importante que se hiciera una revisión
profunda de los últimos años, para tener claro en dónde iniciaron las
traiciones a una sociedad que no se merece lo que está ocurriendo.
No puede haber borrón y cuenta nueva, porque la impunidad permitiría
que la estructura de protección de Los Caballeros Templarios se
reactivara tarde o temprano.
Michoacán requiere conocer la verdad para dimensionar con claridad el
daño que le fue infringido y el nivel de densidad criminal.
La Tuta, en el largo proceso de debilitamiento,
carga consigo con todo un archivo de encuentros y acuerdos que pueden
ser todavía explosivos.
Son, a fin de cuentas, las últimas armas que están a su alcance.
Sus enemigos, sobre todo en las autodefensas, también han ido accediendo a este tipo de materiales.
El propio Vallejo se refirió a ello hace algunos días y dejó claro que las revelaciones estaban lejos de terminar.
julian.andrade@razon.com.mx
Twitter: @jandradej |
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