Alemania descubre a un segundo presunto espía al servicio de EE UU
La fiscalía investiga a un militar acusado de revelar información secreta a Estados Unidos
Luis Doncel
Berlín
Un nuevo escándalo de espionaje estalló el miércoles en Berlín,
cuando aún no se había extinguido el reguero de indignación que dejó el
agente de los servicios secretos alemanes que vendió información
confidencial a la Embajada estadounidense. La fiscalía federal alemana
ha confirmado el registro del domicilio y el despacho en el Ministerio
de Defensa en Berlín de una persona sospechosa de haber trabajado como
espía para Washington. Fuentes militares consultadas por varios medios
aseguran que este segundo caso podría ser de mucha mayor importancia que el descubierto la semana pasada.
Este nuevo escollo en las relaciones transatlánticas supone una vuelta de tuerca más en la presión que sufre la canciller para que tome medidas de represalia. Angela Merkel rehusó confirmar la noticia, pero su portavoz reconoció, como ya había hecho el pasado viernes, que se trata de un asunto “muy serio”. “Tenemos profundas diferencias con EE UU sobre la forma de equilibrar la necesaria seguridad y los derechos civiles”, añadió. “Las actividades de espionaje se han convertido en una verdadera carga en las relaciones germano-americanas. Les recomiendo que pongan de una vez las cartas sobre la mesa y acaben con estas prácticas”, declaraba Thomas Oppermann, jefe del grupo parlamentario del Partido Socialdemócrata, el socio menor en el Gobierno de coalición de Merkel.
Por segunda vez en cinco días, el embajador de EE UU en Berlín, John B. Emerson, se reunió el miércoles con altos cargos del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán. Un portavoz del Gobierno aclaró que, a diferencia del encuentro del pasado viernes, en esta ocasión la iniciativa de acudir al ministerio a dar explicaciones de lo ocurrido surgió del propio embajador. El director de la CIA, John Brennan, también llamó por teléfono al coordinador de los servicios secretos alemanes, Klaus-Peter Fritsche, quien depende directamente de la canciller, para intentar “minimizar los daños”, según el semanario Der Spiegel.
Los detalles llegan con cuentagotas. No está claro si el presunto espía sería un militar o un empleado civil del Ministerio de Defensa. Aún no se ha efectuado ninguna detención. Spiegel Online informaba el miércoles de que las sospechas apuntan a un empleado del departamento ministerial de Política de Seguridad.
Lo que es evidente es que la indignación por estas prácticas no cesa de crecer. La detención del doble agente sorprendió todavía más cuando se supo que parte de la información que vendía a la CIA estaba relacionada con el comité parlamentario creado en abril del año pasado precisamente para investigar las escuchas estadounidenses a, entre otras personas, la canciller Merkel. Ahora, el Ministerio de Defensa admite que la investigación se está desarrollando en sus propias instalaciones y que se toma “muy en serio” el nuevo caso de presunto espionaje.
“Merkel expresa su rechazo a estas actividades, pero no quiere poner en peligro la cooperación con uno de sus socios más importantes. Pero más interesante aún es lo que ocurre en la sociedad. Cómo la desconfianza hacia los americanos está creciendo en la población alemana”, explica Werner Weidenfeldt, director del Centro de Investigación Política Aplicada. ¿Podría esta animadversión poner en peligro el tratado de libre comercio que la UE negocia con EE UU? “Ese acuerdo nunca ha sido popular entre la población. Pero los sucesos de estos días, unidos a las escuchas conocidas el año pasado, han irritado a la gente y van a hacer que esas negociaciones sean todavía más impopulares. La coyuntura para sacarlo adelante va a ser peor todavía que la de antes”, responde este politólogo en conversación telefónica desde Múnich.
Hoy volverá a reunirse el comité parlamentario que investiga las escuchas estadounidenses. Allí, los diputados analizarán los nuevos indicios facilitados por la fiscalía. Pero, como han señalado en estos últimos días diversos analistas y políticos, la pelota está en el tejado de Merkel. Solo ella puede decidir si da un golpe de efecto o continúa aferrándose a los resultados de la investigación judicial para ganar tiempo. Algunos políticos alemanes han hablado de expulsar a personal diplomático americano en Berlín. Ya amagaron con esa medida el año pasado cuando saltó el escándalo de las escuchas a Merkel reveladas por el exanalista de inteligencia de la NSA Edward Snowden, que el miércoles pidió que se le amplie un año el estatus de asilado en Rusia.
Este nuevo escollo en las relaciones transatlánticas supone una vuelta de tuerca más en la presión que sufre la canciller para que tome medidas de represalia. Angela Merkel rehusó confirmar la noticia, pero su portavoz reconoció, como ya había hecho el pasado viernes, que se trata de un asunto “muy serio”. “Tenemos profundas diferencias con EE UU sobre la forma de equilibrar la necesaria seguridad y los derechos civiles”, añadió. “Las actividades de espionaje se han convertido en una verdadera carga en las relaciones germano-americanas. Les recomiendo que pongan de una vez las cartas sobre la mesa y acaben con estas prácticas”, declaraba Thomas Oppermann, jefe del grupo parlamentario del Partido Socialdemócrata, el socio menor en el Gobierno de coalición de Merkel.
Por segunda vez en cinco días, el embajador de EE UU en Berlín, John B. Emerson, se reunió el miércoles con altos cargos del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán. Un portavoz del Gobierno aclaró que, a diferencia del encuentro del pasado viernes, en esta ocasión la iniciativa de acudir al ministerio a dar explicaciones de lo ocurrido surgió del propio embajador. El director de la CIA, John Brennan, también llamó por teléfono al coordinador de los servicios secretos alemanes, Klaus-Peter Fritsche, quien depende directamente de la canciller, para intentar “minimizar los daños”, según el semanario Der Spiegel.
Los detalles llegan con cuentagotas. No está claro si el presunto espía sería un militar o un empleado civil del Ministerio de Defensa. Aún no se ha efectuado ninguna detención. Spiegel Online informaba el miércoles de que las sospechas apuntan a un empleado del departamento ministerial de Política de Seguridad.
Lo que es evidente es que la indignación por estas prácticas no cesa de crecer. La detención del doble agente sorprendió todavía más cuando se supo que parte de la información que vendía a la CIA estaba relacionada con el comité parlamentario creado en abril del año pasado precisamente para investigar las escuchas estadounidenses a, entre otras personas, la canciller Merkel. Ahora, el Ministerio de Defensa admite que la investigación se está desarrollando en sus propias instalaciones y que se toma “muy en serio” el nuevo caso de presunto espionaje.
“Merkel expresa su rechazo a estas actividades, pero no quiere poner en peligro la cooperación con uno de sus socios más importantes. Pero más interesante aún es lo que ocurre en la sociedad. Cómo la desconfianza hacia los americanos está creciendo en la población alemana”, explica Werner Weidenfeldt, director del Centro de Investigación Política Aplicada. ¿Podría esta animadversión poner en peligro el tratado de libre comercio que la UE negocia con EE UU? “Ese acuerdo nunca ha sido popular entre la población. Pero los sucesos de estos días, unidos a las escuchas conocidas el año pasado, han irritado a la gente y van a hacer que esas negociaciones sean todavía más impopulares. La coyuntura para sacarlo adelante va a ser peor todavía que la de antes”, responde este politólogo en conversación telefónica desde Múnich.
Hoy volverá a reunirse el comité parlamentario que investiga las escuchas estadounidenses. Allí, los diputados analizarán los nuevos indicios facilitados por la fiscalía. Pero, como han señalado en estos últimos días diversos analistas y políticos, la pelota está en el tejado de Merkel. Solo ella puede decidir si da un golpe de efecto o continúa aferrándose a los resultados de la investigación judicial para ganar tiempo. Algunos políticos alemanes han hablado de expulsar a personal diplomático americano en Berlín. Ya amagaron con esa medida el año pasado cuando saltó el escándalo de las escuchas a Merkel reveladas por el exanalista de inteligencia de la NSA Edward Snowden, que el miércoles pidió que se le amplie un año el estatus de asilado en Rusia.
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