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viernes, 11 de julio de 2014
De monopolios y duopolios
De monopolios y duopolios
2014-07-11
Carlos Fernández-Vega, La Jornada
Cocinada quedó la “reorganización” de los grandes capitales nacionales y la “reconfiguración” marca Perogrullo de monopolios y duopolios… exclusivamente en el sector de las telecomunicaciones, con lo que es de suponer que Enrique Peña Nieto y sus guajiros dan por “cumplido” su “compromiso” de “combatir” dichas prácticas.
Slim movió sus piezas y Azcárraga y Salinas Pliego a sus serviciales locutores, de tal suerte que los barones deben sentirse satisfechos por el puntual cumplimiento de los gestores instalados de San Lázaro y Paseo de la Reforma, cuyas chequeras éticas nunca tienen fondos, como diría la filósofa Mafalda, aunque las bancarias las mantienen rebosantes.
A cambio de este reparto del pastel –un simple reacomodo del negocio– los mexicanos obtendrán, entre otros muchos beneficios, más telebasura, el doble de publicidad en las pantallas, propaganda oficial a pasto, promoción política para los citados gestores y sus titiriteros (a la vuelta están las elecciones intermedias) y un “ahorro” de 50 centavotes por día, en promedio, porque ya no les cobrarán el servicio de larga distancia.
El empresario más rico de México decidió “sacrificar” parte de su monopólica estructura, pero sólo para quitarse de encima la etiqueta de “preponderante” y, a cambio, obtener licencia para entrar de lleno al negocio de la televisión. Se estima que con la venta de activos decidida por él mismo y su cuarto de guerra, Slim obtendría hasta 15 mil millones de dólares, liquidez más que suficiente para entrar de lleno al jugoso business económico y político de la caja idiotizante. Vale mencionar que al cierre del primer semestre de 2014, los activos totales de Televisa rondaron los 16 mil millones de billetes verdes, apenas por arriba del monto que liberará el primer barón de la nación.
Eso sí, algo positivo de este enjuague es la repentina capacidad de crítica mostrada por los locutores de Televisa y Tv Azteca, quienes a lo largo de los días se desgañitaron en contra de las prácticas monopólicas, la vergonzosa concentración, el chantaje y, para no decir más, el lujurioso proceder del poder económico… pero sólo el de Telmex, América Móvil y, desde luego, Carlos Slim.
Es inusual ver tan críticos a los afanosos locutores, pero debieron comenzar por sus respectivas casas y sus consejos de administración, porque de otra suerte podría llegarse a pensar que no defendían “la libertad de expresión” que según dicen ejercen, sino el negocio y la preponderancia de Televisa y Televisión Azteca, más los negocios varios, que son muchos, de Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego.
Pero ya que esos locutores sólo ejercen su “libertad de expresión”, habrá que escuchar la crítica del Teacher y conexos en contra de las prácticas monopólicas, la vergonzosa concentración, el chantaje y el lujurioso proceder del poder económico de, por ejemplo, Germán Larrea (el de Pasta de Conchos), quien forma parte del consejo de administración de Televisa. Este nefasto personaje acapara más de 95 por ciento de la producción nacional de cobre –amén del monopolio de los ferrocarriles–, quien, al igual que Slim, vio crecer geométricamente su fortuna gracias a los bienes de la nación que con enorme generosidad y de forma ininterrumpida le ha entregado el gobierno federal desde los tiempos de Carlos Salinas, el “democratizador” del sistema bancario.
Allí, los locutores del duopolio tendrían mucha tela de dónde cortar. Por ejemplo: en el consejo de administración de Televisa también participa otro de los barones de la minería, Alberto Bailleres, el zar de la plata, totalmente Palacio, monopólico, hinchado de dinero y de concesiones federales. Podrían seguir con otro zar, el de la leche, Eduardo Tricio, o sacarles los trapitos a uno más que es amigo y consejero de la fábrica de sueños (Azcárraga dixit), Roberto Hernández, famoso por no pagar al fisco un solo centavo por la venta de Banamex a Citigroup, entre tantas otras gracias.
Y ya que esa capacidad de crítica no tendría otro interés que desnudar a los monopólicos y chantajistas del poder económico, los del duopolio podrían seguir con el zar del carbón, Alonso Ancira; la familia Servitje y su Grupo Bimbo; Cemex (Lorenzo Zambrano recién falleció, pero formaba parte del consejo de administración de Televisa); la familia Bours y su imperio Bachoco; el duopolio cervecero que tanto se anuncia en sus pantallas, al igual que el duopolio bancario (BBVA-Bancomer y Citigroup-Banamex) y el refresquero, y tantos otros que, como Slim, han sacado enorme raja, pero que los hoy criticones locutores no tocan ni con el pétalo de un comentario.
A pesar de ser el hombre más rico de México e “invertir” generosa y permanentemente en campañas electorales (federales y estatales), en esta “batalla por la libertad de expresión” Carlos Slim mostró una enorme debilidad al no contar con lo más elemental para “convencer” de sus bondades al poder político: el “canal de las estrellas”, con sus cámaras, micrófonos y jilgueros, más cientos de repetidoras a lo largo y ancho de esta Telerrepública. Así, obvio es por qué el gobierno federal, más los partidos con sus senadores y diputados, optaron por privilegiar a la fábrica de sueños (un político sin espacio en ella no existe), no sin “abrir la posibilidad” de que el dueño de medio México se incorpore al negocio de la caja idiotizante, por aquello de cuidar el flujo de financiamiento a las campañas electorales.
En fin, no se sabe por qué el gobierno federal y el Congreso “reclaman” por la apabullante acción de monopolios y duopolios en el país, si al final de cuentas fueron ellos (a golpe de “reformas”, decretos y concesiones) los que, por medio de la venta de garaje inaugurada por Miguel de la Madrid, repartieron el pastel entre sus amigos, los mismos que hoy dicen “democratizarse en beneficio de los consumidores”, a quienes, dicho sea de paso, a lo largo de los años les han sacado hasta las tripas.
Entonces, contra la “preponderancia” en telefonía fija y móvil sí, pero también en medios electrónicos de comunicación, líneas áreas, aeropuertos, medicina privada, minería, ingenios azucareros, construcción, refrescos, cerveza, carreteras, acero, satélites, alimentos, cemento, ferrocarriles, tortilla, pan industrializado, bancos, casas de bolsa, aseguradoras, Afore y demás participantes, que no son muchos, en el lujurioso festín a costillas de la nación.
Las rebanadas del pastel
No os preocupéis, que la tomadura de pelo no termina allí: los serviciales gestores de San Lázaro y Paseo de la Reforma van contra la “preponderancia” del Estado en petróleo y electricidad, para repartirla entre “preponderantes” trasnacionales y autóctonos.
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