La ruta del crudo del califato
Los yihadistas ingresan tres millones de dólares al día vendiendo petróleo a través de Turquía
Ankara es reacia a sumarse militarmente a la acción contra el Estado Islámico
Administrar un Estado autodeclarado en medio de una guerra no es
barato. Como no lo es mantener en nómina, coordinados y bien provistos a
entre 20.000 y 30.000 combatientes, tal y como hace la milicia
yihadista del autoproclamado Estado Islámico (EI)
en los territorios que controla en Siria e Irak, donde ha impuesto un
régimen muy violento, acorde a su interpretación extremista del islam
suní.
Para financiar sus actividades, el EI se sirve de campos petrolíferos y refinerías en su poder. “La parte este de Siria es rica en petróleo y está bajo control del ISIS [como se conocía en inglés al Estado Islámico de Irak y Siria, ahora EI]. Se ha estimado que esta área está produciendo entre 50.000 y 60.000 barriles, y el ISIS trafica está cantidad desde Siria a Turquía”, asegura Luay el Khatteeb, fundador y director del Instituto de Energía de Irak y asesor del Parlamento de Bagdad.
Mediante este contrabando, el EI resolvería el problema de no poder vender legalmente este petróleo fuera de su territorio. “El único lugar para traficar petróleo desde Irak y Siria es Turquía”, insiste El Khatteeb, también investigador visitante en el Centro Brookings de Doha.
Además, servicios de inteligencia occidentales afirman que pueden rastrear el tráfico de petróleo del EI desde Irak a territorio turco en camiones cisterna, según informaciones publicadas en medios estadounidenses en los últimos días.
El Estado Islámico controla al menos tres campos petrolíferos en Siria y cinco en Irak. También administra una refinería y está asediando otra en el lado iraquí, además de tener “unas pocas refinerías, pequeñas y rudimentarias, en Siria”, según El Khatteeb.
El Estado Islámico se queda con parte del combustible que produce y vende pequeñas cantidades en su territorio, pero exporta a Turquía gran parte de su producción. Para esto, los yihadistas usan las mismas redes de contrabando que actúan en las porosas fronteras de la región desde hace generaciones. Se ha estimado que estas actividades le reportan hasta unos tres millones de dólares diarios.
Además, el EI recauda impuestos y genera ingresos mediante rescates de rehenes y otros mecanismos de extorsión, y supuestamente también a través del tráfico de mujeres y menores como esclavas sexuales, a lo que El Khatteeb añade el tráfico de antigüedades.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha iniciado una campaña de bombardeos contra el EI y establecido una coalición internacional contra los yihadistas, entre cuyos objetivos está interrumpir el negocio petrolífero del EI.
Turquía miembro de la OTAN, comparte unos 1.260 kilómetros de frontera con Siria e Irak y era el único país musulmán de los 10 miembros originales de la coalición contra el yihadismo. Sin embargo, hasta ahora el Gobierno turco ha insistido en que va a mantener un papel secundario y solo participará en operaciones humanitarias y de logística, además de negar a la coalición el uso militar de sus bases aéreas.
Ankara se justifica señalando que el EI tiene en su poder al menos 46 rehenes turcos (otras informaciones hablan de 49), entre ellos personal diplomático, fuerzas de seguridad y niños; y también teme atentados yihadistas en Turquía. Además, los analistas sostienen que el Gobierno turco no quiere participar en operaciones que puedan fortalecer a algunos de sus enemigos que también luchan contra el EI, como el régimen sirio del presidente Bachar el Asad y la milicia del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, formada por kurdos procedentes de territorio turco.
Otras informaciones sugieren que la relación de Turquía con el EI es aún más compleja. La prensa local aseguró ya a principios de agosto que más de mil ciudadanos turcos se habían unido al EI, y en la actualidad esta cifra podría llegar a los 3.000. Además, en el sur, la población local se aprovecha de los bajos precios del combustible traficado por los yihadistas, que puede costar menos de la mitad que el legal.
En los últimos días, varios miembros del Gobierno han negado todas estas acusaciones. “Para nosotros, no es posible tolerar que ISIS u otros grupos trafiquen con petróleo”, ha dicho el presidente Recep Tayyip Erdogan.
Para financiar sus actividades, el EI se sirve de campos petrolíferos y refinerías en su poder. “La parte este de Siria es rica en petróleo y está bajo control del ISIS [como se conocía en inglés al Estado Islámico de Irak y Siria, ahora EI]. Se ha estimado que esta área está produciendo entre 50.000 y 60.000 barriles, y el ISIS trafica está cantidad desde Siria a Turquía”, asegura Luay el Khatteeb, fundador y director del Instituto de Energía de Irak y asesor del Parlamento de Bagdad.
Mediante este contrabando, el EI resolvería el problema de no poder vender legalmente este petróleo fuera de su territorio. “El único lugar para traficar petróleo desde Irak y Siria es Turquía”, insiste El Khatteeb, también investigador visitante en el Centro Brookings de Doha.
Además, servicios de inteligencia occidentales afirman que pueden rastrear el tráfico de petróleo del EI desde Irak a territorio turco en camiones cisterna, según informaciones publicadas en medios estadounidenses en los últimos días.
El Estado Islámico controla al menos tres campos petrolíferos en Siria y cinco en Irak. También administra una refinería y está asediando otra en el lado iraquí, además de tener “unas pocas refinerías, pequeñas y rudimentarias, en Siria”, según El Khatteeb.
El Estado Islámico se queda con parte del combustible que produce y vende pequeñas cantidades en su territorio, pero exporta a Turquía gran parte de su producción. Para esto, los yihadistas usan las mismas redes de contrabando que actúan en las porosas fronteras de la región desde hace generaciones. Se ha estimado que estas actividades le reportan hasta unos tres millones de dólares diarios.
Además, el EI recauda impuestos y genera ingresos mediante rescates de rehenes y otros mecanismos de extorsión, y supuestamente también a través del tráfico de mujeres y menores como esclavas sexuales, a lo que El Khatteeb añade el tráfico de antigüedades.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha iniciado una campaña de bombardeos contra el EI y establecido una coalición internacional contra los yihadistas, entre cuyos objetivos está interrumpir el negocio petrolífero del EI.
Turquía miembro de la OTAN, comparte unos 1.260 kilómetros de frontera con Siria e Irak y era el único país musulmán de los 10 miembros originales de la coalición contra el yihadismo. Sin embargo, hasta ahora el Gobierno turco ha insistido en que va a mantener un papel secundario y solo participará en operaciones humanitarias y de logística, además de negar a la coalición el uso militar de sus bases aéreas.
Ankara se justifica señalando que el EI tiene en su poder al menos 46 rehenes turcos (otras informaciones hablan de 49), entre ellos personal diplomático, fuerzas de seguridad y niños; y también teme atentados yihadistas en Turquía. Además, los analistas sostienen que el Gobierno turco no quiere participar en operaciones que puedan fortalecer a algunos de sus enemigos que también luchan contra el EI, como el régimen sirio del presidente Bachar el Asad y la milicia del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, formada por kurdos procedentes de territorio turco.
Otras informaciones sugieren que la relación de Turquía con el EI es aún más compleja. La prensa local aseguró ya a principios de agosto que más de mil ciudadanos turcos se habían unido al EI, y en la actualidad esta cifra podría llegar a los 3.000. Además, en el sur, la población local se aprovecha de los bajos precios del combustible traficado por los yihadistas, que puede costar menos de la mitad que el legal.
En los últimos días, varios miembros del Gobierno han negado todas estas acusaciones. “Para nosotros, no es posible tolerar que ISIS u otros grupos trafiquen con petróleo”, ha dicho el presidente Recep Tayyip Erdogan.
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