Gobierno Mariano Rajoy Partitocracia — 10 octubre 2014
¿Cual es la negligencia política en la “crisis del ebola”?
El virus llegó a España por la repatriación de los sacerdotes infectados. No es cierto que la Organización Mundial de la Salud recomendara su vuelta a España: al contrario, lo fía todo a la decisión del país tras comprobar la eficacia de la infraestructura y capacitación sanitaria en destino y en materia de enfermedades infecciosas subtropicales, que en el caso español, era muy deficiente por inexperiencia. Esta logística sanitaria tan concreta no se chequeó antes de autorizar la repatriación de los dos sacerdotes, lo que contrasta con el celoso aislamiento profiláctico que sí se produjo entre los militares y altos funcionarios que participaron en su traslado. También hemos investigado el origen de la decisión “política”: la tomaron tres personas, Rajoy, Felipe VI y Ana Mato.
¿Es posible curar el ébola?
No hay cura, no hay remedio, no hay vacuna. Solo un suero experimentado en dos personas, según ha constatado la Dra. Mari Mar Robledo, número insuficiente para comercializarlo porque no da garantías. Y en el mejor de los casos, tardaría meses en hacerlo. El problema es que los enfermos mueren antes: cinco días con un “silencio” en los síntomas (los mismos que una gripe mal curada) y después, progresivamente la muerte. ¿Solución? La cuarentena y el aislamiento para todos aquellos que han podido ser potencialmente infectados y el cordón sanitario para aquellos que tuvieron contacto durante esa semana con la enfermera afectada.
¿Qué está ocurriendo realmente?
Los médicos y sanitarios que han tratado a los sacerdotes o a la enfermera Teresa se están internando voluntariamente para no contagiar a sus familiares. Ya hay 5 considerados como “alto riesgo“, pero otras 54 personas están en observación domiciliaria, aunque el diario ABC elevó anoche la cifra a 100, dando el dato entre líneas porque el tema está sometido a censura oficial. El Gobierno, incapaz de decirle la verdad a la población después de haber adoptado la incomprensible decisión “política” (y errónea decisión sanitaria) de repatriar a los dos sacerdotes enfermos –y con ellos el virus, para el que insitimos que no hay cura– está ocultando la gravedad de la situación con la excusa de no crear “alarma social”. Como siempre, prefiere el drama a la alarma y, también como siempre, fallaron los controles simplemente porque no existen.
¿Como entró el virus en España?
El Palacio de la Moncloa, el Ministerio de Sanidad, y la Comunidad de Madrid ahora tratan de culpar a la propia enfermera infectada de la negligencia gubernamental (nunca se debió trasladar a los sacerdotes infectados, los protocolos no se redactaron correctamente porque no existía experiencia sobre ellos, los equipos sanitarios civiles (no así los militares) tampoco eran los adecuados, España no está preparada para atender un virus africano aún desconocido…). Eran tantas las precauciones que se debían tomar y tan escasa la preparación sobre enfermedades infecciosas tropicales del equipo de Ana Mato y de la Consejería de Sanidad madrileña (ambas del PP, aunque de “bandas” distintas, en terminología del banquero Miguel Blesa), que además habían desmantelado servicios de epidemiología. Y era tanta la incompetencia o desidia, que ahora la situación es catastrófica: la enfermera Teresa Romero va a morir irremediablemente y con ella todos los que tuvieron contacto con sus fluidos corporales (sudoración, besos, respiración cercana, depilación, roces sobre pequeñas heridas, uso de los mismos utensilios gastronómicos sin esterilizar…).
¿Qué puede hacerse ahora?
Si la enfermera se contagió con solo “tocarse la cara”, como ha dicho groseramente el consejero madrileño de Sanidad, Javier Rodríguez, echándole la culpa ¿Quienes convivieron con ella durante todos esos días en los que no fue alertada ni seguida médicamente después de su peligroso y heroico trabajo con los sacerdotes? El equipo de Ana Mato y Javier Rodríguez dicen que muy pocas pero hay 100 personas en observación. Ahora ya es difícil saberlo, y es obligación de las autoridades sanitarias españolas y madrileñas averiguarlo. Han localizado a ese centenar de personas que mantienen en secreto, pero sabiendo la ineptitud con que nuestras élites hacen las cosas, seguramente atormenten a los sanos y dejen libres a los infectados.
¿Están preparados los hospitales españoles para el ébola?
Sabemos que se ha intentado acordonar y acotar al máximo el círculo de movimientos de la enfermera e internar a todos los posibles afectados durante la obligada cuarentena de 21 días, pero se ha mentido porque el hospital de Alcorcón no está preparado (ninguno en España lo está) y todos los afectados se derivan al Carlos III para tratar en exclusiva, ahora sí sin límite de medios ni personal, a estos potenciales pacientes con las máximas garantías y no dar ni una sola alta sin la absoluta seguridad de que no existe riesgo de contagio. ¿Lo conseguirán? El cielo nos coja confesados porque en caso contrario, la enfermedad se extenderá en primer lugar por la localidad de Alcorcón, luego por el resto de la Comunidad de Madrid y finalmente en toda España, sin contar la posible traslación al exterior por los viajes tan frecuentes hoy, lo que ha inquietado a la Unión Europea, conocedora de los desmanes de las élites en España. Y lo peor de todo es que todo esto ha podido ocurrir ya.
¿Por qué cree que Mariano Rajoy protege a la polémica ministra de Sanidad, Ana Mato?
Sin las drásticas medidas que el Gobierno no se atreve a tomar por temor a la airada reacción ciudadana contra la ministra Ana Mato, máximo símbolo de la incompetencia y la corrupción, que no solo no transmite tranquilidad, decisión, conocimiento o liderazgo sino todo lo contrario (su ignorancia en temas sanitarios es ya muy conocida y proverbial), ese “sostenella y no enmendalla” de Mariano Rajoy solo encuentra explicación más allá de su ya advertida indolencia: fue él mismo quien tomó la decisión de repatriar a los dos sacerdotes y lo hizo además en una audiencia real en Mallorca junto con el nuevo monarca, Felipe VI, que quizás lo creyó a pies juntillas, abdicando de su papel de garante máximo de los ciudadanos en los asuntos de Estado por encima de los maniobreros políticos del régimen que su padre construyó con ellos. Hemos ofrecido las pruebas gráficas, sonoras, textuales y audiovisuales, de ahí que nuestra web esté registrando una altísima frecuencia de visitas: los demás medios están silenciando este dato tan relevante políticamente porque evidencia la inutilidad de una jefatura del Estado que solo ejerce de costoso y arcaico jarrón chino.
¿Acaso pudo haber evitado Felipe VI la repatriación de los dos sacerdotes infectados?
La salud pública nacional es un “asunto de Estado” pero probablemente, al igual que ya le ocurriera a su padre, entre las decenas de asesores, consejeros, expertos y amigos que pueblan su Corte, no existe ningún científico fiable y de prestigio que le hiciera ver antes y que le haga ver ahora la insensatez de la decisión que previamente habían cocinado Mariano Rajoy y Ana Mato. Y ahora se encuentra con que el presidente del Gobierno le ha “contagiado” de la misma con sus palabras claramente pronunciadas en Mallorca tras reunirse con él. O Felipe VI, al que su padre apodaba “el preparao”, no lo es tanto, o el presidente del Gobierno le engañó con sus falsos aires de autosuficiencia que ya no timan a casi nadie dentro y fuera del país.
¿Qué pinta Ana Mato en todo esto?
Sólo se mantiene ahí como guardiana de los secretos más íntimos de Rajoy, ella y su hermano Gabriel Mato, al que hizo eurodiputado. No olvide que Rajoy posee un apartamento en el sur grancanario, y el ministro Soria controla la isla, sin embargo los Mato controlan La Palma. Pero ella, además de negligente, corrupta e incapaz, tendrá que ser procesada por engaño: se fotografió con una misionera africana que convivía con los misioneros enfermos, difundió a la prensa las imágenes para dar una engañosa ficción de control de la situación, y ocultó que la religiosa no estaba enferma.
¿Qué dice la comunidad científica internacional?
El agravante de engaño y mala fe es palmario con la difusión de esa fotografía de Ana Mato, pues era imposible que no supiera –por muy disminuida que esté su inteligencia– que en ningún país del mundo se ha encontrado cura para el ébola, cuyas dramáticas consecuencias solo pueden atajarse con cordones profilácticos masivos en los focos de población afectada. Eso es lo que se ha hecho en Africa, sin los medios de transporte rápido que posee Occidente, y eso paradójicamente ha logrado evitar que los focos infecciosos no excedieran de las 200 o 300 personas, con una mortandad superior al 90% (la ciencia desconoce por qué algunos pocos se salvan). Aún así países enteros (Guinea Conakry, Liberia y Sierra Leona fundamentalmente) están señalados por la enfermedad y las restricciones en su relación internacional irán en aumento si no logran aislar el virus, tarea hercúlea en estas naciones con menos recursos que en Europa e inmersos o recién salidos de crueles guerras civiles.
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