Bienvenidos a México, bienvenidos al infierno
Por: Medio Aliado /
26 noviembre, 2014
(26 de noviembre, 2014).- «Bienvenidos a
México», dice el letrero verde en la frontera de El Ceibo, Tabasco,
límite territorial con Guatemala.«Bienvenidos al infierno», susurra
alguien mientras las madres cruzan la línea divisoria. México, el país
que hasta los noventa recibió prófugos de toda América Latina, familias
enteras huyendo de regímenes dictatoriales, guerras civiles,
persecuciones étnicas y pobreza extrema ya no es un cobijo seguro, para
nadie. Este México se ha convertido en un cerco infernal para todos los
que se atreven a cruzarlo, en búsqueda de una oportunidad, de una vida
mejor o, sencillamente, de una vida. La violencia en países como
Honduras, Nicaragua o El Salvador, de hecho, ha alcanzado un nivel tal,
de magnitud insospechada, que los jóvenes ya no dejan su hogar para
perseguir un sueño sino para huir de una pesadilla. Las madres
centroamericanas en búsqueda de sus hijos desaparecidos son el testigo
viviente de esta desgracia.
El día 20 de noviembre, fecha histórica
en que se conmemora el inicio de la Revolución mexicana, además de la
jornada nacional e internacional de movilización por los 43 estudiantes
de la Normal Rural de Ayotzinapa que fueron secuestrados por la policía
municipal de Iguala, Guerrero el pasado 26 de septiembre; ha sido
también el día de la llegada a México de esta décima caravana
centroamericana y, con ella, de un «puente de esperanza», no sólo para
las familias de los desaparecidos sino para todo México, este país que
se ha vuelto al mismo tiempo víctima y victimario, sobre todo, de sí
mismo.
El camino que separa Tenosique y El
Ceibo y que recorrimos con el equipo del Movimiento Migrante
Mesoamericano para alcanzar la frontera y recibir a las madres, es el
mismo que los migrantes hacen al revés, caminando. Más de 60 kilómetros
de bosque tropical, con las únicas referencias de las veredas, dejadas
por quien pasó antes de ellos, los separan de su destino: la vieja
estación de Tenosique, dos vías de donde sale “La Bestia” y donde nada
queda de la vida que animaba este lugar cuando las personas que el tren
transportaba no eran consideradas ellas mismas una mercancía.
Los que bajan del camión en territorio
todavía guatemalteco, son un grupo de cuarenta personas entre hombres y
mujeres, procedentes de Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala.
Tienen las fotos de sus familiares pegadas al pecho, las mantas en sus
manos y el corazón lleno de fuerza. Después del registro a la frontera,
la caravana recién formada se dirige a “La 72”, el albergue para
migrantes fundado por Fray Tomás en 2011, cuyo nombre honra la memoria
de los 72 migrantes masacrados por los Zetas en San Fernando,
Tamaulipas. Esta es otra herida abierta en la carne de México, una
tragedia nunca investigada a fondo, por la cual nadie pagó y que sigue
suscitando indignación y coraje. Las madres ya saben todo, son
perfectamente conscientes de la suerte que puede haber tocado a sus
hijos, pero continúan su búsqueda porque«nada puede parar el corazón de
una madre, si nos dicen que nuestros hijos están en el infierno, allá
los vamos a buscar».
Así, después de la breve parada al
albergue, las madres y padres de los desaparecidos empiezan su
peregrinación en territorio mexicano, la primera etapa es el centro de
Tenosique, donde se realiza el primer evento público de esta edición de
la caravana. El objetivo es conseguir informaciones acerca de sus seres
queridos, que en algún momento pasaron por estos territorios, pero
también, sensibilizar las conciencias de una sociedad que, a pesar de la
ritual retórica caritativa, sigue mirando a los migrantes a través de
una lupa de desconfianza y racismo. Estos actos se realizarán a lo largo
de toda la caravana, acompañados por otras actividades, como la
búsqueda de información alrededor de las vías de “La Bestia”. Hasta la
fecha, estos recorridos se han realizado en las localidades de
Chontalpa, Tabasco y Coatzacoalcos, Veracruz.
Cabe destacar que, en este último lugar,
la presencia de la caravana ha cumplido también con la función de
protección a los migrantes que pasan por ahí: la cercanía de las madres y
sus acompañantes ha brindado la seguridad suficiente para acompañar a
unos jóvenes que días atrás esperaban subir el tren, permitiéndonos por
un lado de cuidar que los encargados del Plan Frontera Sur no les
impidiera el paso y, por el otro, que los pandilleros no los
extorsionaran. Sin el cobijo de la caravana, difícilmente hubiéramos
podido acercarnos tanto, sin correr un riesgo demasiado alto para
nuestra seguridad.
El primer encuentro de esta décima caravana
La ciudad de Coatzacoalcos, Veracruz fue
también testigo del primer –emocionante– encuentro ocurrido durante
esta décima caravana: en el medio de la vida nocturna del zócalo,
rodeados de prensa, vendedores de elotes y de parejas bailando danzón,
la señora Leonila y su hermano Oswaldo han podido abrazarse después de
diecisiete años.
Los dos originarios de Cerro Blanco,
municipio del Rosario, en la región de Comayagua, Honduras, los hermanos
se habían separado cuando Oswaldo decidió buscar una oportunidad de
vida mejor en los Estados Unidos. Luego, las travesías que obstaculizan
el camino de los migrantes hicieron que su viaje se acabara en la ciudad
de Xaltipan, Veracruz, donde desde años está trabajando como ayudante
de albañil. Cabe destacar que este encuentro se realizó por primera vez
gracias a una intervención externa, es decir con una dinámica diferente a
la normal búsqueda de los desaparecidos que empieza con la movilización
de sus familiares. En este caso, de hecho, fue la señora Claudia
Herrera quien se volvió un «puente de esperanza», señalando al
Movimiento Migrante Mesoamericano la presencia, en su pueblo, de un
hombre que correspondía a la descripción de Oswaldo.
Rubén Figueroa, integrante del
Movimiento, fue quien llevó a cabo el expediente, antes viajó a Xaltipan
para encontrar Oswaldo y, luego, alcanzó a doña Leonila en San Pedro
Sula, Honduras, su actual lugar de residencia. Los familiares del
desaparecido, que desde años habían perdido la esperanza de encontrarlo
con vida, le creyeron sólo cuando les enseñó elvideo con el mensaje del hermano perdido.
En el abrazo de estas dos personas, en
sus lágrimas que se confundieron en medio de tanta gente como si
estuvieran solos, está todo el sentido de la caravana centroamericana en
búsqueda de los migrantes desaparecidos. La caravana continuará hasta
el día 7 de diciembre, todos deseamos que estos mismo abrazos y lágrimas
puedan repetirse muchas veces más.
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