Los 365 días de AMLO
Para todos aquellos que aún creen en esa Tierra de Tinto.
La
camioneta Suburban donde Andrés Manuel López Obrador suele transportarse
en sus frecuentes (casi diarios, se podría decir) recorridos por el
país frenó por completo unos 100 metros antes de llegar al lugar del
mitin, un 7 de enero del 2014 en Bahía de Banderas, Nayarit. Nada
extraño para el tabasqueño, pues el fervor de la gente siempre lo obliga
a tener que recorrer caminando el último tramo hacia su destino. “¡Mucha salud, Peje!”, fueron
los primeros gritos que escuchó este año. Casi personalmente saludó a
los presentes. Y es que en el contacto directo con la gente es donde se
sustenta su arraigo masivo. 20 minutos después, ya en el templete,
rejuveneció de tal manera que nadie sospecharía lo ocurrido un mes
atrás. “Amigas, amigos, feliz año. Estamos aquí en Bahía de Banderas
para iniciar un año histórico, en el cual esperamos inaugurar una nueva
etapa en la transformación del país. Este 2014, Morena se convertirá en
partido político”. Sus seguidores estallaron en júbilo como en
cada plaza pública que visita, haciendo que sus palabras tomaran casi el
mismo tiempo al de los vítores.
El 2014
no arrancó de la mejor manera para el alguna vez Jefe de Gobierno del
Distrito Federal. Las famosas reformas estructurales y la campaña
gubernamental de “Mover a México”, así como su aparente ocaso tras las
complicaciones de salud sufridas a finales del 2013, y que le hacían ver
el presente año con una cuesta muy inclinada en su contra. “Siempre nos las hemos visto así”, me comentó en su primera visita del año a Monterrey, “pero eso significa que vamos bien, que estamos siendo una piedrita en el zapato para el régimen”. El
optimismo mostrado ante el embate solo demuestra que es un hombre más
cómodo nadando contra corriente que con el agua en calma. Quizá su año
con más errores fue el 2006, momento en el que todas las encuestas lo
ubicaban como favorito para ganar la Presidencia de la República,
concluyendo el proceso con el IFE dando por ganador a Felipe Calderón,
con todo y los señalamientos de un fraude electoral.
Para
seguir ilustrando, es importante destacar los múltiples elogios que Peña
Nieto recibió el primer semestre del año. El más claro vino de la
revista Time con su portada “Saving Mexico”, resaltando su
“atrevimiento” para darle un cambio de rumbo al país. Mientras tanto,
pueblo por pueblo, AMLO informaba sobre el número de afiliados a Morena. “Cada día más mexicanos nos dan la razón, porque si antes todo iba mal, ahora toda va peor”,
repetía perseverantemente el ex candidato presidencial. Pero las
cámaras estaban con el Ejecutivo y los cambios estructurales propuestos.
Al tiempo que Peña Nieto cenaba con Christine Lagarde, Directora del
FMI, Andrés Manuel hablaba frente a 90 personas en Etchojoa, Sonora.
Mucho
se alega de la terquedad del personaje que tratamos, aún más cuando se
habla de su, para muchos anticuada, forma de hacer política. No
obstante, en el 2014 demostró que el contacto con la gente no significa
aislarse de los nuevos medios de comunicación. Por eso, decidió hacerse
cargo personalmente de su cuenta en Facebook. Ahora la frase “Amigos del
feis”, con la que usualmente inicia sus publicaciones, se ha convertido
en todo un éxito entre los usuarios de esta red social. Aunado a esto,
el perfil de AMLO se ve un poco más moderno con la incorporación de
fotografía profesional y el uso de videos en internet.
Con
todo y el innegable avance logrado este año, Andrés Manuel y Morena
perdieron la batalla más importante de estos 12 meses: lograr una
consulta popular para revertir la reforma energética. No se puede negar
que fue una derrota para el movimiento, pero pudiera haberle favorecido
la negativa del Poder Judicial para comprobar con hechos su tesis de
todos los días. “¿Ven? Se los dije, el Poder Judicial actúa a favor de los intereses de Los Pinos”.
Simplemente no había cómo decirle que no. Porque la gente pensaba en la
exactitud de sus predicciones dadas en el segundo debate presidencial.
A pesar
de todo, septiembre, octubre y noviembre no fueron los meses más
destacados de López Obrador. Desapareció casi por completo de la escena
política en los medios de comunicación, ya que la tragedia ocurrida en
Ayotzinapa, así como la “Casa Blanca” de Angélica Rivera, marcaron la
pauta de la opinión pública. Con mucho coraje, cientos de miles de
mexicanos se lanzaron a las calles para protestar lo que consideraban un
crimen de Estado. “¡PRI represor!”, “¡Un pueblo pobre no soporta a un gobierno rico!”, “¡Fuera Peña!”,
eran algunas de las consignas que se escuchaban a lo largo y ancho del
país en las protestas realizadas. Los mismos reclamos de AMLO se
escuchaban ahora en boca de un movimiento popular y espontáneo.
Precisamente por esto, hace unas semanas en su reciente visita al norte
del país, decidí ahondar un poco más sobre esto en un encuentro
informal. “Andrés Manuel, ¿crees que el tiempo te está dando la razón?”, le cuestioné. Su respuesta fue una que no me extrañó. “Yo sostengo que al pueblo se le puede engañar una, dos o tres veces, pero no se le puede engañar para siempre”, afirmó.
Llegado
diciembre, Grupo Reforma publicó una encuesta donde Morena aventajaba
en el Distrito Federal en la intención de voto para la ALDF. Menuda
sorpresa se llevaron el PRI y el PRD, pensando que enlodar de igual
manera a AMLO con el caso de Ayotzinapa lo iban a tumbar de las
encuestas. Pero no sucedió, y mucho menos en el bastión de la “República
Amorosa”.
Desde
hace ya algunos días, Andrés Manuel se despidió de la vida pública hasta
el 2015, donde los primeros días habrá de visitar Veracruz. No recuerdo
un año en el que tomara tantas vacaciones. Sin embargo, ahora tiene un
antecedente médico y le conviene recargar las energías porque se viene
un año por demás ajetreado para Morena. Con elecciones a la vuelta de la
esquina, electores indignados y un AMLO en pie de guerra, parece que
los tiempos no han cambiado tanto como pensamos.
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