El Despertar.
EXISTE
UNA SEPARACIÓN TOTAL ENTRE LA OPINIÓN PÚBLICA Y LA PROPAGANDA POLÍTICA
DEL RÉGIMEN, QUE YA NO PUEDE RESARCIRSE HASTA QUE CAIGAN DEL PODER.
La única forma en que un político puede ganar la confianza del pueblo es demostrar que se la merece. El arresto de El Chapo fue un logro importante para el gobierno, sobre todo después de que había escapado de una cárcel de máxima seguridad sin que nadie pudiera dar una explicación convincente de lo sucedido. La tercera detención de El Chapo no cambió la percepción popular, que se mostró escéptica y sospechosista.
El Presidente no puede persuadir a la gente aunque diga la verdad. Esto se debe a que para lograr la confianza es necesario aportar muchas pruebas. Sin ese elemento no puede abrirse la mente de sus conciudadanos. Durante décadas los gobiernos han ocultado y/o distorsionado la información. Esto no sólo abarca los 70 largos años del PRI, sino la docena de los gobiernos panistas. Quizás desde Los Pinos pueda creerse que se tiene el control de la opinión pública, pero eso ya no es cierto. Hay un fenómeno de maduración colectiva que hace ineficaz la propaganda.
Desde el primer día de su mandato, EPN ha usado la mentira, la confusión, la media verdad y la contradicción. Apoyado en un complejo de medios alimentado por miles de millones de pesos. Pero somos más avispados de lo que ellos se imaginan y estamos aprendiendo a identificar la falsificación. En la vida de cada día nos damos cuenta de que el desempeño del gobierno es cada vez peor.
Hace unos días la policía anticorrupción de España detuvo a Humberto Moreira, ex gobernador de Coahuila, ex presidente nacional de PRI, aliado de Peña y uno de los mayores contribuyentes a su campaña. Los cargos: lavado de dinero, malversación y asociación criminal. A pesar de que dejó en bancarrota a Coahuila y sus latrocinios y abusos fueron evidentes, en México nadie lo investigó, nadie le formuló cargos, nadie lo molestó. Vivió impune en Cuernavaca y después se fue a España a hacer estudios de grado con los ahorros que logró trabajando de profesor de la SEP. En uno de sus tantos viajes fue arrestado en Madrid, y no a petición del gobierno mexicano, sino de un juez de Texas. La causa se engrosó con delitos cometidos en España. Todos estamos seguros de que el gobierno encubrió a Moreira. ¿Cómo después de un hecho de esa dimensión EPN puede aspirar a ganar la confianza pública?. El problema continúa con cada gobernador multimillonario que hace sendas fortunas al amparo del poder. Ahí están los Yarrington, los Herrera, los Hank, los Granier y un largo e insultante etcétera. La propaganda gubernamental está aspirando a la inacción ciudadana, puesto que solo respiran de manera artificial. Lo que los mantiene en el poder es la ignorancia, el hambre y la maquinaría eficaz priista y panista de obtener los votos, así sean de manera fraudulenta como las 100.000 boletas apócrifas ya marcadas encontradas en Colima. En la práctica el PRI tiene todo un ejército de personas que trabajan desde el gobierno haciendo estas labores de fraude a nivel nacional. Los medios guardan silencio y el fraude es guardado bajo la alfombra. Ninguna prensa internacional da cuenta de tal falta de democracia puesto que estos sistemas noticiosos internacionales son concomitantes del priismo y la derecha nacional pues van en el mismo barco, alimentan al sistema neoliberal y al mismo tiempo se alimentan de él.
Sin embargo, la crispación social si que se siente en las redes sociales. Un síntoma de esto es el programa multipublicitado de Televisa, "Teletón", el cual pasó de una fiesta nacional a la tumba. Los empresarios que derogan sus impuestos mediante este programa prefirieron hacerlo escondidos, sin tanto bombo y platillo como en el pasado. El último Teletón hubo gente que ni siquiera supo que había empezado, cuando en los pasados la molesta propaganda comenzaba meses antes y el bombardeo era día y noche. Los poderosos prefirieron no mover al monstruo de la ira social que había despertado en el penúltimo Teletón. Este ejemplo nos habla muy bien del despertar que vive el país. La propaganda gubernamental no podrá ya resucitar de entre los muertos. Seguirán los corruptos viviendo del poder, pero no a costa de la estupidización, sino de la inacción revolucionaria. No a costa de la confusión ideológica, sino de la desidia y la dificultad de los mexicanos de levantarse al unísono de manera uniforme. Sin embargo, muchos coinciden en que la revolución crónica que vive el país, puede acelerarse por algun suceso gubernamental que degenere en un avispero que se rompe contra el piso. El avión de Peña Nieto, la Casa Blanca, Gutiérrez de la Torre, Aristegui, los 43 de Ayotzinapa, la inflación... el gobierno sigue generando agravios que se pueden juntar y hacer explosión. Lo que tenemos es un abismo entre la propaganda del gobierno y la opinión pública. El régimen caerá. Ningún gobierno puede sostenerse con tan bajos níveles de credibilidad. Tampoco hay voluntad gubernamental de cambiar las cosas y quitar presión a la válvula de escape. Pretenden aferrarse hasta el final. El caso Moreira fue una sacudida al régimen el cual puede poner ejemplos a los ciudadanos dormidos de que los hampones de antaño pueden caer. El mexicano no está acostumbrado a estos actos de justicia y puede comenzar a reclamarlos.
Conforme avance el tiempo que le queda al sexenio, la desconfianza tenderá a crecer inevitablemente. Las consecuencias son de pronóstico reservado.
Fuente: La Jornada.
La única forma en que un político puede ganar la confianza del pueblo es demostrar que se la merece. El arresto de El Chapo fue un logro importante para el gobierno, sobre todo después de que había escapado de una cárcel de máxima seguridad sin que nadie pudiera dar una explicación convincente de lo sucedido. La tercera detención de El Chapo no cambió la percepción popular, que se mostró escéptica y sospechosista.
El Presidente no puede persuadir a la gente aunque diga la verdad. Esto se debe a que para lograr la confianza es necesario aportar muchas pruebas. Sin ese elemento no puede abrirse la mente de sus conciudadanos. Durante décadas los gobiernos han ocultado y/o distorsionado la información. Esto no sólo abarca los 70 largos años del PRI, sino la docena de los gobiernos panistas. Quizás desde Los Pinos pueda creerse que se tiene el control de la opinión pública, pero eso ya no es cierto. Hay un fenómeno de maduración colectiva que hace ineficaz la propaganda.
Desde el primer día de su mandato, EPN ha usado la mentira, la confusión, la media verdad y la contradicción. Apoyado en un complejo de medios alimentado por miles de millones de pesos. Pero somos más avispados de lo que ellos se imaginan y estamos aprendiendo a identificar la falsificación. En la vida de cada día nos damos cuenta de que el desempeño del gobierno es cada vez peor.
Hace unos días la policía anticorrupción de España detuvo a Humberto Moreira, ex gobernador de Coahuila, ex presidente nacional de PRI, aliado de Peña y uno de los mayores contribuyentes a su campaña. Los cargos: lavado de dinero, malversación y asociación criminal. A pesar de que dejó en bancarrota a Coahuila y sus latrocinios y abusos fueron evidentes, en México nadie lo investigó, nadie le formuló cargos, nadie lo molestó. Vivió impune en Cuernavaca y después se fue a España a hacer estudios de grado con los ahorros que logró trabajando de profesor de la SEP. En uno de sus tantos viajes fue arrestado en Madrid, y no a petición del gobierno mexicano, sino de un juez de Texas. La causa se engrosó con delitos cometidos en España. Todos estamos seguros de que el gobierno encubrió a Moreira. ¿Cómo después de un hecho de esa dimensión EPN puede aspirar a ganar la confianza pública?. El problema continúa con cada gobernador multimillonario que hace sendas fortunas al amparo del poder. Ahí están los Yarrington, los Herrera, los Hank, los Granier y un largo e insultante etcétera. La propaganda gubernamental está aspirando a la inacción ciudadana, puesto que solo respiran de manera artificial. Lo que los mantiene en el poder es la ignorancia, el hambre y la maquinaría eficaz priista y panista de obtener los votos, así sean de manera fraudulenta como las 100.000 boletas apócrifas ya marcadas encontradas en Colima. En la práctica el PRI tiene todo un ejército de personas que trabajan desde el gobierno haciendo estas labores de fraude a nivel nacional. Los medios guardan silencio y el fraude es guardado bajo la alfombra. Ninguna prensa internacional da cuenta de tal falta de democracia puesto que estos sistemas noticiosos internacionales son concomitantes del priismo y la derecha nacional pues van en el mismo barco, alimentan al sistema neoliberal y al mismo tiempo se alimentan de él.
Sin embargo, la crispación social si que se siente en las redes sociales. Un síntoma de esto es el programa multipublicitado de Televisa, "Teletón", el cual pasó de una fiesta nacional a la tumba. Los empresarios que derogan sus impuestos mediante este programa prefirieron hacerlo escondidos, sin tanto bombo y platillo como en el pasado. El último Teletón hubo gente que ni siquiera supo que había empezado, cuando en los pasados la molesta propaganda comenzaba meses antes y el bombardeo era día y noche. Los poderosos prefirieron no mover al monstruo de la ira social que había despertado en el penúltimo Teletón. Este ejemplo nos habla muy bien del despertar que vive el país. La propaganda gubernamental no podrá ya resucitar de entre los muertos. Seguirán los corruptos viviendo del poder, pero no a costa de la estupidización, sino de la inacción revolucionaria. No a costa de la confusión ideológica, sino de la desidia y la dificultad de los mexicanos de levantarse al unísono de manera uniforme. Sin embargo, muchos coinciden en que la revolución crónica que vive el país, puede acelerarse por algun suceso gubernamental que degenere en un avispero que se rompe contra el piso. El avión de Peña Nieto, la Casa Blanca, Gutiérrez de la Torre, Aristegui, los 43 de Ayotzinapa, la inflación... el gobierno sigue generando agravios que se pueden juntar y hacer explosión. Lo que tenemos es un abismo entre la propaganda del gobierno y la opinión pública. El régimen caerá. Ningún gobierno puede sostenerse con tan bajos níveles de credibilidad. Tampoco hay voluntad gubernamental de cambiar las cosas y quitar presión a la válvula de escape. Pretenden aferrarse hasta el final. El caso Moreira fue una sacudida al régimen el cual puede poner ejemplos a los ciudadanos dormidos de que los hampones de antaño pueden caer. El mexicano no está acostumbrado a estos actos de justicia y puede comenzar a reclamarlos.
Conforme avance el tiempo que le queda al sexenio, la desconfianza tenderá a crecer inevitablemente. Las consecuencias son de pronóstico reservado.
Fuente: La Jornada.
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