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jueves, 23 de marzo de 2017
EL FRAUDE DEL CRISTIANISMO (4/5) – ESTRUCTURAS EN ESCRITOS ANTIGUOS
EL FRAUDE DEL CRISTIANISMO (4/5) – ESTRUCTURAS EN ESCRITOS ANTIGUOS
En el TERCER CAPÍTULO de la serie sobre el fraude en la fundación del Cristianismo, el investigador Fernando Conde Torrens, nos descubría la existencia de “señales” secretas ocultas en el texto, los acrósticos (y en concreto del acróstico SIMÓN), que Eusebio de Cesarea, había introducido sutilmente, como prueba de la manipulación en la redacción de los Evangelios y las Cartas del Nuevo Testamento.
En esta cuarta parte, Conde Torrens nos ofrece una nueva prueba de la manipulación de estos textos, a través de la conocida como escritura con estructura…
Otro detalle muy importante si se pretende analizar escritos antiguos es conocer cómo se escribía en la Antigüedad. La necesidad de defenderse de las interpolaciones, y la poca fiabilidad de las copias, hechas a mano y sujetas a error, llevaron a los primeros escritores a inventar un curioso sistema para resolver ambas deficiencias.
Se utilizó el ingenio para suplir la falta de medios de entonces. Se inventó la escritura con estructura. De forma que todo escritor antiguo dotaba a sus textos de estructura.
Sepamos qué significa esto.
Conforme se escribe un texto, se aumenta el número de palabras que lo componen. Y conforme se redacta el escrito, se añaden signos de puntuación.
A cada signo de puntuación que se colocaba se llevaba la cuenta de cuántas palabras tenía el escrito. O, para ser más exactos, se anotaba la cantidad de palabras que había en la última frase añadida, el texto entre los dos últimos signos de puntuación. La suma total de palabras del escrito era un número cada vez mayor. Se formaba, por tanto, una sucesión de números cada vez mayores, las palabras de que constaba el escrito.
Veámoslo con un ejemplo. Nos serviremos de la carta que usamos en un artículo anterior, si bien los signos de puntuación serán distintos.
La mayor parte de los números eran números normales, sin valor alguno. Pero había unos pocos números especiales. Eran especiales los números que eran la suma desde uno hasta cierto número. Como mínimo había que sumar tres números. Así seis, era un número especial, porque
6 = 1+2+3 Sumándole 4 resulta 10, que también era un número especial:
10 =1+2+3+4 Y también eran números especiales 15, 21, 28, 36, 45, 55, 66, etc. A estos números que eran suma del uno al número se llamaban Sumatoriales del número.
Se expresarán como sigue:
6 = 1(3)->3 10 = 1(4)->4 Había otros números especiales. La suma de n números empezando por dicho número. Como mínimo, tres sumandos. El número 12 era un número especial, ya que
12= 3+4+5 A estos números se les llamaba Ianuales. El siguiente Ianual era 22, porque
22= 4+5+6+7 Y los siguientes Ianuales eran 35, 51, 70, etc.
Y se expresarán así:
12 = 3(3)->5
22=4(4)->7 Separemos la carta anterior por líneas y llevemos la cuenta de las palabras de cada tramo entre dos signos de puntuación. En la primera columna el número de tramos. En la segunda se indican las palabras de cada tramo. En la tercera, el acumulado de palabras del texto a esa altura del escrito. Luego viene el texto de cada tramo y finalmente los Sumatoriales e Ianuales logrados por el Autor.
Estructura de la carta de Fulgencio
Falta indicar un detalle. Para formar el primer Sumatorial, que en este caso es el Sumatorial de 5, tiene que haber una frase con una palabra, otra con dos, otra con tres, otra con cuatro y otra con cinco palabras. Se pueden sumar dos frases con 2 y 3 palabras para que se forme la frase con 5 palabras, como sucede aquí.
Es decir, los Sumatoriales reflejan cómo de largas son las frases de que consta el escrito. Por eso son necesarios muchos signos de puntuación, para formas frases tan cortas al principio. Si el lector quiere tener una comprobación de este hecho, tome un libro con las Fábulas de Fedro, en latín, y lo verá.
Digamos también que terminar el escrito con un Sumatorial o un Ianual era un detalle que dejaba en muy buen lugar al Autor.
Esto ha sido un ejemplo sencillo, ‘ad hoc’. Vayamos ahora al texto que nos ocupa.
Advirtamos antes que en un artículo no se puede dar razón de todos los aspectos relacionados con las estructuras, por ejemplo, de los criterios de puntuación de la Antigüedad, máxime cuando han sido tergiversados, deformados y mal enseñados durante siglos.
Se ha hecho creer en las “cátedras” sobre “Cristianismo primitivo” que los antiguos no usaban signos de puntuación, que escribían con escritura continua, sin separar siquiera unas palabras de otras. Eso queda desmontado en cuanto uno accede a un papiro neo-testamentario en griego. En el libro se dedica un capítulo a este tema.
Pondremos la estructura de la Carta Original de Santiago, la primera etapa de redacción. Y la pondremos en nuestro idioma.
Cuando se unen dos palabras con un guión es porque en griego esas dos palabras nuestras se expresaban con una sola palabra en griego. El griego y el latín se declinan, lo que une en una sola palabra el nombre y la preposición, o el artículo. La traducción debe hacerse con el mismo número de palabras que el original, para conservar la estructura.
Casi todos los números normales son la suma de otros anteriores consecutivos. Así,
20 = 2+3+4+5+6 Hechas estas advertencias, veamos la estructura que Eusebio dio al Original de la Primera Carta supuestamente de Santiago, personaje inexistente.
Primera Carta en “Santiago”. Primera etapa de redacción.
Traducción.
Esta Carta Original, o primera etapa de redacción, tiene estructura. Eso ya es una prueba – la tercera de las que se indicó que se ofrecerían – de que fue construida como un texto separado, independiente.
No es fácil dar estructura a un escrito y menos que ésta se forme debido al azar. Incluye los Sumatoriales de 6, 8, 10, 11 y 17. Además, incluye los Ianuales de 4 y 7.
El azar formaría 3´7 Sumatoriales. Ello indica que esta estructura es más bien ligera, abierta. Para empezar a ser una estructura cerrada, los Sumatoriales deben ser el doble de los que forma el azar. Explicaciones, en el libro.
Una vez redactada esta primera etapa de redacción, Eusebio la interpoló y también logró dar estructura al texto total. Pero exponerlo haría este artículo demasiado largo, ya que la interpolación es mucho más amplia que el Original, como el lector ya sabe.
Lo dicho hasta ahora son las bases para poder entender la tercera prueba, que no podremos ilustrar en su totalidad en este artículo. Pero sí podemos enunciarla.
Si el lector compara la seriedad de la doctrina aportada por Eusebio cuando es Eusebio (primeras etapa de redacción) con las enseñanzas elementales y vacías cuando actúa con la mentalidad de Lactancio, redactor jefe, (segunda etapa de redacción, o texto interpolado); si además toma conciencia de que esas máximas prestadas de otros “textos sagrados” le parecían a Lactancio un hallazgo inmenso, digno de salvar el mundo, no le será difícil aceptar que Lactancio no era una persona de grandes luces.
Y que pudo caer en el error de redactar todos los libros que se inventó con la misma estructura. Y siendo como era Profesor de Retórica, esta estructura era muy complicada, muy cerrada, con muchos Sumatoriales e Ianuales. Por este motivo se le denominó en la Edad Media “el Cicerón cristiano”. Angelitos …
Esto era un error fatal. Cualquiera que analizase los libros redactados por Lactancio para aparentar ser de autores “distintos” iba a ver que todos tenían la misma estructura, una complicada y muy singular. Es decir, se apreciaría que estaban escritos por una misma persona.
Ésta es la prueba tercera: La misma estructura, complicada y muy personal, en más de la mitad de los escritos del Nuevo Testamento y en las obras de multitud de supuestos autores “cristianos” primitivos, todo ello obra de Lactancio.
Claro está, no hemos sido los primeros en descubrir los acrósticos ocultos, “para no ser vistos”, de Eusebio en todas sus obras; ni en darnos cuenta de la inmensa metedura de pata de Lactancio al lucir su buen hacer como escritor. Esto se descubrió ya en el siglo IV, antes de “San Jerónimo”, antes de Teodosio.
¿Qué se hizo?
No vamos a desvelar toda la trama de “Año 303. Inventan el Cristianismo” …
Pero si el lector compara el texto de la carta de Fulgencio a Sisebuto, dotada de estructura, que nos ha servido de ejemplo al inicio de este artículo, con el texto que tenía en el artículo anterior, que mostramos a continuación, puede adivinar cómo se solucionó el problema.
En la carta original no hay ninguna frase con tres palabras. Luego no hay ningún Sumatorial posible. Tampoco hay Ianuales. No hay estructura alguna.
Con unos pocos cambios en el texto, sin alterar el sentido del contenido, con eliminar apenas algunos signos de puntuación, y añadir o quitar una palabrita aquí y otra allá, se puede eliminar la estructura, o se podría dotar al escrito de una estructura mucho menos lucida y más sencilla.
Eso fue lo que se hizo.
Por eso hay tantas Variantes en las copias que han llegado a nosotros del Nuevo Testamento. Miles y miles de Variantes: Cambios realizados en el texto para borrar el gazapo de Lactancio. Cada cual cambió el ejemplar que tenía en el cenobio, convento o parroquia …
Todo se puede explicar.
¿Qué ocurriría con los acrósticos de “SIMÓN” …?
Entrevista en Nueva Dimensión. Día 6-11-2.016
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