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lunes, 13 de marzo de 2017
USA - CIA: del Mito a la Incompetencia - Si la CIA fuera RUSA a PUTIN le declaraban Criminal de Guerra
USA - CIA: del Mito a la Incompetencia - Si la CIA fuera RUSA a PUTIN le declaraban Criminal de Guerra
USA - CIA: del mito a la incompetencia
carlosagaton.blogspot.com
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marzo 10º, 2017
La CIA ha sido y es una presencia constante allí donde Estados Unidos tenga intereses (económicos, geopolíticos, estratégicos), lo que en la práctica deja muy pocas naciones exentas de sus tenebrosos manejos.
El abultado acervo de documentos dado a conocer el martes por la organización mediática internacional Wikileaks, donde se detallan gran número de herramientas de hackeo utilizadas por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) para vigilar ilegalmente a políticos, organismos y ciudadanos de ese y otros países, actualiza el tema de una de las más oscuras instituciones estadunidenses, sus alcances y sus siempre turbias actividades.
Prácticamente desde su creación, en 1947, con la Ley de Seguridad Nacional promulgada ese año por el entonces presidente Harry Truman, la agencia sobrepasó con mucho sus atribuciones constitucionales para convertirse en un auténtico Estado dentro del Estado y en una herramienta que, en distintos puntos del planeta, desestabilizó gobiernos libremente elegidos, distorsionó procesos electorales, financió campañas políticas en función de la conveniencia estadunidense, hizo gala del más grosero injerencismo y no se tentó el corazón para planificar y ejecutar el asesinato de personas a las que, desde su peculiar concepción, consideraba amenazantes para lo que Washington llamaba "el mundo libre".
Elevada a la categoría de mito por innumerables películas y series televisivas, pero también por investigaciones serias sobre su estructura y funcionamiento, la organización con sede en Langley, Virginia, ha sido y es una presencia constante allí donde Estados Unidos tenga intereses (económicos, geopolíticos, estratégicos), lo que en la práctica deja muy pocas naciones exentas de sus tenebrosos manejos.
En América Latina la agencia tiene un funesto récord de intervenciones, algunas más o menos encubiertas y otras desembozadas, que culminaron con el derrocamiento de presidentes de orientación popular
(Jacobo Arbenz en Guatemala, 1954; Joao Goulart en Brasil, 1964; Juan Bosch en República Dominicana, 1963; Salvador Allende en Chile, 1973); con intervenciones armadas directas (Cuba, 1961; Dominicana, 1965; Granada, 1983; Panamá, 1989), y con cruentos golpes de Estado (Uruguay, 1973; Chile, 1973; Argentina, 1976).
A todo lo cual cabe agregar un crecido expediente de operaciones encaminadas a incidir en los ámbitos políticos, económicos y sociales de los países de prácticamente todo el continente, siempre con la mira puesta en los intereses de Washington e invariablemente desplegando una proverbial falta de principios.
En esta segunda década del siglo XXI tiende a creerse que la CIA representa una especie de sello sin mayor peso real (o con una presencia al menos mucho menor a la que tuvo anteriormente) en las políticas locales; de hecho, aludir a la organización estadunidense para interpretar alguna situación inestable o irregular en esa materia suele despertar sonrisas de escepticismo.
Un examen más atento, sin embargo, revela que la reconversión tecnológica de los últimos años ha permitido a la CIA adoptar un perfil público menos evidente, desarrollar sus actividades de espionaje e intrusión con instrumentos más sofisticados, continuar su labor desestabilizadora por canales más borrosos y difíciles de detectar.
Con todo, para Donald Trump y su administración el trabajo de la agencia deja mucho que desear.
No es que su labor le parezca reprobable, sino que le parece ineficaz y anticuada; de otro modo ¿cómo se explica que una organización alternativa, civil, haya podido desentrañar con cierta facilidad su parafernalia operativa?
No hay que erradicarla por nociva –opina Trump–, sino modificarla por incompetente.
La mala noticia para el presidente republicano es que las nuevas tenologías ya no son exclusivas del poder:
así como los sistemas para detectar, captar, recopilar, analizar y clasificar información a fin de intervenirla han alcanzado un alto grado de confiabilidad, también se desarrolla, en paralelo, una tecnología destinada a ejercer control sobre tales sistemas.
Lo que equivale a decir que la inteligencia estadunidense puede seguir operando en la penumbra, pero ya no en la oscuridad de otros tiempos.
La herramienta que la CIA usaría para 'maquillar' ciberataques y presentarlos como si fueran rusos
carlosagaton.blogspot.com
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La Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA, por sus siglas en inglés) cuenta en su arsenal con un proyecto que acumula y alberga datos sobre métodos para lanzar ciberataques, lo que podría permitirle realizar nuevos 'hackeos' engañando a quienes intenten rastrear su autoría, según lo ha revelado este martes Wikileaks.
Esta iniciativa, llamada UMBRAGE, se centra en la recolección de 'rastros' de varios virus producidos en otros países —incluida Rusia—, tecnología que la agencia podría utilizar para llevar a cabo sus propios 'hackeos', atribuyéndoles las particularidades típicas para las herramientas de otros países.
Algunos componentes del proyecto contienen varios datos sobre contraseñas, capturas de cámaras web, la destrucción de datos, métodos para evitar los programas antivirus y otros tipos de información.
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La CIA de Obama/Clinton: espionaje masivo y ataques cibernéticos de falsa bandera
Si la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos tuviera su sede principal en Moscú y estuviera dirigida por Vladimir Putin, la mayor filtración de documentos de la historia publicada por WikiLeaks desde el martes 7 de marzo (Vault 7 [1]) sería una maravillosa noticia para los grandes medios corporativos y las élites globalistas occidentales de ambos lados del Atlántico Norte.
Todo su discurso de los últimos tiempos encajaría a la perfección.
Esa noticia ocuparía todo el espacio informativo de los medios occidentales, abriría un debate político y social al respecto y, sin duda, habría consecuencias negativas para Rusia y Putin en el plano institucional internacional, por ejemplo con el incremento de las sanciones económicas contra Rusia o la escalada militar frente a sus fronteras por suponer “un peligro para la seguridad mundial” y “las libertades de los ciudadanos”.
Todo este relato sería perfecto si realmente fueran así los hechos.
Se confirmaría que los medios occidentales decían la verdad cuando nos hablaban de las peligrosas prácticas injerencistas rusas contra la libertad y la democracia occidental.
El problema para estas élites mediáticas, políticas y económicas occidentales es que estamos ante un escenario opuesto al que describía anteriormente.
Lo que WikiLeaks ha demostrado definitivamente es todo lo contrario.
No son Putin ni Donald Trump (ni tampoco Maduro, Assad, Rohani…) los que espían ilegal y masivamente al resto del mundo, incluidos ciudadanos de a pie, hogares, empresas, gobiernos, instituciones públicas, políticos, etc., sino que es la criminal CIA de Obama y Hillary Clinton (y la de sus antecesores) quien lo ha hecho a nivel mundial y sin excepciones.
En realidad esto ya era conocido y tolerado por todos nosotros, pero ahora se amplía enormemente la información y sabemos al detalle incluso la tecnología concreta que utilizan.
Pero además, para enredar aún más este asunto, la CIA dirige toda esta red global de espionaje y hackeo no sólo desde su sede en Langley (Virginia), sino también desde la embajada de Estados Unidos en Frankfurt (Alemania) donde coordina todos sus ataques y su espionaje dirigido a Europa, África y Oriente Medio [2].
La Fiscalía Federal alemana dijo que iba a iniciar una investigación sobre estos hechos. Pero es pura retórica.
El gobierno de Alemania no tiene ningún interés en perjudicar a una agencia como la CIA que, por otro lado, pretende derrocar a un Donald Trump que tiene a Alemania en el punto de mira.
Recordemos que, como dije en otro artículo anterior, Estados Unidos pretende revertir el enorme déficit comercial que mantiene con Alemania, el más grande después del que mantiene con China.
Entre otras medidas el gobierno estadounidense podría imponer aranceles de hasta el 20% a los productos europeos (principalmente alemanes, se entiende). Y algunos analistas también pronostican una guerra monetaria contra el Euro, al que Trump y su equipo económico acusan de estar manipulado por parte de Alemania para favorecer sus exportaciones.
Merkel no apoyará a Trump atacando a la CIA
Como tampoco lo hizo en abril de 2015 cuando se hizo público que los servicios de inteligencia alemanes (BND) cooperaban con la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA) para espiar a políticos y empresas europeas [3]. Nada ha cambiado desde entonces.
Hoy en día en Europa… silencio absoluto. Se les acumulan los problemas.
Estados Unidos ya está en una guerra comercial contra otras naciones pero ahora está empezando a contraatacar, dijo este miércoles en entrevista con Bloomberg TV, el secretario de Comercio norteamericano, Wilbur Ross. [El Economista, 8/3/2017]
¿Y dónde queda la ética, los derechos de los ciudadanos y la legalidad internacional en todo este asunto? Pues están supeditados a los intereses económicos y geopolíticos, evidentemente.
Y, claro, todos estos hechos citados lo cambian todo. La noticia de las filtraciones históricas de WikiLeaks pierde interés entre la “prensa libre” y el “progresismo” occidental al no poder culpar a Putin y a Trump de espiar al resto del mundo, y además deja en evidencia sus mentiras y su doble rasero.
Hay que olvidar la noticia cuanto antes, desviar la atención. Pero por más que intenten ponerse de perfil han quedado desnudos ante la realidad.
La propaganda sobre unos supuestos “hackers rusos” al servicio del Kremlin que distorsionaron las elecciones en Estados Unidos y que iban a hacer lo mismo en las elecciones de Francia, Alemania y el resto de Europa se ha desvanecido de un plumazo.
Los “hackers rusos” eran más bien estadounidenses que trabajaban para la CIA.
WikiLeaks ha desvelado que la CIA, a través de un programa llamado “UMBRAGE” [4], tiene la capacidad de realizar “hackeos” o ataques informáticos dejando las huellas digitales de otros autores que nada tienen que ver con el ataque.
Es decir, que pueden realizar ataques informáticos pero culpando a otros países de su autoría. Obviamente hablamos de Rusia.
Desde un punto de vista técnico se ha demostrado que pueden hacerlo, con lo cuál todo apunta – ante la incapacidad de Washington de presentar pruebas contundentes contra Moscú – a que la supuesta “injerencia rusa” en las pasadas elecciones estadounidenses y el hackeo del correo del Partido Demócrata y de Hillary Clinton pudo ser un ataque de falsa bandera por parte de la CIA para culpar a Rusia.
Algunas informaciones hablan incluso de que el omnipresente George Soros, ligado al Partido Demócrata, financia algunas de las empresas contratadas por el FBI para “investigar” los supuestos “hackeos rusos” contra dicho partido político [5] durante las pasadas elecciones.
Ellos lo denuncian y ellos financian a quien debe investigar los hechos.
Sus conclusiones estaban escritas de antemano y apuntando hacia Moscú, lógicamente. Una investigación a la carta.
Igualmente las denuncias públicas hechas por Donald Trump contra Obama y las agencias de inteligencia por haber intervenido ilegalmente sus conversaciones privadas (que luego eran filtradas a la prensa a su servicio para tumbar al equipo de Trump) no son “excesos verbales” de un presidente “loco” e “ignorante”, sino que son creíbles y seguramente ciertas a la vista de los hechos que acabamos de conocer.
Esto es lo que piensa también William Binney, ex-director técnico de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA), quien el pasado lunes 6 de marzo (un día antes de publicarse la primera de las siete partes de las que consta el informe completo Vault 7) afirmó lo siguiente durante una entrevista para la cadena Fox Business:
“Creo que el presidente [Donald Trump] tiene completamente razón. Sus llamadas telefónicas, todo lo que hizo electrónicamente, se monitoreaba”.
La profundidad y gravedad de la información desvelada por WikiLeaks ha obligado a los medios corporativos occidentales a publicarla a regañadientes y a citarla en sus informativos de televisión y radio.
Pero han hecho todo lo posible para que pasara lo más desapercibida posible y, por supuesto, que no tuviera repercusiones negativas sobre Obama y los propios periodistas que le adulan.
Y lo han hecho, primero, cuestionando la credibilidad de la información presentada por WikiLeaks, a pesar de que ningún medio corporativo ni gobierno ha podido demostrar que los cables y filtraciones publicados por la organización de Julian Assange desde que se dio a conocer en 2007 sean falsos o estén manipulados. Nadie, nunca.
Su veracidad está fuera de toda duda a día de hoy. De hecho, el FBI y la CIA han abierto una investigación para dar con los “traidores” dentro de sus filas, dando por cierta la veracidad de la información de WikiLeaks.
Y en segundo lugar, trataron de relacionar directamente a WikiLeaks con el Kremlin o incluso con Donald Trump (“WikiTrump” [6]). Sin pruebas, claro.
Los mercenarios de la “información” en Occidente son inagotables difundiendo “noticia falsas” y manipulando los hechos.
Su sueldo y “prestigio” social les va en ello.
Parece evidente que WikiLeaks maneja los tiempos con un claro interés político. No somos niños ni tampoco idiotas. Una de sus funciones es, precisamente, desmontar las gigantescas mentiras que hay detrás del discurso de los gobiernos imperialistas occidentales.
Pero esto no significa que haya pruebas que nos lleven a concluir que la mano de Putin esté detrás de WikiLeaks, mucho menos la de Trump.
Ni la CIA ni el resto de agencias de inteligencia con su gigantesco y planetario aparato de espionaje han podido presentar en 10 años ni una sola prueba que los relacione. Estamos por tanto, una vez más, ante un ejercicio de pura manipulación y distorsión informativa con fines políticos.
Este es otro capítulo de la guerra que está librando Trump contra el Estado Profundo o el Gobierno Permanente como lo llaman algunos analistas.
Pero en esta ocasión la situación ha dado un giro inesperado.
WikiLeaks ha salido al rescate de Donald Trump, quien cuenta ahora con pruebas y detalles técnicos suficientes para defender sus argumentos y acusaciones contra de la todopoderosa y criminal Agencia Central de Inteligencia (CIA) y para denunciar las prácticas corruptas de sus enemigos políticos Obama y Clinton.
Por desgracia los medios corporativos occidentales y la izquierda “progresista” europea, que se muestran impermeables a los hechos probados, continúan con su campaña de propaganda anti-rusa y anti-Trump como si nada hubiese pasado, sirviendo como tontos útiles a quienes les están espiando a sus espaldas.
REFERENCIAS – NOTAS
[1] Todo lo que debes saber sobre Vault 7, el arma cibernética de la CIA,- información de María Jesús Vigo Pastur para RT (7/3/2017)
[2] Filtración de WikiLeaks expone métodos de hackeo de la CIA,- información ofrecida por la agencia EFE (El Observador, 7/3/2017)
[3] Escándalo de espionaje de NSA y BND azota al Gobierno alemán,- un reporte de Montse Mondelo, corresponsal en Berlín del canal Hispan TV (YouTube, 29/4/2015)
[4] Wikileaks Reveals: CIA’s UMBRAGE Allows Agency To Carry Out ‘False Flag’ Cyber Attacks,- artículo de Whitney Wett para Mint Press News (7/3/2017)
[5] DNC ‘Russian Hacking’ Conclusion Comes from Google-Linked Firm,- información de Aaron Klein (Breitbart, 6/1/2017)
[6] Oh, that traitorous WikiTrump,- artículo del analista Pepe Escobar (Asia Times, 9/3/2017)
Adolfo Ferrera
El Mirador Global
LA REALIDAD QUE SE ESCONDE DETRÁS DE LA PROPAGANDA MEDIÁTICA
Publicado por Antonio Marín Segovia
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