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80 años: “El ataque contra Gernika ha sido un gran éxito” Kaos en la red
Por Kaos. Memoria Histórica
Se
cumplen 80 años desde que la sanguinaria Legión Cóndor nazi bombardeara
Gernika para Franco en un macabro experimento de cara a la II Guerra
Mundial.
Se cumplen 80 años desde que la sanguinaria Legión Cóndor nazi bombardeara Gernika para Franco en un macabro experimento de cara a la II Guerra Mundial
El Gobierno de Euskadi contó 1.654 víctimas mortales en una población de 7.000 y el 85% de los edificios de la villa quedaron destruidos
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Se cumplen 80 años desde que la sanguinaria Legión Cóndor nazi bombardeara Gernika para Franco en un macabro experimento de cara a la II Guerra Mundial
El Gobierno de Euskadi contó 1.654 víctimas mortales en una población de 7.000 y el 85% de los edificios de la villa quedaron destruidos
Al caer la noche del 25 de abril de 1937,
en el salón del hotel Frontón de Vitoria, en la actual calle de San
Prudencio, un grupo de soldados nazis cantaban al son de un acordeón que
‘No existe mejor sensación que poseer a la más bella fulana de la
ciudad’. En una estancia decorada con castañuelas, objetos taurinos y
las ligas de sus “fulanas”, los alemanes bebían y bebían al grito de
‘Trink aus!’ después de llegar de pasar un rato en el burdel oficial de
la Legión Cóndor, en el que, por 100 pesetas, tenían derecho a “15
minutos con una chica” y a “dos toallas grandes, jabón y una cajita de
aluminio con dos preservativos”.
Mientras sus hombres seguían de fiesta, Wolfram
von Richthofen, jefe del Estado Mayor del contingente alemán enviado
por Adolf Hitler a España en apoyo del sublevado general Francisco
Franco, aparcó su Mercedes-Benz en la puerta del hotel, reconvertido
en cuartel general alemán en España, y accedió a su ‘suite’. Venía de
Burgos, otra de las capitales del bando rebelde. Allí, en una reunión de
la que se había ausentado el hombre de confianza de Franco en el Norte,
Emilio Mola, Von Richthofen y el coronel español Juan Vigón,
acompañados del comandante de la fuerza aérea italiana y de otros altos
mandos militares del bando ‘nacional’, habían fijado la villa de
Gernika, de 7.000 habitantes (a los que sumar un buen número de
refugiados de guerra) como objetivo prioritario para la tarde del 26 de
abril.
“Sólo el tiempo atmosférico puede derrotar a la
Legión Cóndor”, escribió el uniformado nazi en su diario aquella noche.
Estos datos, como otros muchos, los recopilaron los periodistas Gordon
Thomas y Max Morgan Witts en ‘El día en que murió Guernica’, publicada
en 1975 y que recogía por primera vez testimonios directos de víctimas
supervivientes y de los nazis que ejecutaron la masacre, así como
abundantes documentos escritos y fotografías.
“Hallaréis una muerte segura”
Aquellos
días en Gernika los vecinos seguían las vicisitudes de la guerra a
través de sus transistores. Radio Bilbao, que emitía desde zona
republicana, daba cumplida información sobre la ofensiva franquista
contra Bizkaia. Pero aquella noche del 25 de abril en los aparatos
guerniqueses sonó un mensaje de Radio Salamanca: “Vascos, rendíos ahora y
salvaréis vuestras vidas. Si resistís, hallaréis una muerte segura”.
Toda una premonición.
La ofensiva contra Bizkaia
empezó en marzo de 1937. El golpe de Estado contra la II República
ocurrió el verano anterior (18 de julio) y triunfó en parte del
territorio vasco, concretamente en Vitoria, que pronto se convirtió en
capital para Franco con Burgos y Pamplona. En octubre, se constituyó el
primer Gobierno autónomo de Euzkadi con José Antonio Aguirre como
lehendakari y como plenipotenciario consejero de Defensa. La casi única
misión de la estrenada autonomía vasca era ganar la guerra.
En
tiempo récord, Euzkadi formó un Ejército y una Policía operativos y
optó en noviembre por realizar una ofensiva sobre Vitoria. En la
conocida como Batalla de Villarreal, las fuerzas vascorepublicanas
pecaron de desorganización y los franquistas no sólo obtuvieron una
victoria militar, sino que pudieron asestar, ya en 1937, un contraataque
muy duro y definitivo. Ya con el apoyo aéreo de Italia y, sobre todo,
de la terrorífica Legión Cóndor nazi, la campaña del Norte fue la de los
bombardeos continuados. Antes de Gernika, a finales de marzo Durango
había sufrido, por ejemplo, una lluvia de bombas.
Von Moreau, el aviador siempre llama dos veces
De
hecho, el 25 de abril de 1937 alemanes e italianos continuaron con su
rutina mientras se celebraba la reunión de Burgos. Aquel día el
sanguinario Rudolf von Moreau atacó Bilbao. Se decía de Von Moreau, que
no había cumplido los 25, que era capaz de hacer blanco “arrojando una
china sobre un sello de correos” en una carrera. Tenía como “marca
distintiva”, según Thomas y Morgan Witts, terminar cada ‘raid’ con una
bomba de recuerdo, “una señal destinada a los que estaban en tierra para
demostrarles que había sido el legendario Von Moreau el que los había
bombardeado”.
Estas noticias, así como los
ataques sobre Markina y otras localidades, las conocían perfectamente en
Gernika, cuyo hospital de campaña no daba abasto para atender a los
heridos en el frente. En la villa ya escaseaban los suministros. Las
mafias mataban gatos para venderlos como si fueran conejos. En algunos
lugares estratégicos del pueblo se habían construido refugios antiaéreos
que luego se revelarían insuficientes.
Que el ataque
podía ser inminente era una evidencia. Los republicanos planeaban ya
trasladar a Bilbao la fábrica de armas Astra-Unceta, que era propiedad
de un franquista pero que bajo vigilancia militar suministraba material
al Gobierno legítimo. Y el lehendakari Aguirre había decidido enviar con
urgencia a un asesor, a Francisco Lazcano, para asumir la defensa de
Gernika por encima de su alcalde, José de Labauria.
Lunes, día de mercado en Gernika
Homenajeado
este sábado en Gernika con una calle en su honor, el regidor del PNV
accedió al cargo en sustitución de otro edil que se declaró franquista
tras el golpe de Estado. Según Thomas y Morgan Witts, “por temperamento y
formación, Labauria no era el hombre adecuado para estar al frente de
la ciudad”.
Ni esto ni la llegada de Lazcano constan en el completo informe que el alcalde realizó tras el bombardeo y
en el que explicaba que ya se habían adoptado algunas medidas como
disponer de “seis refugios acabados y seis sin acabar” con capacidad
para “3.500 personas”, sin contar el construido a título individual por
el dueño de Astra-Unceta. El dirigente del pueblo también suspendió el
partido de pelota previsto para aquella tarde. El mercado de todos los
lunes, asimismo, no contó con la misma afluencia que otras semanas y al
mediodía, unas horas antes de la llegada de la Legión Cóndor, ya se
había retirado precipitadamente.
El alcalde desmonta
también con datos objetivos otra de las incongruencias de la propaganda
franquista. Los sublevados habían vendido a Hitler que estaban luchando
contra los ‘rojos’. En la Bizkaia en la que se ensañaron los aviadores
de la Wehrmacht, el comunismo y el anticlericalismo eran excepcionales.
Es más, el PNV había ordenado controlar las iglesias contra los desmanes
de algunos radicales de izquierdas y celebraba liturgias regularmente
en memoria de los ‘gudaris’. “No supe que los comunistas tuvieron
proyectada ninguna revolución armada”, escribió José de Labauria.
“Así es la guerra”
Militarmente,
Von Richthofen justificó el ataque a Gernika por ser un nudo de
comunicaciones clave en la defensa de Bilbao. Aparentemente, el objetivo
era cortar las carreteras destruyendo el puente de Rentería. Ese lugar,
a pesar de que el bombardeo duró tres horas y los aviones atacantes se
contaron por docenas después de la primera pasada del ‘infalible’ Von
Moreau, resultó intacto.
“Todo lo que se mueva en esas
carreteras o en ese puente ha de suponerse relacionado con el enemigo
y, en consecuencia, ha de sufrir el bombardeo”, argumentó el alto mando
militar. “Así es la guerra”, asumió sin más Hans Asmus, ayudante en 1937
de Von Richthofen.
Von Richthofen se levantó pronto
el 26 de abril. A las 6.00 horas. Repasó un informe confidencial
titulado ‘Disponibilidades de aparatos’ y partió al campo
de aviación de Vitoria, base principal de la Legión Cóndor y hoy
enterrado bajo un barrio moderno de VPO y parques, Salburua.
Allí
esperaba el piloto Hans Joachim Wandel, que tras la fiesta nocturna no
pudo dormir y quiso hacer “un vuelo de prácticas” para probar las
ametralladoras de su aparato. Lo hizo sobre un río cerca de Elburgo.
Wandel contaría después su “emoción” por volar y por formar parte de la
leyenda (negra) de la Legión Cóndor. Opinaba también que pilotar era lo
mejor contra la resaca y cómo sus superiores le dijeron que a los
aviones había que tratarlos “como a una mujer”, con “amor y cuidado”.
Las
piruetas de Wandel no formaban parte de la operación. Sí, en cambio,
unos primeros vuelos de reconocimiento que tenían un doble fin:
fotografiar el objetivo para conocer la situación de las tropas enemigas
y hacer un pronóstico meteorológico de cara a la tarde.
El
día, de cielos despejados y sin viento, era magnífico tácticamente. Lo
mismo que en Vitoria, en la base alemana de Burgos también se
aprovechaba la mañana para preparar los aparatos. No hay muchos detalles
sobre qué ocurrió a mediodía, pero el diario de Von Richthofen revela
una reunión secreta con Vigón en la que sólo estuvieron acompañados por
las fotografías tomadas desde el aire esa misma mañana.
“El ataque está en marcha”
Cuando
Von Richthofen regresó al hotel Frontón anunció a su equipo un
lacónico: “El ataque está en marcha”. La orden se telegrafió a Burgos.
Él y su ayudante Asmus salieron en coche hasta el monte Oiz para seguir
en primera persona desde algún mirador lo que iba a ocurrir.
Las
cifras del contingente empleado contra Gernika varían en función de las
fuentes. En ‘El día en que murió Guernica’ se alude a que “en los
campos de aviación de Burgos y Vitoria se hallaba dispuesta una fuerza
formada por 43 bombarderos y cazas” y que “entre todos transportarían
unos 50.000 kilogramos de bombas explosivas, ‘shrapnel’ e incendiarias”.
Como se ve, muy proporcionado cuando el objetivo aparente era un puente
de piedra de 22 metros de largo y 9 de ancho.
A ello hay que sumar el papel
de la aviación italiana, que principalmente escoltó en la retaguardia a
la Legión Cóndor. Von Richthofen era consciente de que con su máquina
de guerra sería más que suficiente, pero Vigón prefirió dar un papel a
los aliados italianos para que no se sintieran desplazados. En la
operación participaron Heinkel 51, Heinkel 111, Junker 52, Dornier 17,
Messerschimdt 109 y Fiat CR 32 (italianos), principalmente. Las bombas
eran de 10, 50, 250 y 500 kilogramos y había también bombas incendiarias
de 1 a 4 kilogramos. Los aparatos más ágiles podían volar a 350
kilómetros por hora con una carga de tonelada y media de explosivos.
Las monjas vieron al enemigo: “¡Avión, avión!”
A
las 15.40 horas del 26 de abril de 1937, Von Moreau arrancó su Heinkel.
‘Alles in Ordnung’ (‘todo en orden’). Despegó. La operación contra
Gernika había comenzado. Al mismo tiempo que en el aire los nazis
gritaron ‘¡Objetivo a la vista!’, dos monjas con prismáticos que hacían
de centinelas en la azotea de un convento gritaron ‘¡Avión, avión!’ para
activar los mecanismos de aviso a la población, básicamente sirenas y
campanas. Fue una falsa alarma. Von Moreau pasó de largo.
Pero
volvió. El certero piloto, a pesar de volar mucho más bajo de lo
previsto y de tener el puente de Rentería a tiro, soltó las bombas en el
centro de Gernika, en la plaza de la Estación. Eran alrededor de las
16.30 horas.
Las primeras víctimas ya se produjeron
entonces. “Volaban por todas partes piernas, brazos, cabezas y cuerpos
despedazados”, comentó años después Juan Silliaco, jefe de la pequeña
dotación de bomberos voluntarios del pueblo.
“Los nuestros no harán nada”
Lo
que sucedió hasta pasadas las 19.30 fue más de lo mismo. Los aviones
realizaron varias pasadas cada uno descargando sus bombas o ametrallando
directamente a lo que se hallaba en su camino. El fuego provocó enormes
columnas de humo sobre el pueblo, los edificios se derrumbaron y el
pánico se adueñaba de aquellos que no fueron alcanzados por el enemigo y
que buscaban desesperadamente un hueco en los atestados refugios.
Tras
los primeros bombardeos, a eso de las 17.15 horas, uno de los oficiales
de las fuerzas republicanas acantonadas en Gernika, el joven teniente
Ramón Gandarias, logró localizar un teléfono que siguiera funcionando y
alertó de lo sucedido al cuartel general del Ejército vasco, ubicado en
Galdakao. Avisó de que “podría haber otro ataque”. Según declaró a los
periodistas Thomas y Morgan Witts, sólo le dijeron que “estudiarían” su
petición. “Eso significa que no harán nada”, razonó desolado el capitán
Juan Beiztegi.
La aviación republicana en el
Norte no era operativamente tan potente con la alemana e italiana
juntas pero la inferioridad en Gernika la causó su incomparecencia.
Moralmente, esta fuerza, que en 1936 había realizado algunos bombardeos
en Vitoria, había quedado muy tocada días atrás cuando su mejor hombre,
el piloto Felipe del Río, que había derribado a enemigos germanos en
combate, falleció en un ataque alemán contra Lamiako.
Beiztegi
ordenó a los alrededor de 2.000 soldados disponibles en Gernika y
alrededores que se guarecieran pero que mantuvieran sus posiciones. Mas
algunos ya habían emprendido la huida, para tristeza de algunos
guerniqueses y de Gandarias. Ya un día antes había abroncado a una
dotación que huía del frente: “La retirada ha acabado aquí. Estáis
obligados a luchar. Todos vosotros. Nada de correr y esconderse. ¡Os
aseguro que va a luchar hasta el último de vosotros!”.
Franco y Hitler: “Guernica no fue bombardeada”
Frente
a la atonía general, otros ‘gudaris’ sí mostraron gran valor. Faustino
Pastor, nacionalista conocido como Basurde, mantuvo la posición con una
ametralladora durante todo el ataque y trató en vano de impactar en los
aviones enemigos. Llegó a desmontar el arma del trípode para usarla como
un fusil.
Según contó en ‘El día en que murió
Guernica’, falló en todos sus intentos, pero tuvo el “triste privilegio”
de ser el primero en fotografiar el bombardeo con su cámara. Como él,
el padre Eusebio Arronategi también captó pruebas visuales de la
operación alemana. Suya es la toma de tres aviones en formación que
encabeza este reportaje. El Gobierno vasco guardó también alguna bomba
que no llegó a explotar y que mostraba la firma de la Legión Cóndor.
La
propaganda franquista pronto empezó a contrarrestar las denuncias de
las que se hicieron eco no sólo los periódicos republicanos de España,
como el ‘ABC’ (que pedía ayuda para los vascos), sino prestigiosas
cabeceras de Estados Unidos, Reino Unido y Francia, países que sí habían
practicado a rajatabla la “no intervención” internacional en la guerra
española que Alemania e Italia también cacareaban.
El
Ministerio de Asuntos Exteriores de Hitler convenció a Franco de que
negara la autoría de los hechos y el que luego sería dictador envió un
comunicado el 5 de mayo en el que se leía: “Guernica no fue bombardeada
por mis fuerzas aéreas. Fue incendiada con gasolina de los propios
vascos”. Era mentira: Antonio Arzanegi, panadero del pueblo y uno de los
pocos propietarios de un coche en 1937, no pudo repostar su Ford ya el
día anterior por falta de suministros.
Los
‘nacionales’, apoyados por tropas de tierra alemanas, italianas y
marroquíes, conquistaron Gernika a los pocos días. Entre sus medidas
inmediatas se decidió el envío a Vitoria del poeta Lauaxeta para su
fusilamiento. Montaron también una cocina de campaña para alimentar a la
población que había sobrevivido y que había optado por no huir de la
represión.
Según la Fundación Museo de la Paz de
Gernika, “durante el bombardeo se lanzaron un mínimo de 31 toneladas de
bombas”. “El centro urbano de la villa quedó totalmente arrasado. El 85%
de los edificios -un total de 271- fueron totalmente destruidos y el
resto parcialmente afectado. Las bombas incendiarias provocaron un
incendio que no pudo ser sofocado en varios días. El Gobierno de Euskadi
registró 1.654 víctimas mortales. El alcalde de Gernika, José de
Labauria, expresó que más de mil personas habían perdido la vida, entre
ellas, 450 en el refugio de la calle Andra Mari”.
“No debe ser admitida, en
ninguna circunstancia, una investigación internacional acerca de
Guernica”, declaró Hitler el 15 de mayo sobre su macabro ensayo general
para lo que vendría años después en la II Guerra Mundial. Así lo
confirmó Hermann Goering, el ideólogo político por encima de Von
Richthofen en los juicios de Nüremberg: “España me brindó una
oportunidad para poner a prueba a mi joven fuerza aérea, así como para
que mis hombres adquirieran experiencia”. El Gobierno vasco del exilio
intentó que se acusara también por los bombardeos a los líderes
militares nazis, pero el proceso sólo revisó la II Guerra Mundial y no
la Guerra Civil española.
***
Al
caer la noche del 26 de abril de 1937, en el salón del hotel Frontón de
Vitoria, los soldados nazis volvieron a las canciones obscenas, a las
prostitutas y al alcohol. ‘Trink aus!’. Von Richthofen, antes de
regresar a su ‘suite’, pasó revista a su flota aérea en el campo de
aviación de Salburua. “Vio que habían disminuido considerablemente los
depósitos de bombas. Pero aún disponía de muchas más”, escriben Thomas y
Morgan Witts. Como última misión del día, comunicó a Berlín
secretamente: “El ataque concentrado ha sido un gran éxito”.
http://www.eldiario.es/norte/euskadi/ataque-concentrado-gran-exito_0_635886764.htmlAYUDANOS A COMPARTIR LO QUE MUCHOS MEDIOS ESCONDEN.
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