lunes, 22 de mayo de 2017

El macabro experimento de la sífilis que obligó a EE.UU. a pedir perdón


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El macabro experimento de la sífilis que obligó a EE.UU. a pedir perdón

 

 


Esta semana se cumplen 20 años del día en que Bill Clinton pidió perdón públicamente, en nombre del gobierno de los Estados Unidos de América, por el horror de Tuskegee, el experimento de la sífilis en el que 600 personas participaron sin saber realmente la enfermedad que tenían y nunca recibieron tratamiento, a pesar de que se les prometieron cuidados médicos.

Nefastos recuerdos

Fue en el año 1932, en una pequeña población del condado de Macon, Alabama, llamada Tuskegee. Empezaron a circular unos folletos que prometían cuidados médicos gratuitos para los habitantes de la localidad, en su mayoría muy pobres y de raza negra: “Prueba de sangre gratuita; tratamiento gratuito, realizado por el Departamento de Salud del Condado y por los médicos del Gobierno. Puedes tener mala sangre aunque te encuentres bien. Ven y trae a tu familia”, podía leerse en los anuncios.
‘Mala sangre’. Con estas palabras se referían a una enfermedad ficticia que era la que fingían estar controlando y tratando. Llevaron a Tuskegee una furgoneta con la marca del gobierno para la campaña contra la ‘mala sangre’. Una gran mentira estatal. Lo que se estaba llevando a cabo era un siniestro experimento secreto conducido por el Servicio Público de Salud de los EE.UU., que pretendía registrar y estudiar los estragos que causaba la sífilis en el cuerpo humano si no se trataba. Y por eso no trataban a los enfermos. Los 600 ‘voluntarios’ engañados se dividían en dos grupos: 399 infectados de sífilis (a los que simplemente se les decía “tienes mala sangre”) y 201 que no tenían la enfermedad, y constituían el grupo de control del experimento.
Periódicamente los doctores visitaban la población con su furgoneta del gobierno y chequeaban a los enfermos para su estudio. Luego fingían medicarles contra su supuesta ‘mala sangre’, pero les daban aspirinas o suplementos minerales: placebos para engañarles. Ni siquiera cuando se descubrió, en 1945, que la penicilina era un tratamiento válido contra la sífilis, les medicaron para curarles. Porque la intención en Tuskegee no era esa. El experimento en los documentos secretos del estado llevaba el título ‘Tuskegee Study of Untreated Syphilis in the Negro Male’ (Estudio Tuskegee de la Sífilis sin tratar en el hombre negro).
Un investigador del Servicio Público de Salud de los Estados Unidos llamado Peter Buxtun expresó en 1966 su preocupación al departamento de enfermedades venéreas, pero fue ignorado. Más tarde, el propio Buxtun filtraría la información sobre el experimento al periodista de Associated Press, Jean Heller, que publicaría la historia en la portada del New York Times del 26 de Julio de 1972, refiriéndose a ella como “una de las más brutales violaciones de los derechos humanos que se pueden imaginar”.

Una disculpa tardía e insuficiente

Un cuarto de siglo después de que la historia se hiciera pública, y 65 años después de que el experimento se pusiera en marcha, la administración de Bill Clintonse dignó por fin a pedir disculpas a los afectados por el experimento, tanto a los supervivientes como a los familiares de los fallecidos.
El gobierno de Estados Unidos hizo algo que estaba muy mal, profundamente y moralmente mal. Fue un ultraje a nuestro compromiso con la integridad y la igualdad de todos nuestros ciudadanos. A los supervivientes, a las esposas y a los familiares, a los hijos y a los nietos, les digo lo que ya saben: ningún poder en la Tierra puede devolverles las vidas perdidas, restaurarles el dolor sufrido, los años de tormento interno y angustia. Lo que se hizo no se puede deshacer. Pero podemos terminar con el silencio. Podemos dejar de desviar la cabeza. Podemos mirarles a los ojos y decirles por fin, en nombre del pueblo estadounidense, que lo que hizo el gobierno de Estados Unidos fue vergonzoso, y lo siento“, dijo Clinton entonces.

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