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Cómo la Industria Biotecnológica acalla las críticas e intimida a científicos y periodistas – noticias de abajo
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"Ni la Ciencia oficial y consagrada ni otra fe
ninguna puede hacer más que procurar que se cumpla lo previsto, que no
se haga más que lo que está hecho, y que no nos pase nada del otro
mundo". Mentiras principales, Agustín García Calvo
En abril de 2016, Mónica Eng de WBEZ, la emisora de Radio Pública Nacional de Chicago, emitió un programa en el que criticaba
que el gigante agroquímico Monsanto había pagado a un profesor de la
Universidad de Illinois para que realizase viajes, escribiese y hablase
sobre los transgénicos, e incluso para que presionase a los responsables
federales para que detuvieran la regulación de los cultivos transgénicos. Tras un agotador trabajo, Eng descubrió varios documentos que demostraban que Monsanto realizó pagos al profesor de la Universidad de Illinois Bruce Chassy, que aconsejó a Monsanto que entregase dinero a la fundación de la Universidad, donde los registros están protegidos contra su divulgación pública.
“Sabía que esto sería una asunto interesante”, dice Eng.
Lo que ella no esperaba fue la
campaña en su contra: la Universidad la acusó de ser una activista, no
una periodista, y fue perseguida por los trolls en Twiter, quienes la
emprendieron contra ella en una campaña de desacreditación personal.
“He trabajado como periodista profesional en Chicago durante más de tres décadas”, dice Eng. “He
descubierto actividades dudosas en grupos gubernamentales, en
organizaciones sin ánimo de lucro y en empresas privadas. Pero creo que
nunca he visto a un grupo tan decidido a atacar personalmente a una
periodista que informa de un tema”.
“… nunca he visto a un grupo tan decidido a atacar
personalmente a una periodista
que informa de un tema”. – Mónica Eng
La experiencia de Eng es sólo un
ejemplo de una estrategia inventada por primera vez por las Grandes
Empresas Tabacaleras para difamar a sus críticos, confundir a los
periodistas y tratar de silenciar la información que podría dañar la
imagen de la Industria.
En los últimos meses, los medios de
comunicación vienen informando sobre la preocupante tendencia del
periodismo patrocinado por las empresas. British Medical Journal informó
sobre una campaña de Coca-Cola que duró varios años para tratar de
influir en los periodistas que cubrían las informaciones relacionadas
con la obesidad, financiando conferencias de periodismo en la
Universidad de Colorado. El grupo Health News Review dijo
que los profesores del periodismo de la Universidad de Kansas
solicitaron a más de 1.000 periodistas relacionados con la salud que
difundiesen sus opiniones sobre los opiáceos en una encuesta financiada
en parte por el Center for Practical Bioethics, un grupo del U.S. Senate Finance Committee investigated que destaca por sus vínculos con los fabricantes de opiáceos.
“…una campaña de Coca-Cola que duró varios años
trató de influir en los periodistas que cubrían
las informaciones relacionadas con la obesidad…”.
La Industria Biotecnológica está
empeñada en silenciar todas las controversias que rodean a los productos
transgénicos y los productos químicos que se utilizan en los cultivos
modificados genéticamente, entre ellos el glifosato de los herbicidas de
Monsanto. El glifosato es el herbicida más utilizado en todo el mundo, y
es pieza clave en los cultivos de maíz y de soja transgénicos. Un reciente estudio descubrió
que el uso de esta sustancias química por parte de los agricultores ha
aumentado 15 veces desde 1996. La Agencia Internacional de Investigación
del Cáncer, de la OMS, lo ha identificado como “probablemente
carcinógeno para los seres humanos”.
En enero, un juez anuló las objeciones
de Monsanto para que el Estado de California incluyera una etiqueta de
advertencia de que dicho producto puede producir cáncer. El Inspector
General de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) acaba de anunciar
que está investigando si un ex funcionario de alto rango de la EPA
llegó a un acuerdo con Monsanto. Además de presentar demandas y
contratar a grupos de presión, la Industria Química está contratando a
científicos y utilizando sitios web a favor de los transgénicos para
desacreditar a los periodistas que cubren las informaciones sobre el
glifosato y los transgénicos.
“La Industria Química está contratando a científicos
y utilizando sitios web a favor de los transgénicos
para desacreditar a los periodistas que cubren
las informaciones sobre el glifosato y los transgénicos”.
El periodista de investigación del New York Times, Danny Hakim, ha abordado el asunto de los artículos críticos con la Industria Agroquímica. Ponga el nombre de Hakim
en Google y usted encontrará pocas menciones a los 17 años de
permanencia en el Times, tiempo durante el cual ha sido ganador de un
Premio Pulitzer. En lugar de eso, se encontrará con artículos que
critican los suyos, en sitios como el Consejo Americano de Ciencia y
Salud ( (“Glyphosate: NYT’s Danny Hakim Is Lying to You”) y el Proyecto de Alfabetización Genética (“Why Danny Hakim’s New York Times GMO exposé misleads”).
“La campaña de relaciones
públicas de la Industria para encauzar el debate sobre los transgénicos e
intimidar a los periodistas mediante el hostigamiento y el insulto ha
tenido un notable éxito en mi opinión”, dice el autor que escribe sobre alimentación y profesor de periodismo Michael Pollan. “Creo
que en parte esto se debe a la ingenuidad política y de relaciones
públicas de muchos de mis colegas que escriben sobre asuntos
científicos”.
“La campaña de relaciones públicas de la Industria
para encauzar el debate sobre los transgénicos
e intimidar a los periodistas mediante el hostigamiento
y el insulto ha tenido un notable éxito en mi opinión…”.
Una táctica que los valedores de la
Industria emplean para desacreditar las cuestiones relativas a los
transgénicos es la de reducir la discusión al tema de la seguridad
alimentaria. Los científicos y escritores que defienden los transgénicos
se burlan
de los expertos y de los críticos, retratándolos como locos que piensan
que comer una bolsa de aperitivos de maíz es algo similar a la
ingestión de una botella de arsénico. Pero se trata de una forma de
ataque falsa, ya que las preocupaciones en torno a los transgénicos son
amplias, incluyendo las pruebas de seguridad, su impacto en la
agricultura y los ecosistemas y la toxicidad del glifosato.
Hay un debate en torno a unos
cultivos que requieren de un uso intensivo de plaguicidas. La Industria y
sus valedores intentan desacreditar estas cuestiones comparando a los
críticos de los transgénicos con los negacionistas del cambio climático y
los negacionistas de la seguridad de las vacunas.
Las tácticas mediáticas utilizadas
por la Industria Biotecnológica se han puesto de relieve en las demandas
judiciales presentadas contra Monsanto, en las que los afectados alegan
que el glifosato les ha provocado cáncer. Se ha tenido acceso a
documentos internos de Monsanto que describen la estrategia de la
Empresa en las redes sociales, lo que se ha denominado “Que nada quede sin responder”,
un programa en el que individuos que en principio no parecen tener
conexiones con la Industria responden con rapidez a cualquier mensaje
negativo contra Monsanto lanzado en las redes sociales, o contra los
transgénicos o los productos agroquímicos.
Los abogados que defienden a los demandantes
dijeron a un juez que los documentos muestran que Monsanto canaliza
dinero al Proyecto de Alfabetización Genética y al Consejo Americano de
Ciencia y Salud para “avergonzar a los científicos y resaltar aquella
información que sea útil para Monsanto u otros productores de sustancias
químicas”.
La Industria también ha financiado en secreto una serie de conferencias para
que periodistas y científicos sepan encarrilar el debate sobre los
transgénicos y la toxicidad del glifosato. El más concurrido de este
eventos fue el de 2014 en la Universidad de Florida y el de 2015 en la
Universidad de California-Davis. Los organizadores invitaron al
Presidente del Departamento de Ciencias Hortícolas de la Universidad de
Florida, Kevin Folta, a Jon Entine, del Proyecto de Alfabetización
Genética, a Bruce Chassy de la Universidad de Illinois y a la consultora
Cami Ryan.
Mientras que afirmaba su independencia de la influencia de la Industria, Kevin Folta apareció en The New York Times en un artículo en el que se decía
que había recibido dinero de Monsanto para promover los transgénicos.
Después de que este artículo revelara su conexión con Monsanto, la
Universidad en la que trabaja Folta declaró que tenía intención de donar estos pagos a instituciones caritativas.
Entine estaba afiliado a un grupo
ya desaparecido denominado SATS, que promovía mensajes a favor de los
productos químicos y proporcionaba apoyo a los comunicados de la
Industria Tabacalera. El año pasado, Entine escribió un artículo en el
que atacaba a los profesores de la Columbia Journalism School por sus investigaciones sobre la participación de ExxonMobil en la negación del cambio climático. Hace años, un artículo en The New Yorker
informaba sobre la aparente participación de Entine en la condena
coordinada de la Industria contra un profesor de la Universidad de
California-Berkeley, cuyas investigaciones son críticas con el uso de
los pesticidas.
Además de recibir dinero para ayudar a Monsanto, Chassy administra Academics Review, un sitio sugerido por un ejecutivo de Monsanto en un correo electrónico: “La clave será mantener a Monsanto en un segundo plano para no dañar la credibilidad de la información”.
Después de ayudar a preparar la primera conferencia, Cami Ryan realizó un trabajo para Monsanto.
“Se trata de materiales que son
motivo de preocupación. Están pensados para disuadir a la gente de que
los cultivos transgénicos son beneficiosos, necesarios y que no
presentan suficiente riesgos como para justificar su etiquetado”, dijo
Naomi Oreskes, profesora de Historia de la Ciencia en la Universidad de
Harvard, después de revisar los documentos y los correos electrónicos
sobre las conferencias.
Oreskes dice que la participación
del Consejo Americano de Ciencia y Salud es especialmente problemática,
dado su larga trayectoria de minar los conocimientos científicos
relacionados con la seguridad química y los pesticidas.
Después de las discusiones iniciales del año 2013, Entine envió posteriormente un correo electrónico
a Folta, Chassy y Ryan en el que decía que las conferencias necesitaban
a personas “estratégicamente ubicadas” en aquellos estados en los que
se están produciendo batallas políticas sobre los alimentos
transgénicos. Entine añadió que una vez que el programa se haya
resuelto, “voy a considerar la propuesta de atraer a un grupo de
periodistas y expertos de los medios de comunicación para que estén a
nuestro lado”.
Cuando un periodista le preguntó
quién estaba detrás de la conferencia de 2015 en la Universidad de
California-Davis, Entine dijo que los eventos de alfabetización
biotecnológica estaban financiados por la Universidad, así como el apoyo
del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, el Departamento
de Estado y Academics Review. En un correo electrónico
dirigido a varios científicos, Chassy también afirmó que las
Universidades y las Agencias federales estadounidenses estaban
financiando las conferencias de alfabetización genética y dijo que los
honorarios de los presentadores serían de 2.500 dólares. Chassy añadía: “Los periodistas no son baratos”.
Pero tanto la Universidad de
Florida como la Universidad de California-Davis negaron que estuvieran
financiando estas conferencias. Un portavoz del Departamento de Estado
dijo que la Agencia simplemente había enviado a un conferenciante a la
conferencia de 2014 en la Universidad de Florida. Después de semanas de
reiteradas solicitudes, un portavoz del Departamento de Agricultura de
los Estados Unidos no pudo encontrar pruebas de que hubiera financiado
dichas conferencias.
Entonces, ¿de dónde proviene el dinero? Es un rastro un tanto tortuoso el de este dinero.
Un contrato firmado por Entine indica que muchos de los gastos fueron pagados por la Organización de la Industria Biotecnológica (BIO). Cuando nos pusimos en contacto con BIO, nos confirmaron que dio a Academics Review
175.000 dólares para la conferencia de 2014 en la Universidad de
Florida y 165.000 dólares para la conferencia de 2015 en la Universidad
de California-Davis. Pero BIO agregó que el dinero fue canalizado a
través de una organización sin fines lucrativos, el Council on Biotechnology Information (CBI). Sin embargo, la declaración fiscal de CBI indica que dieron en total 300.000 dólares a Academics Review en 2014 y 2015. Y la declaración fiscal de Academics Review, que Chassy administra con su esposa, señala que el grupo gastó más de 160.000 dólares en la conferencia de UC-Davis de 2015.
En
resumen, la única fuente de dinero que se puede rastrear es el
procedente de la Industria Biotecnológica. Entonces, ¿qué es lo que
pretendía?
Un folleto distribuido en la conferencia de 2015
en UC-Davis recoge una lista de más de una docena de profesores,
incluyendo a Jay Byrne, ex oficial de relaciones públicas de Monsanto,
que ahora dirige una firma de relaciones públicas que promueve los
transgénicos. También aparece Nina Fedoroff, profesora en el Estado de
Penn, que también sirve como consejera y crítica en los medios para una
firma de abogados que representa a la Industria Biotecnológica.
Entre los asistentes a la
conferencia de UC-Davis figura como periodista Hank Campbell, de la
página web Science 2.0, que publica regularmente propaganda a favor de
los transgénicos. Campbell es ahora Presidente del Consejo Americano de
Ciencia y Salud, que ataca a los periodistas que informan de los lazos
ocultos de los científicos con la Industria y los potenciales peligros
de los pesticidas.
Después de revisar los documentos
de la conferencia, Marion Nestle, profesora de nutrición, estudios
alimentarios y salud pública en la Universidad de Nueva York, dijo:
“Si a los periodistas que asisten a conferencias se les paga por asistir, eso debe ser motivo de sospecha”.
Agregó
que los organizadores de las conferencias intentaban convencer a los
periodistas de que cualquier persona que cuestione la seguridad de los
transgénicos “es anticientífico y se encuentra al mismo nivel que los
negacionistas del cambio climático”.
Gary Schwitzer, editor de Health News Review, y profesor asociado adjunto en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Minnesota, también se muestra preocupado:
“Muchos periodistas
se tiran por una pendiente resbaladiza al asistir a conferencias
patrocinadas por entidades que tienen intereses financieros. Esta
práctica cambia la forma de hacer periodismo, pagando por publicar lo que interesa a aquellas”.
Cuando se le preguntó acerca de la
financiación de las conferencias y el apoyo financiero de la Industria a
su organización, Entine respondió:
“Lo siento, nunca he oído hablar de usted. No respondo a activistas sin antecedentes ni informes creíbles”.
Folta
dijo que entiende que las conferencias estuvieron financiadas por BIO y
organizó ños eventos fuera de su horario de trabajo:
“Toda mi financiación, como siempre, ha sido declarada según la política de la Universidad”.
En una declaración a The Progressive,
Monsanto escribió que la Empresa colabora con múltiples organizaciones y
proporciona apoyo financiero de manera transparente a muchas
organizaciones de la Industria, incluyendo CBI, de la cual el
Consejo Americano de Ciencia y Salud es un socio de apoyo. Monsanto
agregó que no proporciona fondos para el Proyecto de Alfabetización
Genética, pero ignoró las repetidas preguntas sobre su apoyo financiero
al Consejo Americano de Ciencia y Salud.
Chassy no respondió a las preguntas sobre la financiación de Academics Review y las conferencias de Biotecnología. Pero se unió a Entine y Folta en el envío de una carta a The Progressive, acusando al autor de “tácticas de hostigamiento y prejuicios” no especificados y “múltiples falsas insinuaciones y potencialmente difamatorias”.
Gary Ruskin es codirector de US Right to Know,
una organización sin ánimo de lucro que trabaja en favor de la
transparencia en la Industria Alimentaria y recibe financiación de la
Organic Consumers Association. Su grupo obtuvo por primera vez
documentos públicos de las conferencias apoyadas por la Industria:
“Muchos periodistas
están intimidados y se muestran temerosos de informar sobre los efectos
de los productos de la Industria Agroquímica sobre la salud y el medio
ambiente”.
“Muchos periodistas están intimidados
y se muestran temerosos de informar
sobre los efectos de los productos de la
Industria Agroquímica sobre la salud
y el medio ambiente”.
La Industria advierte a los
defensores de la salud pública y a los periodistas que lo que hacen es
anticientífico si informan sobre estas cuestiones para que la gente lo
entienda. Eso es algo que debería preocuparnos a todos.
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