Al
menos 29 civiles murieron y otros 63 resultaron heridos en un ataque
suicida contra una mezquita de la minoría chiíta de la ciudad de Herat,
ubicada en la provincia homónima, en el oeste de Afganistán. El vocero
del Ministerio de Salud provincial, Rafiq Shirzai, confirmó que el mayor
hospital estatal de Herat recibió 29 cadáveres y agregó que al menos
una decena de heridos se encontraban en estado crítico. Por su parte, el
vocero del gobernador de la provincia, Jailani Farha, informó que todas
las víctimas eran civiles y que se encontraban en la mezquita después
del rezo de la tarde. Farha contó que un atacante abrió fuego contra la
gente que abandonaba la mezquita y, luego, entró al templo, donde detonó
los explosivos. Los investigadores no habían podido determinar si en el
ataque actuaron una o más personas.
Los atentados contra la minoría musulmana chiíta son comunes en Afganistán, aunque la provincia de Herat es, en general, poco conflictiva, en comparación a otras regiones del país desgarradas por los combates entre el Ejército, la Policía y el movimiento insurgente talibán. El último atentado contra la minoría fue en junio durante el mes sagrado del Ramadán, cuando un atacante suicida del grupo armado Estado Islámico (EI) mató a seis civiles y provocó heridas a otros ocho en una mezquita chiíta de Kabul. Afganistán vive un recrudecimiento de la violencia desde el final de la misión militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) el primero de enero de 2015, lo que empujó al Ejecutivo a perder terreno ante los talibanes hasta controlar apenas un 57 por ciento del país, según datos difundidos por el gobierno de Estados Unidos. La misión de Naciones Unidas en Afganistán anunció en julio pasado que el conflicto registró un nuevo récord de muertes de civiles, con 1.662 fallecidos en los primeros seis meses del año, un 2 por ciento más que en 2016, incluido el aumento de decesos de niños y de mujeres en un 9 y un 23 por ciento, respectivamente.
Los atentados contra la minoría musulmana chiíta son comunes en Afganistán, aunque la provincia de Herat es, en general, poco conflictiva, en comparación a otras regiones del país desgarradas por los combates entre el Ejército, la Policía y el movimiento insurgente talibán. El último atentado contra la minoría fue en junio durante el mes sagrado del Ramadán, cuando un atacante suicida del grupo armado Estado Islámico (EI) mató a seis civiles y provocó heridas a otros ocho en una mezquita chiíta de Kabul. Afganistán vive un recrudecimiento de la violencia desde el final de la misión militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) el primero de enero de 2015, lo que empujó al Ejecutivo a perder terreno ante los talibanes hasta controlar apenas un 57 por ciento del país, según datos difundidos por el gobierno de Estados Unidos. La misión de Naciones Unidas en Afganistán anunció en julio pasado que el conflicto registró un nuevo récord de muertes de civiles, con 1.662 fallecidos en los primeros seis meses del año, un 2 por ciento más que en 2016, incluido el aumento de decesos de niños y de mujeres en un 9 y un 23 por ciento, respectivamente.
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