El
régimen estadounidense busca ocultar el espionaje que realizan sus
diplomáticos en La Habana, recurriendo a ‘fantasías’ de ‘ataques
acústicos’.
El Departamento de Estado de EE.UU. expulsó, el pasado 23 de mayo, a dos diplomáticos de la embajada de Cuba en Washington, después de alegar un supuesto ataque a diplomáticos estadounidenses y a un canadiense en La Habana, catalogado por medios de comunicación norteamericanos de “ataque acústico”, según indican, por pérdida auditiva, náuseas, dolor de cabeza y vértigo que sufrieron esos empleados. Acusaciones rechazadas por el Gobierno del país caribeño.
Arthur González, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., abordó el tema en un artículo titulado “¿Qué se esconde tras la novela de los ‘ataques acústicos’?” publicado el miércoles en el periódico digital colombiano El Heraldo. La respuesta: "el espionaje".
“El FBI (Buró Federal de Investigaciones de EE.UU.) lo sabe de sobra, pues son cientos los técnicos que se enferman en su sección de escucha, por espiar diariamente las conversaciones telefónicas de millones de estadounidenses y de ciudadanos de todo el mundo, como se denunció públicamente hace pocos años”, apostilló González.
Cuestionó que ¿cómo es posible que “un rayo misterioso desde un emisor invisible, afecte en la misma residencia a una persona y a otras no?”, para luego añadir que entre los supuestos afectados no hay empleados domésticos cubanos y tampoco los hijos y esposas de esos diplomáticos “yanquis” que vivían en la misma casa. “Ese cuento no se lo traga nadie”, ironizó.
Tras definir a tales acusaciones de un cuento de “ciencia ficción”, González indicó que Washington con esas infundadas alegaciones quiere desviar la atención del mundo ante la próxima presentación de Cuba—en el mes de octubre— en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por el criminal bloqueo económico, comercial y financiero.
“La ciencia ficción de que se han quedado sordos unos y otros no engañará a ciertos incautos, pero no a la mayoría de los ciudadanos del mundo que saben leer y escribir, y conocen perfectamente de lo que son capaces esos ‘paladines de los derechos humanos’, quienes asesinan a inocentes y después lo justifican como errores y daños colaterales”, concluyó el artículo.
El Departamento de Estado de EE.UU. expulsó, el pasado 23 de mayo, a dos diplomáticos de la embajada de Cuba en Washington, después de alegar un supuesto ataque a diplomáticos estadounidenses y a un canadiense en La Habana, catalogado por medios de comunicación norteamericanos de “ataque acústico”, según indican, por pérdida auditiva, náuseas, dolor de cabeza y vértigo que sufrieron esos empleados. Acusaciones rechazadas por el Gobierno del país caribeño.
Arthur González, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., abordó el tema en un artículo titulado “¿Qué se esconde tras la novela de los ‘ataques acústicos’?” publicado el miércoles en el periódico digital colombiano El Heraldo. La respuesta: "el espionaje".
“El FBI (Buró Federal de Investigaciones de EE.UU.) lo sabe de sobra, pues son cientos los técnicos que se enferman en su sección de escucha, por espiar diariamente las conversaciones telefónicas de millones de estadounidenses y de ciudadanos de todo el mundo, como se denunció públicamente hace pocos años”, apostilló González.
Cuestionó que ¿cómo es posible que “un rayo misterioso desde un emisor invisible, afecte en la misma residencia a una persona y a otras no?”, para luego añadir que entre los supuestos afectados no hay empleados domésticos cubanos y tampoco los hijos y esposas de esos diplomáticos “yanquis” que vivían en la misma casa. “Ese cuento no se lo traga nadie”, ironizó.
Tras definir a tales acusaciones de un cuento de “ciencia ficción”, González indicó que Washington con esas infundadas alegaciones quiere desviar la atención del mundo ante la próxima presentación de Cuba—en el mes de octubre— en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por el criminal bloqueo económico, comercial y financiero.
“La ciencia ficción de que se han quedado sordos unos y otros no engañará a ciertos incautos, pero no a la mayoría de los ciudadanos del mundo que saben leer y escribir, y conocen perfectamente de lo que son capaces esos ‘paladines de los derechos humanos’, quienes asesinan a inocentes y después lo justifican como errores y daños colaterales”, concluyó el artículo.
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