RACISMO BLANCO Y RACISMO NEGRO. Apuntes para una historia no autorizada del imperialismo EEUU
Los
enfrentamientos acaecidos este estío entre racistas blancos y racistas negros
en EEUU (éstos últimos respaldados por multiculturalistas y progresistas
blancos, además de por todo el poder mediático norteamericano), con motivo de
la opuesta valoración de unos y otros sobre la Guerra de Secesión de EEUU
(1861-1865), invita a realizar un análisis objetivo de la historia de ese país,
hoy la potencia imperial todavía dominante a escala planetaria. A la vez,
favorece la condena argumentada de todas las expresiones de racismo, se
manifieste como racismo de los blancos o racismo de los negros. El racismo es
siempre desigualdad, explotación, capitalismo, por eso el proyecto y programa
revolucionario ha de sublevarse contra él en todas sus manifestaciones, y no
sólo en algunas.
Tan intolerable es el racismo blanco
representado por neonazis, supremacistas blancos y lo que sobrevive de esa
horridez criminal conocida como KKK (Ku Klux Klan), como el racismo negro,
heredero del Partido Panteras Negras (uno de los grupos más substancialmente
supremacistas del siglo XX a escala planetaria), Malcolm X y sus
manifestaciones actuales, todas ellas favorecedoras del capitalismo, el
militarismo USA y el imperialismo yanki, por tanto anti-revolucionarias. El
racismo negro es hoy más útil y valioso para la máquina de guerra del Pentágono
que el blanco, de ahí que ésa, y con ella todo el gran capitalismo globalizador
de USA, lo protejan, premien y promuevan. Esto explica la toma de partido de
todo el aparato mediático en contra del racismo de los blancos y a favor del
racismo de los negros.
Revelar
por qué y cómo se ha creado esta situación, así como su significación política
actual y su evolución más probable, es aportar una herramienta analítica de
importancia para promover el avance de la revolución popular, comunal e
integral planetaria. Porque una cosa es la versión progresista, burguesa, de la
historia de EEUU, que es la que se impone desde la escuela y los medios de
comunicación, y otra la verdad de lo que sucedió.
El fundamento del
progresismo es la mentira y la manipulación de las mentes, en EEUU tanto como
en el Estado español. Aquí su ejecutoria a partir de la Constitución de Cádiz, 1812,
fue un genocidio secular, que arrasó con el comunal, eliminó las formas
asamblearias de autogobierno municipal, infringió daños gravísimos al medio
ambiente (que dos siglos después están convirtiendo la península ibérica en un
cuasi-desierto), estableció una forma jurídicamente obligatoria de patriarcado,
destruyó los sistemas de autogobierno parcial de Euskal Herria, Galiza, etc.
(los de Cataluña ya las había extinguido el antecedente inmediato del
liberalismo español, la monarquía centralista, en 1714), sometió a un
adoctrinamiento permanente a la infancia con la escuela estatal obligatoria,
concentró todo el poder y toda la riqueza en Madrid, estatuyó un régimen
centralista español que saqueaba al campo para abastecer las ciudades a través
de un sistema tributario confiscatorio que condenaba a la rural gente a la
pobreza e incluso al hambre, estableció el servicio militar obligatoria para
hacer operativo el colonialismo español, fomentó la acumulación y concentración
de la propiedad (en particular, con las diversas leyes de desamortización
civil, que arrebataron a punta de bayoneta a los pueblos sus tierras y otros
muchos bienes comunales) dando con ello un impulso decisivo al desenvolvimiento
del capitalismo, elevó al clero católico al privilegiado estatuto de cuerpo de
funcionarios del Estado que se apropiaba de una parte conspicua del presupuesto
estatal y convirtió al individuo en un rehén y una propiedad del Estado,
reduciéndole a la condición de ser nada. La represión continuada y violentísima
de quienes se resistían al liberalismo, en particular las gentes del agro de la
mitad norte de Iberia, convirtió a nuestro siglo XIX en un baño de sangre
continuado.
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