Los bancos centrales, la banca pública y la desigualdad.
7 septiembre 2017 |Aurora Martínez Hernández – ATTAC Madrid
El sistema de economía mixto y la desigualdad.
“El estado del bienestar ha demostrado un hecho fundamental: la solidaridad está en el origen del desarrollo social y del funcionamiento eficaz de la economía de un país” Ricardo Petrella. “El bien común”.
Los excesos del sistema de libre mercado o capitalista que originaron la crisis del 29, dio paso a un sistema de economía mixta. Bajo la influencia de Keynes y de los socialistas, y el miedo a la extensión de la revolución comunista, surgen gobiernos socialdemócratas en E.E.U.U. y Europa que propugnan la intervención del Estado en la Economía, produciendo bienes estratégicos y servicios básicos para toda la población que el mercado es incapaz de ofrecer. Para ello se marca como objetivo el pleno empleo, se dictan leyes laborales y fiscales para corregir las desigualdades y se crean empresas públicas financiadas con ayuda pública, principalmente a través de su banco central. En coordinación con él, una banca pública potente apoya el crecimiento de la actividad económica.
Robert Reich, que fue secretario de Trabajo con Clinton, describe el llamado pacto Keynesiano de aquella época como el acuerdo tácito por el que “los patronos pagaban a sus trabajadores lo suficiente para que éstos comprasen lo que sus patronos vendían”. Era, se ha dicho, “una democracia de la clase media” que implicaba “un contrato social no escrito entre el trabajo, los negocios y el gobierno, entre las élites y las masas”, que garantizaba un reparto equitativo de los aumentos en la riqueza.1
Otra característica de aquel sistema financiero surgido de los acuerdos de Bretton Woods (1944) era que ni los ciudadanos, ni los bancos, ni las empresas podían mover libremente el dinero por el mundo, siendo los estados los que se encargaban de impedir el libre movimiento de capitales. Sí se permitía a los bancos, en cambio, mover dinero para el comercio internacional o para inversiones reales que autorizaban los estados.
En aquel estado del bienestar, el banco central estaba al servicio del gobierno y el resto de la banca pública era imprescindible.
“El Banco Central es la institución que realiza las principales operaciones financieras del gobierno. Es además el instrumento central de la política monetaria que dicta el gobierno de un país” (L. Ángel Rojo, Teoría Económica III)”. Junto a él, en la postguerra existían en Europa bancos públicos industriales, agrícolas, de comercio exterior…. “Los bancos centrales fueron artífices del pleno empleo con estabilidad de precios en el centro, y agentes importantes en el manejo de la restricción externa, y el direccionamiento del crédito en los procesos de industrialización periféricos. El periodo fue un gran éxito económico y por algo se lo conoce como una era dorada”2
Fin del patrón oro-dólar y comienzo del neoliberalismo: el camino a la desaparición de la banca pública y al crecimiento de la desigualdad.
El estado del bienestar permaneció en plena vigencia hasta el año 71, fecha en la que EEUU suspendió la convertibilidad de la onza de oro por 35 dólares. No tenía oro suficiente para todos los dólares que había emitido.
Así mismo, tanto los bancos de Wall Street como los de la City estuvieron presionando contra las limitaciones de hacer negocio en otras partes del mundo. EEUU, Alemania, Canadá, y Suiza abandonaron en 1970 los controles a la libre circulación de capitales… y España y Portugal en 1992. De los demás países se encargó el FMI, exigiéndoselo cuando les concedía un préstamo.
En 1971, la Cámara de Comercio de EEUU promovió el Informe Powel3 para que el principio de libre empresa orientara la economía. Un paso fundamental en el camino de reducir al máximo la intervención del Estado en la economía e impulsar las privatizaciones. En dicho informe, Lewis Powell denunciaba las ideas contrarias al “sistema de libre empresa” que defendían “los estudiantes universitarios, los profesores, el mundo de los medios de comunicación, los intelectuales y las revistas literarias, los artistas y los científicos”, y proponía planes para limpiar las universidades y vigilar los libros de texto…para lo cual pedía a las organizaciones empresariales que actuasen para conseguir que el principio de libre empresa formara parte del ideario de los partidos políticos. El llamamiento fue seguido por las asociaciones empresariales y sobre todo por la Cámara de Comercio de EEUU, que pretende ser hoy “la mayor federación empresarial del mundo, en representación de los intereses de más de 3 millones de empresas”4
En la crisis del petróleo, en 1973, la producción industrial del mundo disminuyó en un diez por ciento y ante el paro, se produjeron grandes movilizaciones sindicales. En 1979 Thatcher y poco después Reagan iniciaron una política contra los sindicatos y el Estado de Bienestar y a favor de la libre empresa. La idea se extiende con los acuerdos de libertad de comercio de la OMC (1994) que permitieron deslocalizar la producción e importar sin restricciones. Los salarios reales bajaron en un 7% desde 1976 a 2007 en los Estados Unidos, y lo han seguido haciendo después de la crisis también en Europa.
El cambio de modelo se concreta en Europa con el Tratado de Maastricht, firmado en 1992 y con las privatizaciones de la banca pública. Entonces existían en España diferentes bancos públicos: la Caja Postal, el Hipotecario, el de Crédito Local, el de Crédito Agrícola, el de Crédito Industrial y el Banco Exterior que poco después desaparecieron. En el Tratado se fija el “principio de economía de mercado abierta y altamente competitiva”, el nacimiento del Banco Central Europeo, su independencia institucional y su objetivo de estabilidad de precios, y la moneda única (el Ecu)5.
En 1999, el crea el BCE y ya, en 2007en los Tratados Unión Europea (o Tratado de Lisboa) queda fijado definitivamente que el objetivo del Banco Central Europeo es la estabilidad de los precios, robándole a la población europea la posibilidad de conseguir el pleno empleo6. .Este es un objetivo técnicamente posible, pero incompatible con los Tratados Europeos.
Durante la presidencia de Clinton, en 1999, se suprime la Ley Glass Steagall, que separaba los bancos comerciales de los industriales, y se permite la especulación con derivados y otros productos de alto riesgo. Junto a esto, la Reserva Federal bajó los tipos de interés y animó al público a la compra de casas.
La consecuencia de todas estas políticas ha sido el aumento del poder financiero-empresarial (“las 30 mayores compañías de EEUU gastaron entre 2008 y 2010 en atender a los congresistas y altos funcionarios más que en pagar impuestos4) con el fin de favorecer la desregulación y la obtención por parte del capital de una mayor parte de la renta y de la riqueza mundial. Como señala Paul Krugman, “la gran divergencia” ha llevado a que la riqueza del 1% de la población más rica haya alcanzado al 53% en EEUU en 2008 (el 50% en el mundo) y que el 0,1% de la población esté formada sobre todo por directivos de grandes empresas y especuladores financieros, que provocaron la burbuja inmobiliaria que inició la crisis.
La crisis 10 años después.
Randal Wray no cree “que la crisis la causaron las hipotecas basura”. Esa fue la chispa que encendió la crisis. La causa profunda ha sido la globalización, que entre otras cosas ha provocado el estancamiento de los salarios y la desigualdad. La crisis que comenzó en 2007-2008 no ha sido una crisis temporal que se termina sólo con arreglar los balances de los bancos. La crisis es la consecuencia de que el mercado, y no el poder democrático, sea el que decida sobre la marcha de la economía, provocando paro y desigualdad.
Según Paul Buchheit, con datos junio de 2017, los cinco hombres más ricos del mundo poseían casi el 50% de la riqueza mundial, y una riqueza media similar a la de 750 millones de personas 7. Y en España, desde 2007 a 2017 el factor capital se ha llevado el 80% del crecimiento del PIB frente el 20% del factor trabajo y la remuneración de este en el sector no financiero ha disminuido en un 6,9% sobre el VAB8. Y el paro en junio de 2017 sigue muy alto (un 17,1%).
Los tipos de dinero y la necesidad de la soberanía monetaria para el buen funcionamiento de la banca pública.
La definición clásica considera al dinero como medio de pago y de cambio de aceptación general. Los chartalistas le añaden la característica de ser un instrumento de política monetaria. En efecto, uno de las características del Estado-nación es su capacidad para crear dinero9. En todo caso, desde una perspectiva progresista, esa capacidad de crear dinero hay que considerarla como la soberanía monetaria ejercida por el Estado como representante del pueblo o como una función social10
Los principales tipos de dinero con los que nos encontramos en la actualidad son dos: el dinero legal: monedas y billetes emitidas por el banco central y dinero bancario, que es el que tiene el publico en los bancos comerciales en forma de los depósitos y que pueden utilizar mediante cheques. Lo curioso del dinero bancario es que lo crean los bancos. Una pequeña parte de esos depósitos proviene del ahorro de los ciudadanos de ese país. Pero la mayor parte de los depósitos provienen de los préstamos y créditos que conceden los bancos. Porque el negocio de los bancos es prestar dinero. Cuanto más prestan, más ganan. Cuando esto ocurre, el banco abre una cuenta corriente al cliente y allí anota todo lo que le ha prestado. Otra característica del dinero bancario es que se crea o se destruye anotándolo en una cuenta del banco, sin necesidad de utilizar billetes. Si el banco presta a un individuo o empresa, con un click de ordenador se aumentan los depósitos en el banco (es como si depositara al cliente ese dinero en su cuenta) y se está creando dinero (hay más dinero para gastar en el sistema). Si éste se lo devuelve al banco, disminuye el préstamo y su deuda, y disminuye el dinero bancario.
Según datos del Banco Central Europeo el efectivo supone el 8% de la oferta monetaria europea (M3), los depósitos el 80% y el cuasidinero (activos a corto plazo) el 12%11. Eso quiere decir que el sistema bancario europeo decide sobre el 80% del valor de las actividades que se van a financiar y hasta cuánto se van a endeudar: el Estado, las empresas y los consumidores. ¿La banca pública no sería la más indicada en hacer esta selección?
Por otra parte, el Banco Central Europeo es actualmente el protagonista de la política monetaria, quitándole ese protagonismo a los gobiernos. Además, éstos no puede recibir financiación del Banco Central Europeo. Esto permitiría que, en tiempos de crisis, se creara empleo, se pagara la deuda pública o simplemente se financiaran necesidades básicas de la población. Hay que desechar la idea de que por ello se crea siempre inflación, pues tal cosa ocurre cuando la economía está cerca del pleno empleo. De esto saben mucho los banqueros centrales, que han estado financiando a los bancos con millones de euros y dólares y la tasa de inflación no llegaba al 2%.
Un nuevo modelo de banca pública para una sociedad menos desigual.
La soberanía monetaria (europea o española) junto con la soberanía fiscal son necesarias para dirigir la economía de un país. Debe prevalecer la democracia. Que los estados puedan disponer de un banco Central al servicio de los ciudadanos. No como hoy donde “los bancos han conseguido el control de la política económica del banco Central Europeo”12. Se necesita un banco central que sea un instrumento para financiar a los estados y así permitir al país acercarse al pleno empleo con estabilidad de precios, disfrute de un “trabajo decente”13 y destierre la desigualdad actual. Y deje a un lado la austeridad. Y una banca pública a su servicio, que financie un nuevo modelo productivo. De lo que se trata es de “reinventar un sistema de banca pública”10 teniendo presente las experiencias exitosas de los países desarrollados en el pasado y las actuales en países como China, India, Brasil y Ecuador, entre otros, que les ha permitido las políticas de inversión durante la crisis. Eso implica una regulación estatal sistemática y el control social del sistema financiero. Y para poder dirigir el crédito donde sea preciso, se hace inevitable la socialización, total o parcial, de la banca para llegar a una sociedad más eficiente, ética y ecológica. Parar la privatización Bankia-BMN puede ser el principio de ese camino.
Bibliografía.
1. Josep Fontana. “Jaque al neoliberalismo.Más allá de una crisis”.
2. Matias Vernengo. Pateando la escalera. Los bancos centrales en perspectiva histórica.
3. Informe confidencial. Ataque al sistema norteamericano de libre empresa. Lewis Powel.
4. Josep Fontana. “Jaque al neoliberalismo.Más allá de la crisis”.
5. Completar el tema con el artículo “La transición de Europa desde la democracia a la oligarquía financiera” que es como Michel Hudson llama al cambio de modelo.
6. Tratado de la Unión Europea (art. 3) y Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (art. 105,119, 123, 125).
7.Paul Buchheit es profesor universitario y miembro activo de US Uncut Chicago. Su último libro es “Disposable Americans: Extreme Capitalism and the Case for a Guaranteed Income”.
8. Emilio Ontiveros. “Cuando crece la desigualdad” El País.
9. Michael Hudson. “Oligarquía financiera”.
10.Ann Pettiford. “La producción del dinero. Como acabar con el poder de los bancos”.Edi. Los libros del Lince.
11. La política monetaria del B.C.E. Informe 2011.Distribución porcentual del M3.
12. Richard Koo. La recesión de balances.
13. Objetivo #8 de los Objetivos Desarrollo Sostenible (Trabajo decente y crecimiento económico). Promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible, el empleo y el trabajo decente para todos.
Aurora Martínez es miembro de la Plataforma por una Banca Pública
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