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Cómo será "el día después de mañana" del peronismo
Por Monica Gutiérrez 7 de octubre de 2017
7-8 minutes
Ni el cambio climático, ni el calentamiento global, ni la
desertificación del planeta, ni nada. No son pocos los sobrevivientes
del PJ que creen que la fragmentación y consecuente catástrofe electoral
que hoy los sumerge en el desconcierto es consecuencia directa de las fallidas estrategias electorales de Cristina Kirchner.
Ahora solo esperan el 23, "el día después de mañana".
Concentran sus energías en imaginar un futuro en el que, recogiendo los
pedazos dispersos, pueden comenzar a construir una alternativa con
chances de poder para 2019. Saben que no será fácil, que la ausencia de
un "líder providencial" los obligará a forzar una conducción más
colaborativa, abierta a nuevas formas, nuevas maneras y nuevos
contenidos, y hacia eso apuntan.
En orden a diseñar este escenario se aferran a algunas certezas. Casi todos suponen que la cruda advertencia de Florencio Randazzo
("Cristina, vas a perder con Gladys González"), una frase que el ex
ministro nunca desmintió del todo, se transformará en una ilevantable
realidad el domingo 22.
Los sucesivos cortes de algunas encuestas que gozan de confiabilidad
entre el peronismo no precisamente K alimentan estas expectativas. Uno
de los más recientes ubica a esteban Bullrich cerca de los 43 puntos y a
Cristina en 32,5, aun por debajo de lo obtenido en las PASO.
Un dato muy fresquito, que desde el oficialismo de Cambiemos se
prefiere no agitar sea porque no confían en ese sondeo o bien para
evitar el "achanchamiento" de los votantes que apuestan al cambio.
Refugiados en una saludable prudencia, los voceros del Gobierno hablan
un 40% de intención de voto a nivel nacional y, en el sensible escenario
de la Provincia, manejan el dato una relativa paridad pero con más
chance de crecimiento que en las PASO. Hablan de dos o tres puntos
arriba, pero siempre dentro del margen de error.
La expectativa más fuerte está puesta en la migración de votos de Sergio Massa hacia los candidatos de María Eugenia Vidal. Esperan que no menos de 4 puntos de 1País pasen a Cambiemos pero creen que el tigrense se mantendrá en los dos dígitos.
Más jugados, desde el peronismo que quiere dejar atrás el tiempo del
kirchnerismo, aseguran que a Massa se les escurren no menos de 7 puntos
al día de hoy.
A dos semanas de las elecciones la exacerbación de los sentidos es
inversamente proporcional al tiempo que falta para llegar a las urnas.
Todo se vuelve más intenso, dramático o delirante cuanto más nos
acercamos al día cuarto oscuro. Pero algunas certezas aplacaron los
ánimos.
Lo verosímil entra en zona de sospecha y los placares se abren para
desempolvar miserables secretos. Pero nada rinde más que la verdad,
cruda y descarnada.
Es el caso de CFK, que cuando más habla, más se parece a sí misma, un efecto celebrado por el oficialismo, desde dónde se lo vive como un invalorable aporte a la campaña.
Las mediáticas irrupciones de los jueves de Cristina tienen sobre la ex
presidente el mismo efecto que un té digestivo, no le hacen ni bien ni
mal. Hasta dónde se sabe, ni le suman ni le restan, pero por indeseado
efecto colateral sus apariciones parecen estar arrastrando votantes de
otras fuerzas hacia la boleta de Cambiemos. Más habla, más polariza. La "ancha avenida del medio" reducida a una cada vez más estrecha callejuela.
Cristina tiene garantizada su banca en el Senado, es más, ya dispone de
despacho. Lo que no tiene asegurado es un lugar en el bloque del PJ. No
se la espera con un comité de recepción precisamente. El peronismo que
es refractario a todo lo K está en movilizado.
A Cristina la prefieren lejos, aislada en un bloque de Unidad Ciudadana. En el caso de que llegue sin Jorge Taiana,
conforme lo esperan, se preparan para hacerle sentir que no tiene
espacio para 2019. La idea es mantenerla acotada, pasarle frío, mientras
se busca construir un interbloque más amplio que haga pie en la
voluntad de gobernadores e intendentes en un clima de horizontalidad y
apuntando a recuperar espacios institucionales para plantar una
oposición más abierta y participativa.
En este escenario se suceden los encuentros y reuniones. Hiperactivo, Diego Bossio
trabaja en un nuevo armado parlamentario, mientras sobrelleva el
sostenido "bullyng político" al que lo somete de manera sostenida el
frente camporista. En el embate de sus ex compañeros no parece
acobardarlo.
Permeables a una confluencia con la gente del Frente Renovador desde el
Bloque Justicialista, imaginan a Massa en una etapa de reconversión y
apuestan al personalísimo vínculo de Graciela Camaño, jefa de la campaña massista tiene con el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey.
Todavía no se habla de un bloque unificado pero ya se buscan acuerdos
sobre los debates legislativos que se vienen. Se pretende confluir sobre
una agenda real y concreta con el convencimiento de que no sirve
oponerse a todo.
Para los de este palo, "Macri no es gato ni la dictadura" y se
manifiestan abiertos a una etapa de construcción más horizontal hacia
adentro y más desprejuiciada hacia afuera.
Apuestan a recuperar espacios institucionales para el PJ, frente a un
gobierno que reconocen armado pero que no la tiene fácil. Es más, no
fogonean el argumento de que hay que "frenar el ajuste" porque entienden
que no lo habrá. Antes bien esperan tener que lidiar con medidas
gradualistas que aseguren chances para el oficialismo en 2019.
En la misma línea, aunque desde una posición más contenida por el
momento, parece inscribirse el encuentro de tres intendentes de la
Provincia de Buenos Aires que juegan para Cristina con el Jefe de Bloque
del PJ en el Senado. Gustavo Menéndez, de Merlo, Leonardo Nardini, de Malvinas Argentinas, y Santiago Maggiotti de Navarro, no se privaron de la selfie cuando fueron a visitar esta semana a Miguel Ángel Pichetto
que ocupa en primer lugar en el ángulo de tiro de CFK quién lo calificó
de "traidor" sin vuelta alguna, para no recordar otras consideraciones
aún más desdorosas. Es más, Menéndez subió la foto a sus redes en un
gesto casi temerario posicionado como está, al menos hasta hoy, en el
escenario electoral.
Desde el Gobierno se siguen estas movidas con suma atención.
La expectativa está puesta en la conformación de un bloque de senadores
animado por la Liga de Gobernadores peronistas con el cual negociar las
leyes que se vienen. Cuentan con la laboriosa tarea del Pichetto quien
trabaja laborioso y sin pausa en todos los frentes. Es curioso, pero se
apuesta a que algunos de los caciques provinciales del PJ tengan una
buena elección porque los necesitan vigorizados.
En cuanto a Cristina, de más está decir que, pensando en el 2019, la
prefieren políticamente viva. A la hora de la confrontación electoral,
la polarización les sigue funcionando.
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