Es la cuarta vez en cinco años que la agencia de espionaje del régimen estadounidense sufre un robo de información confidencial
Los
cuarteles generales de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) se
encuentran en Fort Meade, Maryland (EEUU) y son conocidos como 'El
Fuerte'. Unas 18.000 personas trabajan allí cada día, divididas por
comandos según su grado de acceso a la información y unidad en la que
operen.
Lo que sí saben los agentes es que no pueden llevarse el trabajo a casa. Es una de las primeras normas que la NSA les inculca nada más entrar a trabajar allí. La agencia de espionaje no lo dice a la ligera: hasta ahora, sabíamos que tres personas (Edward Snowden, Harold Martin y Reality Winner) habían sacado material confidencial de la agencia al exterior. Este viernes, el diario derechista 'The Wall Street Journal' cuenta que ya son cuatro los que quebrantaron las normas.
Y obviamente culpa a "los hackers rusos", los sospechosos habituales, que se han convertido en algo así como la computadora de Raúl Reyes, aquel comandante de las FARC asesinado en un bombardeo aéreo el 1 de marzo de 2008 que arrasó con todo pero milagrosamente no con sus laptops, y que luego se utilizaron como "prueba" en decenas de juicios contra luchadores sociales.
No ha trascendido el nombre del misterioso empleado de la NSA; tan solo que es un ciudadano estadounidense nacido en Vietnam y que el incidente ocurrió en 2015, aunque la agencia no lo supo hasta la primavera del año pasado. Al acceder al ordenador del agente, los supuestos "hackers rusos" consiguieron información relativa a los métodos de hackeo de redes por parte de la NSA, el código que utiliza en esos ataques y cómo se defiende frente a las ciberamenazas extranjeras, según las "fuentes consultadas" por el WSJ.
Tal como lo plantea el diario gringo, y reproducen (faltaría más) los españoles, el problema no es que la NSA espíe a los ciudadanos, si no que los supuestos "hackers rusos", supuestamente a través de un antivirus ruso, roben esa información y la hagan pública.
Kaspersky, 'non grata' en EEUU
Cuenta el diario estadounidense que el analista de la NSA se llevó el material confidencial a casa y lo descargó en su ordenador personal. Allí tenía instalado el popular antivirus Kasperksy, un software creado por un programador ruso que a finales de los 80 se graduó en informática e ingeniería matemática en el actual Instituto de Criptografía y Telecomunicaciones de Moscú.
La firma de ciberseguridad Kaspersky tiene unos 400 millones de usuarios en todo el mundo y ha sido acusada varias veces por los medios estadounidenses de tener fuertes lazos con los "hackers rusos", cosa que ellos niegan. "La compañía nunca ha ayudado ni ayudará a ningún gobierno del mundo con sus esfuerzos en ciberespionaje", ha dicho su fundador en Twitter. También califica de "historia sensacionalista" el artículo del WSJ.
No quedan dudas de que la NSA espía a todo el mundo
No es la primera vez que se produce una fuga de datos en la NSA, aunque algunas han sido filtraciones y otras han sido robos. En los últimos cinco años, la agencia ha visto hasta cuatro veces cómo se escapaba información confidencial de 'El Fuerte'. Primero fue Edward Snowden, cuando en 2013 contó a 'The Guardian' y 'The Washington Post' que la agencia espiaba a ciudadanos de todo el mundo a través de PRISM, con la ayuda de las grandes empresas tecnológicas estadounidenses.
En 2016, se destapó que Harold Martin había filtrado desde 2012 información al grupo de hackers The Shadow Brokers, los mismos que pusieron más tarde a la venta en la Deep web varias herramientas de hackeo pertenecientes a la NSA. Esos programas han sido reutilizados más tarde por otros hackers cuyas consecuencias hemos sentido en forma de ciberataques mundiales: WannaCry y NotPetya.
Y a principios de junio, Reality Winner fue detenida por filtrar varios documentos al diario electrónico 'The Intercept', entre ellos un informe sobre la manipulación del sistema de registro de voto justo antes de las elecciones estadounidenses. La identificaron por la marca invisible que dejan las impresoras en la documentación.
Ninguno de ellos trabajaba directamente para la NSA, lo que demuestra uno de los problemas del neoliberalismo y su consecuencia, la subcontratación de trabajos. Snowden y Martin lo hacían para la subcontrata Booz Allen, Winner para Pluribus Internacional y el misterioso último hombre lo hacía para Tailored Access Operations, "la división de élite de hacking de la NSA", según el 'Washington Post'. Este diario cuenta que el empleado fue despedido en el 2015.
Lo que sí saben los agentes es que no pueden llevarse el trabajo a casa. Es una de las primeras normas que la NSA les inculca nada más entrar a trabajar allí. La agencia de espionaje no lo dice a la ligera: hasta ahora, sabíamos que tres personas (Edward Snowden, Harold Martin y Reality Winner) habían sacado material confidencial de la agencia al exterior. Este viernes, el diario derechista 'The Wall Street Journal' cuenta que ya son cuatro los que quebrantaron las normas.
Y obviamente culpa a "los hackers rusos", los sospechosos habituales, que se han convertido en algo así como la computadora de Raúl Reyes, aquel comandante de las FARC asesinado en un bombardeo aéreo el 1 de marzo de 2008 que arrasó con todo pero milagrosamente no con sus laptops, y que luego se utilizaron como "prueba" en decenas de juicios contra luchadores sociales.
No ha trascendido el nombre del misterioso empleado de la NSA; tan solo que es un ciudadano estadounidense nacido en Vietnam y que el incidente ocurrió en 2015, aunque la agencia no lo supo hasta la primavera del año pasado. Al acceder al ordenador del agente, los supuestos "hackers rusos" consiguieron información relativa a los métodos de hackeo de redes por parte de la NSA, el código que utiliza en esos ataques y cómo se defiende frente a las ciberamenazas extranjeras, según las "fuentes consultadas" por el WSJ.
Tal como lo plantea el diario gringo, y reproducen (faltaría más) los españoles, el problema no es que la NSA espíe a los ciudadanos, si no que los supuestos "hackers rusos", supuestamente a través de un antivirus ruso, roben esa información y la hagan pública.
Kaspersky, 'non grata' en EEUU
Cuenta el diario estadounidense que el analista de la NSA se llevó el material confidencial a casa y lo descargó en su ordenador personal. Allí tenía instalado el popular antivirus Kasperksy, un software creado por un programador ruso que a finales de los 80 se graduó en informática e ingeniería matemática en el actual Instituto de Criptografía y Telecomunicaciones de Moscú.
La firma de ciberseguridad Kaspersky tiene unos 400 millones de usuarios en todo el mundo y ha sido acusada varias veces por los medios estadounidenses de tener fuertes lazos con los "hackers rusos", cosa que ellos niegan. "La compañía nunca ha ayudado ni ayudará a ningún gobierno del mundo con sus esfuerzos en ciberespionaje", ha dicho su fundador en Twitter. También califica de "historia sensacionalista" el artículo del WSJ.
No quedan dudas de que la NSA espía a todo el mundo
No es la primera vez que se produce una fuga de datos en la NSA, aunque algunas han sido filtraciones y otras han sido robos. En los últimos cinco años, la agencia ha visto hasta cuatro veces cómo se escapaba información confidencial de 'El Fuerte'. Primero fue Edward Snowden, cuando en 2013 contó a 'The Guardian' y 'The Washington Post' que la agencia espiaba a ciudadanos de todo el mundo a través de PRISM, con la ayuda de las grandes empresas tecnológicas estadounidenses.
En 2016, se destapó que Harold Martin había filtrado desde 2012 información al grupo de hackers The Shadow Brokers, los mismos que pusieron más tarde a la venta en la Deep web varias herramientas de hackeo pertenecientes a la NSA. Esos programas han sido reutilizados más tarde por otros hackers cuyas consecuencias hemos sentido en forma de ciberataques mundiales: WannaCry y NotPetya.
Y a principios de junio, Reality Winner fue detenida por filtrar varios documentos al diario electrónico 'The Intercept', entre ellos un informe sobre la manipulación del sistema de registro de voto justo antes de las elecciones estadounidenses. La identificaron por la marca invisible que dejan las impresoras en la documentación.
Ninguno de ellos trabajaba directamente para la NSA, lo que demuestra uno de los problemas del neoliberalismo y su consecuencia, la subcontratación de trabajos. Snowden y Martin lo hacían para la subcontrata Booz Allen, Winner para Pluribus Internacional y el misterioso último hombre lo hacía para Tailored Access Operations, "la división de élite de hacking de la NSA", según el 'Washington Post'. Este diario cuenta que el empleado fue despedido en el 2015.
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