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sábado, 14 de octubre de 2017
EL ALTO PRECIO QUE PAGAREMOS POR APLAUDIR LA REPRESIÓN POLICIAL
EL ALTO PRECIO QUE PAGAREMOS POR APLAUDIR LA REPRESIÓN POLICIAL
Estos días estamos asistiendo a uno de los espectáculos más deplorables que puede ofrecer el ser humano: hemos visto a masas enfervorizadas de gente fanatizada, aplaudiendo la represión y la persecución contra sus propios hermanos.
El aplauso y homenaje de amplios sectores de la ciudadanía española, a los Guardias Civiles y Policias que se lanzaron en masa a aporrear a conciudadanos pacíficos e indefensos en Cataluña el pasado 1 de octubre, es uno de esos momentos de extrema miseria humana que ensucian irremediablemente la dignidad de toda una sociedad.
Cuando alguien aplaude la represión indiscriminada contra otras personas, por el simple hecho de pensar diferente, eso tiene un nombre: FASCISMO, INTOLERANCIA Y TOTALITARISMO.
Ciertamente, los catalanes independentistas también llevan días aplaudiendo a sus Mossos d’Esquadra…la diferencia es que no los aplauden por reprimir a nadie, sino por considerar que los Mossos les están defendiendo Con esta actitud de aplauso al represor, han ensuciado irremediablemente la imagen de todos aquellos que legítimamente defienden la unidad de España, pero que nunca apoyarían la represión contra aquellos que no piensan como ellos.
Es realmente muy dificil caer mas bajo como ser humano y como colectivo.
En este artículo vamos a analizar las consecuencias que va a tener para todo el mundo, piense como piense, esta veneración hacia los opresores.
Cualquier persona con un mínimo de inteligencia, debería comprender que jamás, bajo ningún concepto, se debe aplaudir la opresión hacia los demás, bajo ninguna de sus posibles manifestaciones.
La opresión que hoy aplaudes o toleras, tarde o temprano acabará repercutirendo sobre ti. El día de mañana, el oprimido serás tú.
Y eso es así SIEMPRE, porque la represión avanza de forma análoga a como lo hace la conquista de derechos.
Lo podemos ver en la evolución de nuestras sociedades: una vez un determinado segmento de población ha conquistado un derecho, es muy difícil revertir esa conquista social.
Las mujeres tardaron décadas (por no decir siglos), en conseguir el derecho a voto. Ahora, el hecho de que las mujeres voten exactamente igual que los hombres, forma parte de la normalidad de cualquier sociedad avanzada y si alguien pretendiera restringir de nuevo el sufragio femenino, se toparía con una granítica resistencia social.
Pues bien, debemos comprender que la opresión funciona de forma análoga.
Una vez el represor conquista un nuevo “derecho a oprimir”, es muy difícil conseguir que renuncie a él.
Por esta razón, es tan extremadamente grave a nivel social, que grupos de personas o colectivos, hayan apoyado explícitamente o con su silencio complice, la represión contra los demás por sus ideas, como hemos visto en España.
Es un acto de supina estupidez que tarde o temprano ellos mismos acabarán pagando.
La clave para la libertad de un pueblo, radica en gran medida en no permitir jamás que se sientan precedentes represivos.
Es esencial que la población reaccione con toda su fuerza ante cualquier posible abuso de poder, aunque solo sea puntual o afecte a personas alejadas ideológicamente, para que dicho abuso, no se convierta en un precedente que sea interpretable como una “conquista del derecho a reprimir”.
A alguna gente le cuesta entenderlo y quizás a algunos les incomode que hablemos en estos términos, pero la realidad es que los gobernantes, los poderosos, o las personas que ejercen algun tipo de autoridad, son como los perros.
Pero cuando decimos que son como los perros, no lo decimos porque sean nuestros amigos incondicionales, sino porque por su propia naturaleza, son todos unos hijos de perra.
El ejercicio del poder o de la autoridad, tiende a convertir a cualquier individuo que las ejerza, en un auténtico “hijo de perra”.
Dependerá de la población que ese perro sea amable, cariñoso y protector, o que se convierta en un animal peligroso dispuesto a arrancarnos la carne a mordiscos.
Por eso, la población siempre debe atar en corto a las personas que ejercen cualquier tipo de autoridad y no permitirles jamás, ni una sola vez, que se tomen libertades que coharten nuestros derechos.
Exactamente como hace cualquier persona que tiene un perro doméstico: lo primero que se le tiene que enseñar al animal, es que quien manda aquí, somos nosotros y no él.
Si tu tienes un pastor alemán y el primer dia que lo tienes en casa, permites que se arrime a la mesa y coma de tu plato, ten por seguro que al día siguiente, volverá a arrimarse a tu plato, porque creerá que está en su derecho a hacerlo, básicamente, porque tú no se lo habrás impedido.
Si de ahí en adelante, sigues permitiendo que el perro se arrime a la mesa y coma de tu plato, llegará un día en que el perro dará el paso siguiente y se subirá directamente a cuatro patas sobre la mesa, para comer de tu plato.
Y si también se lo sigues permitiendo, llegará un día en que se subirá a la mesa, te gruñirá y se comerá toda tu comida y solo te dejará las migajas.
La culpa no será del perro, que ha hecho lo que le más le conviene. Será tuya, porque se lo habrás tolerado.
Con las personas que albergan algún tipo de poder o autoridad, sucede lo mismo.
Se supone que ellos están a nuestro servicio y que los “dueños de la casa” somos el pueblo.
Si les permites que cometan un abuso de autoridad, ni que sea solo una vez, se creerán con el derecho a seguir cometiendo abusos de autoridad cada vez mayores.
Esto es exactamente lo que ha sucedido con el apoyo a la represión del Estado.
La violencia indiscriminada de la Policia y la Guardia Civil del pasado 1 de octubre, fue como ese perro subido a cuatro patas sobre la mesa, comiendo enmedio de gruñidos, directamente del plato de uno de los comensales. Un comensal que quizás le cae mal a los demás, pero que come en la misma mesa que ellos.
Y en lugar de unirse todos los comensales para hacer bajar al perro de la mesa, algunos de ellos, en su infinita estupidez y llevados por sus rencillas personales, han premiado al perro con carantoñas.
Pues bien, ya pueden ir preparándose: el próximo plato será el suyo.
Pero que nadie se engañe: esa represión a porrazo limpio contra la población, no nació alrededor del tema catalán.
Ya teníamos precedentes, que fueron indignamente tolerados por la población y que sirvieron de base para que las sucesivas autoridades fueran creyendo que tenían el derecho adquirido de reprimir y aporrear a quien no obedeciera los intereses de las élites del Régimen.
El precedente ya lo tuvimos en esas vergonzosas actuaciones policiales (de todos los cuerpos, incluídos los “angelitos” de los Mossos d’Esquadra), contra la gente que llenó las calles el 15-M.
Y vimos más precedentes, más “conquistas del derecho a reprimir”, cuando las fuerzas policiales reprimían sin vergüenza a las familias sin recursos que eran desalojadas de sus casas por no poder pagar las hipotecas y que se resistían a quedarse sin un techo.
Y en la represión a los mineros asturianos, y en la represión policial contra los vecinos del barrio de Gamonal en Burgos, y lo estamos viendo ahora en Murcia, en la represión contra una población indignada por la construcción injustificable del muro del AVE, que les hará la vida imposible.
Este es el precio que se paga por tolerar la represión.
La represión avanza y conquista “nuevos derechos de opresión”
No podemos ni imaginar el precio que acabaremos pagando todos por culpa de esa masa infecta de cretinos adoctrinados en el odio, que ha vitoreado la represión indiscriminada de la Policia y la Guardia Civil contra los catalanes.
Hemos pasado de tolerar la represión a directamente aplaudirla.
¿Que creen que les harán a ellos cuando salgan a la calle a protestar por quedarse sin trabajo o cuando se manifiesten porque los bancos, propiedad de los amos del Régimen que tanto defienden, les vuelvan a robar hasta la cera de las orejas?
Es difícil ser más imbécil.
Claro que tampoco debería sorprender a nadie.
Debemos reconocer que el lavado de cerebro colectivo conseguido por los amos del Régimen es admirable.
Han conseguido crear una masa informe que tiene como ídolos a mequetrefes barriobajeros como Belén Esteban o Paquirrín y han logrado adoctrinar a esa masa hasta tal nivel, que en sus cerebros disfuncionales, una “Porra” equivale a “Democracia”, y una “Urna” equivale a “Dictadura”.
Imagínense a qué nivel de demencia colectiva puede llegar un pueblo adoctrinado, que se le puede llegar a convencer de que “querer votar” es algo “nazi”.
Gracias a esa masa sucia, a esa fosa séptica social que aplaude al represor servilmente, vivimos en un país en el que robarle miles de millones a los trabajadores para regalárselos a la mafia bancaria es algo completamente legal, mientras que escribir un tuit con un chiste de mal gusto es un delito; un país donde los ladrones, los corruptos y los criminales campan a sus anchas o reciben tratos judiciales sospechosamente favorables, mientras querer votar para decidir algo, es considerado como un delito próximo al terrorismo, que requiere de miles de policias drogados hasta las cejas para aporrear a personas inocentes.
Gracias, muchas gracias a toda esa chusma que aplaudió la represión de la Policia y la Guardia Civil.
Ahora, gracias a su infinito servilismo y necedad, el perro, más rabioso que nunca, se creerá con el derecho a comer del plato de cualquiera.
Vayan preparándose para un largo Régimen…
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