Como
el caso Weinstein pero en la realpolitik. Así se puede explicar lo
ocurrido con Michael Fallon, el secretario de Defensa británico, cuyo
historial de acosos salió a la luz en las últimas horas. Con todo, el
caso que lo llevó a la renuncia es de 2002: en una cena posó su mano
sobre una rodilla de la periodista Julia Hartley-Brewer
“Un número de alegatos han salido a la luz en días recientes sobre diputados, incluidos algunos sobre mi conducta pasada”, explicó Fallon en su carta de renuncia a la primer ministra Theresa May. “Muchas de estas han sido falsas pero admito que en el pasado he estado por debajo de los estándares altos que requerimos de las fuerzas armadas a las que tengo el honor de representar”, agregó.
El político conservador ya se había disculpado por aquel incidente. Con todo, Hartley-Brewer nunca lo denunció. "Yo le expliqué con calma y cortesía que si lo volvía a hacer le daría un puñetazo en la cara. Él retiró su mano y ahí se acabó el asunto”, dijo en las últimas horas a través de Twitter. "Este 'incidente' ocurrió en 2002. Nadie se molestó en lo más mínimo o quedó angustiado por ello. Mis rodillas siguen intactas", añadió en la red social.
Al ministro lo persiguió su pasado hasta llegar a la renuncia, en un contexto en el que la estela del caso Weinstein llegó desde Hollywood hasta el Palacio de Westminster, sede del Parlamento inglés, donde se acumulan denuncias contra legisladores. Incluso hay otros colaboradores de May con problemas. Damián Green, número dos del gobierno, fue acusado por una militante conservadora de haberla acosado. A lo que hay que sumar el listado de 40 conservadores con acusaciones de acoso. Seis de ellos integran el gabinete de May.
La premier ha decidido convocar a los líderes de los demás partidos para debatir sobre el tema. Los laboristas, principal fuerza de oposición, no están exentos. Bex Bailey, una joven de 25 años que integra la conducción del partido, denunció haber sido violada en un acto laborista en 2011 y que un alto cargo le sugirió no denunciar el hecho para no perjudicar su carrera.
Ahora resta saber si después de Fallon habrá otros caídos en desgracia que figuren en el dossier sobre conducta impropia, en un contexto de extrema debilidad del gobierno de May, que negocia con la Unión Europea la salida del Reino Unido del bloque continental.
“Un número de alegatos han salido a la luz en días recientes sobre diputados, incluidos algunos sobre mi conducta pasada”, explicó Fallon en su carta de renuncia a la primer ministra Theresa May. “Muchas de estas han sido falsas pero admito que en el pasado he estado por debajo de los estándares altos que requerimos de las fuerzas armadas a las que tengo el honor de representar”, agregó.
El político conservador ya se había disculpado por aquel incidente. Con todo, Hartley-Brewer nunca lo denunció. "Yo le expliqué con calma y cortesía que si lo volvía a hacer le daría un puñetazo en la cara. Él retiró su mano y ahí se acabó el asunto”, dijo en las últimas horas a través de Twitter. "Este 'incidente' ocurrió en 2002. Nadie se molestó en lo más mínimo o quedó angustiado por ello. Mis rodillas siguen intactas", añadió en la red social.
Al ministro lo persiguió su pasado hasta llegar a la renuncia, en un contexto en el que la estela del caso Weinstein llegó desde Hollywood hasta el Palacio de Westminster, sede del Parlamento inglés, donde se acumulan denuncias contra legisladores. Incluso hay otros colaboradores de May con problemas. Damián Green, número dos del gobierno, fue acusado por una militante conservadora de haberla acosado. A lo que hay que sumar el listado de 40 conservadores con acusaciones de acoso. Seis de ellos integran el gabinete de May.
La premier ha decidido convocar a los líderes de los demás partidos para debatir sobre el tema. Los laboristas, principal fuerza de oposición, no están exentos. Bex Bailey, una joven de 25 años que integra la conducción del partido, denunció haber sido violada en un acto laborista en 2011 y que un alto cargo le sugirió no denunciar el hecho para no perjudicar su carrera.
Ahora resta saber si después de Fallon habrá otros caídos en desgracia que figuren en el dossier sobre conducta impropia, en un contexto de extrema debilidad del gobierno de May, que negocia con la Unión Europea la salida del Reino Unido del bloque continental.
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