miércoles, 31 de enero de 2018

La «Entente cordiale» franco-británica, por Thierry Meyssan



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La «Entente cordiale» franco-británica, por Thierry Meyssan

Thierry Meyssan,Red Voltaire

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En 2010, el primer ministro británico David Cameron y el presidente francés Nicolas Sarkozy decidieron unir las «fuerzas de proyección» del Reino Unido y Francia [1]. La fórmula «fuerzas de proyección» en realidad designa a las antiguas tropas coloniales.
El Tratado de Lancaster House incluía varios anexos, entre los que aparecía la realización de un gigantesco ejercicio conjunto designado Southern Mistral. Meses más tarde aquel ejercicio se convirtió en una verdadera movilización de las «fuerzas de proyección» en una guerra real contra Libia, que se denominó Opération Harmattan, traducción literal al francés de Southern Mistral [2].
En aquella época, Washington piloteaba aquella iniciativa anglo-francesa, en aplicación de la estrategia del «liderazgo desde atrás». Eran las tropas británicas y francesas las que salían a escena mientras que Washington, entre bambalinas, les asignaba misiones precisas.
El Tratado de Lancaster House apuntaba a crear un marco jurídico para intervenciones como la que ya se planeaba contra Libia y a fusionar las fuerzas francesas y británicas en aras de ahorrar fondos y ganar en eficacia. Esa opción constituye una verdadera revolución ya que se trata de instaurar una política exterior común.
Pero el impulso adquirido con el Tratado y la expedición contra Libia fue decayendo debido a la inquietud de la opinión pública y de los diplomáticos británicos, causada por la resistencia iraquí frente a la ocupación militar anglosajona [3]. Así que, a partir de 2004, el Reino Unido comenzó a preparar una nueva «rebelión árabe», como la de 1915, que esta vez habría de llamarse «primavera árabe» [4], y posteriormente –en 2013– se negó a bombardear Damasco.
En este momento, Londres se halla inmerso en la reorganización de su defensa, debido al Brexit, a la negativa de Donald Trump a seguir manipulando el terrorismo islámico y a la implantación rusa en Siria.
Londres ha comenzado firmando acuerdos bilaterales con Dinamarca, Holanda, Noruega y los países bálticos, acuerdos donde se plantean las bases de posibles acciones comunes para el futuro. Después, comenzó a reorganizar las redes yihadistas del Medio Oriente alrededor de Turquía y Qatar. Facilitó el acercamiento militar entre Turquía, Somalia, Sudán y Chad, y finalmente, apoyándose en el Tratado de Lancaster House, ahora está instaurando una súper «Entente cordiale» con Francia.
Aunque el Tratado original negociado entre David Cameron y Nicolas Sarkozy podía parecer sólo una oportunidad de librar la guerra contra Libia, su actual reactivación por parte de Theresa May y Emmanuel Macron es resultado de una decisión sopesada y adoptada con una visión de largo plazo [5]. Esta nueva etapa ha sido negociada por el mentor del presidente francés Macron, que no es otro que Jean-Pierre Jouyet, nuevo embajador de Francia en Londres.
El Reino Unido y Francia son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y disponen, también los dos, de armas atómicas. Juntos, cuentan con un presupuesto militar que sobrepasa el de Rusia en un 30%, aunque es inferior a los de Estados Unidos y China.
Al optar por privilegiar su alianza militar con el Reino Unido, Francia se aleja de Alemania, que está preparando su propio rearme y desea asumir el liderazgo de los demás ejércitos europeos [6]. Si este proceso sigue adelante, Francia también tendrá que salir de la Unión Europea, cuya dirección Alemania ya asume de hecho en este momento.
Las declaraciones del presidente francés Macron y la creación por parte de la jefa del gobierno británico Theresa May de una unidad militar de lucha contra las «mentiras rusas» [7] anuncian el regreso a un mundo bipolar y la censura contra las noticias provenientes de Rusia.
El fin del “matrimonio” franco-alemán para pasar a una «Entente» franco-británica anuncia, por su parte, el regreso a las tan temidas tensiones entre Alemania y Francia.



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