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¿Elecciones en Italia? La OTAN ya votó, por Manlio Dinucci
Manlio Dinucci,Red Voltaire
- El ministro de Defensa británico, Gavin Williamson, y el secretario de Defensa estadounidense, James Mattis, durante el Consejo del Atlántico Norte realizado en Bruselas, el 15 de febrero de 2018.
Hay un partido que, aunque no se ve, está participando de hecho en las elecciones italianas. Es el NATO Party,
o Partido de la OTAN, conformado por una mayoría transversal que apoya,
explícitamente o por consentimiento tácito, la presencia de Italia en
la Gran Alianza que se pliega a las órdenes de Estados Unidos.
Eso explica por qué, en plena campaña electoral italiana, los
principales partidos han aceptado tácitamente los compromisos contraídos
por el actual gobierno en la reunión de los ministros de Defensa de los
29 países miembros de la OTAN, realizada en Bruselas el 14 y el 15 de
febrero de 2018.Los ministros participaron primero en el Grupo de Planificación Nuclear de la OTAN, bajo la presidencia de Estados Unidos, Grupo cuyas decisiones son siempre secretas. Luego, después de reunirse como Consejo del Atlántico Norte, los ministros anunciaron, al cabo de sólo 2 horas, importantes decisiones –ya tomadas en otra parte– para «modernizar la estructura de mando de la OTAN, columna vertebral de la alianza».
Se instaura así un nuevo Mando Conjunto para el Atlántico, probablemente situado en Estados Unidos, para «proteger las líneas marítimas de comunicación entre Norteamérica y Europa». Como justificación, se inventa una historia de submarinos rusos que podrían hundir los barcos mercantes que cruzan el Atlántico.
Se instaura también un nuevo Mando Logístico, probablemente situado en Alemania, para «mejorar en Europa el movimiento de tropas y de equipamiento esenciales para la defensa». Se inventa para eso una historia sobre una OTAN obligada a defenderse de una Rusia agresiva, cuando en realidad es la OTAN la que sigue acumulando agresivamente tropas en las fronteras de Rusia. Pero ese cuento servirá para instaurar en Europa otros mandos de fuerzas terrestres para «mejorar la respuesta rápida de nuestras fuerzas».
También se prevé la creación de un nuevo Centro de Cíberoperaciones para «reforzar nuestras defensas», centro que estará situado cerca del cuartel general [de la OTAN] en Mons (Bélgica) y encabezado por el Comandante Supremo de las fuerzas aliadas en Europa –que siempre es un general estadounidense designado por el presidente de Estados Unidos.
Se confirmó además el compromiso de incrementar los gastos militares. En los 3 últimos años, los miembros europeos de la OTAN y Canadá aumentaron sus gastos militares en un total de 46 000 millones de dólares, pero eso es sólo un inicio. El objetivo es que todos dediquen al sector militar al menos un 2% de su PIB –Estados Unidos gasta un 4%– para tener «más dinero y por tanto más capacidades militares». Los países europeos que ya alcanzaron o sobrepasaron esa cuota son Grecia (2,32%), Estonia, Reino Unido, Rumania y Polonia.
El gasto militar de la Unión Europea, según se recordó en un encuentro con la representante de la UE Federica Mogherini, debe ser complementario con el de la OTAN. La ministra de Defensa de Italia, Roberta Pinotti, confirmó que «Italia, respetando el pedido estadounidense, ha comenzado a incrementar el gasto para la defensa» y que «seguiremos por ese camino que es el camino de la responsabilidad». Así que la ruta a seguir está trazada.
Pero de todo eso no se dice absolutamente en la campaña electoral italiana. Los principales partidos tienen posiciones diversas en cuanto a que Italia siga siendo miembro de la Unión Europea, pero en cuanto a ser miembro de la OTAN son prácticamente unánimes. Y eso falsea todo porque no se puede hablar de la Unión Europea ignorando el hecho que 21 de los 27 países miembros de la UE (después del Brexit) son también miembros de la OTAN, bloque militar bajo el mando de Estados Unidos.
No es posible ignorar las consecuencias políticas y militares –y también económicas, sociales y culturales– del hecho que la OTAN está convirtiendo Europa en un campo de batalla contra Rusia, presentando a este país como un enemigo amenazador, como el nuevo «Imperio del Mal» que ataca desde adentro a «la mayor democracia del mundo» con su ejército de trolls.
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio
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