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El régimen nos recuerda que la violencia se condena según quien la practique
Por Insurgente
En
las últimas horas los políticos han salido en manada a condenar la
violencia en Catalunya. Muy loable predica sino fuera por la poca
legitimidad que tienen la mayoría de ellos cuando no han condenado otras
violencias.
Por Insurgente
No se dice así porque suena muy beligerante pero se practica. En las últimas horas los políticos han salido en manada a condenar la violencia en Catalunya. Muy loable predica sino fuera por la poca legitimidad que tienen la mayoría de ellos cuando no han condenado otras violencias.
Algunos ejemplos, si la violencia la ejecuta el gobierno de Israel y asesina a niños con disparos en la cabeza, no. No se dice ni mú, ni se rompen relaciones bilaterales, ni se cita al Embajador, ni se dejan de hacer negocios con empresas de ese país, ni se deja de jugar contra sus equipos deportivos. Se dice, en todo caso, que «hay que ver lo mal que se lleva esa gente» en alusión a que también los del otro lado (palestinos) tienen lo suyo, y a continuación se cambia de tema.
Si la violencia la ejercen desde la monarquía saudí o marroquí, ídem de ídem. Sus violencias son premiadas con viajes de nuestros dirigentes para hacer negocios (con y sin comisiones por medio).Ni mentar si los altercados se producen en ciudades de Nicaragua o Venezuela. En ese caso son jóvenes desesperados que tienen la simpatía mundial, aunque quemen -o quizás por ello- a militantes de la izquierda. En cualquier caso, son tratados como luchadores por la libertad y cada cóctel molotov que tiran es una especie de poema en defensa propia y siempre bregando por la democracia. La clave pues es definir si hay estado (de derecho) porque luego queda toda acción legitimada.
Hasta no hace mucho parecía imposible retrucar que el régimen del 78 era otra cosa que una lustrosa democracia (con Jefe de Estado no elegible incluido), pero desde que en las calles se gritó con firmeza «lo llaman democracia y no lo es», para constatar que una sociedad capitalista no puede ser llamada democrática porque sería negar su propia naturaleza explotadora y clasista, se ha hecho fuerte una realidad que se acentuó con la reiterada negativa del régimen al uso de las urnas para que los pueblos decidan su futuro (por ejemplo, en un referéndum sobre autodeterminación). Toda una invitación al uso de otras estrategias.
Por Insurgente
No se dice así porque suena muy beligerante pero se practica. En las últimas horas los políticos han salido en manada a condenar la violencia en Catalunya. Muy loable predica sino fuera por la poca legitimidad que tienen la mayoría de ellos cuando no han condenado otras violencias.
Algunos ejemplos, si la violencia la ejecuta el gobierno de Israel y asesina a niños con disparos en la cabeza, no. No se dice ni mú, ni se rompen relaciones bilaterales, ni se cita al Embajador, ni se dejan de hacer negocios con empresas de ese país, ni se deja de jugar contra sus equipos deportivos. Se dice, en todo caso, que «hay que ver lo mal que se lleva esa gente» en alusión a que también los del otro lado (palestinos) tienen lo suyo, y a continuación se cambia de tema.
Si la violencia la ejercen desde la monarquía saudí o marroquí, ídem de ídem. Sus violencias son premiadas con viajes de nuestros dirigentes para hacer negocios (con y sin comisiones por medio).Ni mentar si los altercados se producen en ciudades de Nicaragua o Venezuela. En ese caso son jóvenes desesperados que tienen la simpatía mundial, aunque quemen -o quizás por ello- a militantes de la izquierda. En cualquier caso, son tratados como luchadores por la libertad y cada cóctel molotov que tiran es una especie de poema en defensa propia y siempre bregando por la democracia. La clave pues es definir si hay estado (de derecho) porque luego queda toda acción legitimada.
Hasta no hace mucho parecía imposible retrucar que el régimen del 78 era otra cosa que una lustrosa democracia (con Jefe de Estado no elegible incluido), pero desde que en las calles se gritó con firmeza «lo llaman democracia y no lo es», para constatar que una sociedad capitalista no puede ser llamada democrática porque sería negar su propia naturaleza explotadora y clasista, se ha hecho fuerte una realidad que se acentuó con la reiterada negativa del régimen al uso de las urnas para que los pueblos decidan su futuro (por ejemplo, en un referéndum sobre autodeterminación). Toda una invitación al uso de otras estrategias.
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