jueves, 17 de octubre de 2019

La guerra de Turquía contra Rojava


kaosenlared.net

La guerra de Turquía contra Rojava


La invasión turca del norte de Siria busca no solo a poner fin al experimento de democracia radical de siete años en Rojava, sino a acabar para siempre con las aspiraciones de autogobierno kurdas. Desde el inicio de la “Operación Fuente de Paz” el pasado miércoles 9 de octubre, el ejército turco y las milicias […]

La invasión turca del norte de Siria busca no solo a poner fin al experimento de democracia radical de siete años en Rojava, sino a acabar para siempre con las aspiraciones de autogobierno kurdas.
Desde el inicio de la “Operación Fuente de Paz” el pasado miércoles 9 de octubre, el ejército turco y las milicias islamistas árabes que le apoyan han penetrado unos 10 kilómetros a lo largo de toda la frontera siria con Turquía, de unos 480 km. Los combates, por el momento se han concentrado en las ciudades de Tel Abyad y Ras al-Ain, además del bombardeo terrestre y aéreo de todos los principales núcleos de población, provocando el desplazamiento hacia el sur de unos 100.000 refugiados. En Kobane, el fuego artillero turco se ha acercado peligrosamente a las bases de tropas especiales de EEUU, a pesar de conocer su localización, con el objetivo evidente de forzar su evacuación. Aunque no ha habido aún grandes combates de tropas terrestres hasta el día 13, las bajas se cuentan en más de 50 combatientes de las YPG kurdas y otro tanto de milicianos islamistas sirios, con solo dos soldados turcos muertos.
El anunció de la retirada de las tropas especiales de EEUU en la región bajo control de las YPG, tras la derrota de Daesch, del Presidente Trump, añadiendo de paso que no intervendría en un conflicto turco-kurdo “que tiene más de 200 años de matanzas mutuas”, ha sido el detonante de la operación turca. Su objetivo declarado es crear una franja-colchón a lo largo de la frontera turco-siria, a la que desplazar a más de dos millones de refugiados árabes sirios, romper la conexión entre las bases del PKK en el sur de Turquía con los enclaves autónomos kurdos del norte de Siria y recuperar un papel determinante en la negociación final del conflicto sirio. Para ello cuenta tanto con el consentimiento de EEUU como de Rusia e Irán, siempre y cuando no sobrepase los objetivos territoriales declarados por Erdogan y amenace la seguridad del régimen de Assad.
Después de haber llevado el peso de la lucha contra Daesh en el norte y este de Siria, el PYD-YPG kurdo ha sido abandonado por su aliado de conveniencia, EEUU, gracias a cuya cobertura aérea y armamento ha podido extender la base territorial de los enclaves autónomos kurdos en Siria. En medio del equilibrio de poderes geopolítico de la guerra civil siria, los kurdos no tendrán más remedio que buscar el amparo del régimen de Assad, como ya ha señalado Putin. Si llegase a conformarse una alianza de este tipo, la ayuda sirio-rusa podría proyectarse en ataques contra el bastión islamista sirio pro-turco de Idlib, que abrirían un segundo frente a la “Operación Fuente de Paz” turca y provocarían una segunda ola de desplazados hacia el sur de Turquía, en sentido inverso a la que pretende Erdogan. Las fuerzas de Al-Nusra, en el sur de Idlib están ya impidiendo la entrada de refugiados para convertirlos en escudos humanos frente a un ataque sirio-ruso.
Nos encontramos, por lo tanto, en una nueva fase de la ya larga Guerra de Siria, con la participación directa de las Potencias extranjeras. El abandono de los aliados de las YPG ha provocado importantes reacciones de rechazo, incluso en el Partido Republicano de EEUU y países como Noruega y Finlandia han suspendido la venta de armas a Turquía. Con su hipocresía habitual, Netanyahu ha acusado a Erdogan de “limpieza étnica”, recibiendo como respuesta que “los kurdos-sirios están bajo la protección de Turquía”.
La realidad es que, como era previsible, los kurdos del PYD-YPG están solos en esta hora decisiva y solo pueden contar con la solidaridad, aun débil, de la izquierda internacional y muy especialmente de la izquierda turca. Con todos sus problemas, Rojava y Kobane eran hasta hoy las únicas zonas de Siria en las que era posible mantener la esperanza de una reconstrucción democrática del país. SP

La invasión turca del norte de Siria busca no solo a poner fin al experimento de democracia radical de siete años en Rojava, sino a acabar para siempre con las aspiraciones de autogobierno kurdas.
A fines de septiembre, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo a la Asamblea General de las Naciones Unidas: “Nuestra intención es establecer un corredor de paz con una profundidad de 30 kilómetros y una longitud de 480 kilómetros en Siria para que la comunidad internacional pueda asentar aquí a dos millones de sirios”. El lunes, tras el anuncio de Donald Trump de que Estados Unidos retiraría sus tropas del norte de Siria, el» corredor de paz «propuesto por Erdogan puede ser realidad.
A pesar de las palabras aparentemente humanitarias de Erdogan, el objetivo de Turquía de ocupar el norte de Siria se debe a motivaciones tanto cínicas como malévolas. El «corredor de paz» sería el lugar donde deshacerse de los refugiados sirios cuya presencia en Turquía se considera cada vez más como un problema político insoluble. Y le proporcionaría a Ankara la oportunidad no solo de poner fin al dominio kurdo en el norte de Siria (también conocido como Rojava ) sino de destruir sus sueños democráticos radicales .
«Sirios iros a la mierda»
Desde el estallido de la guerra civil siria, unos tres o cuatro millones de sirios han buscado refugio en Turquía. En 2016, Erdoğan firmó un acuerdo multimillonario con la Unión Europea para asentar refugiados en el país en lugar de Europa. Pero en la medida que la corriente de personas que huyen de los combates ha continuado, el sentimiento contra los refugiados en Turquía ha crecido y las autoridades turcas están buscando cada vez más formas de sacar a los sirios del país.
La fragmentada oposición de Turquía se ha beneficiado del crecimiento del sentimiento anti-sirio, particularmente los partidos centristas y conservadores. Aunque el Partido Democrático del Pueblo, pro Kurdo de izquierda, es decididamente pluralista, impulsa una agenda social y económica progresista, muchos de los otros partidos opositores a Erdogan son nacionalistas seculares que tienen poca simpatía por quienes huyen del gobierno sirio de Assad.
La victoria del Partido Republicano del Pueblo (CHP) en las elecciones a la alcaldía de Estambul en junio pasado se debió en parte a la xenofobia antisiria. En la noche de la victoria del CHP, el hashtag racista # SuriyelilerDefoluyor («sirios iros a la mierda») apareció en Twitter, y poco después de asumir el cargo, el nuevo alcalde del CHP se quejó de la supuesta ubicuidad de los signos árabes en algunos de los distritos de la ciudad.
Mientras Erdogan y sus aliados anunciaban sus pretendidos objetivos benévolos, una lógica política interna más siniestra alentaba su intento de arrojar a millones de refugiados sirios por la frontera.

Rojava y las políticas de las grandes potencias
El principal obstáculo para los planes de Erdogan para Rojava son las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF). Turquía ha considerado desde hace mucho tiempo a las SDF como una rama del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), contra el que Ankara lucha desde 1984 y al que considera una organización terrorista.
En ocasiones, Erdogan ha tratado de cortejar a los votantes kurdos estableciendo contactos con el PKK. En el período previo a las elecciones a la alcaldía de Estambul en junio, el gobierno permitió que la prensa publicara una carta de su dirigente encarcelado Öcalan, con la esperanza de disuadir a los votantes kurdos de respaldar a la oposición.
Pero en general, el declive de Erdogan entre los votantes kurdos (particularmente desde el verano de 2015) ha sido la razón para imponer medidas duras contra los kurdos en Turquía: asaltar ciudades kurdas, hostigar a los medios kurdos, arrestar y encarcelar a líderes políticos kurdoscesando o removiendo a los funcionarios y cargos electos  kurdos.
Erdogan también ha adoptado una postura cada vez más belicosa hacia el movimiento kurdo más allá de las fronteras de Turquía. Por ejemplo, a pesar de las estrechas conexiones económicas y políticas entre Turquía y el Gobierno Regional del Kurdistán en Iraq (KRG), una relación que se apoya en el desdén mutuo hacia el PKK y sus afiliados, Turquía se opuso vehementemente al referéndum de independencia kurdo de septiembre de 2017 en Iraq. A raíz del referéndum, Ankara sometió a sus aliados kurdos en el KRG a un bloqueo económico asfixiante.
La hostilidad de Erdogan hacia las SDF ha sido aún más pronunciada, a pesar de que el movimiento en Siria ha obviado los llamamientos a la independencia kurda. Si bien esta hostilidad está parcialmente enraizada en las conexiones de las SDF con el PKK, también puede entenderse como resultado del éxito de los kurdos sirios.
Tras la aparición de ISIS y su control dramático de vastas franjas de Siria e Irak, los kurdos sirios fueron uno de los grupos clave de la coalición construida por los Estados Unidos para combatir el avance del autoproclamado califato. Esta alianza siempre fue un matrimonio de conveniencia. En términos ideológicos, condujo a una situación peculiar en la que el apoyo militar de los Estados Unidos facilitó la formación de una experiencia de izquierda basada en las interpretaciones de Öcalan del trabajo del anarquista neoyorkino Murray Bookchin, el Confederalismo Democrático . Más importante desde la perspectiva de Washington, este pacto socava las relaciones con Turquía, un aliado de Estados Unidos, a medida que Erdogan se volvió cada vez más hostil hacia los kurdos sirios. En resumen, la alianza de los Estados Unidos con los kurdos sirios creó tensiones insostenibles en la política exterior de los Estados Unidos.
Parecía inevitable que, en algún momento, Estados Unidos tuviera que elegir entre Ankara y Rojava. Mientras la guerra con ISIS continuó, esa decisión podía retrasarse. Pero con la derrota efectiva de ISIS, la razón de ser de la presencia estadounidense en Siria llegó a su fin. Ahora, con el anuncio de Trump de que Estados Unidos se retirará de Siria, una decisión anticipada en diciembre de 2018, esa contradicción en la política estadounidense podría resolverse a favor de Erdogan.
Tuiteando en respuesta a las críticas, el presidente Trump escribió: «LUCHAREMOS DONDE SEA PARA NUESTRO BENEFICIO, Y SOLO LUCHAREMOS PARA GANAR». El compromiso de Trump con Ankara ha abierto el camino para que Turquía invada Rojava, desplace a la población y transforme la demografía del norte de Siria.

La arabización de Rojava
Los intentos de reingeniería del equilibrio demográfico en el norte de Siria tienen una larga historia. Tras la independencia siria, los gobiernos nacionalistas árabes en Damasco intentaron diluir el carácter kurdo del norte de Siria. En 1962, aproximadamente el 20 por ciento de la población kurda siria fue despojada de su ciudadanía, una medida que les impedía comprar tierras o trabajar en el sector estatal. En la década de 1970, el régimen baazista incluso intentó construir un «cinturón árabe» para aislar a los kurdos de las comunidades kurdas en los países vecinos.
Estos esfuerzos físicos para arabizar el norte de Siria, hogar asimismo de numerosas minorías étnicas y religiosas, fueron acompañados de una guerra ideológica. Los nombres de los lugares fueron arabizados, se reprimió el idioma kurdo y se prohibieron las manifestaciones culturales kurdas.
En términos más generales, el gobierno sirio siempre describió a la comunidad kurda como intrusos extranjeros, principalmente refugiados que huían de la represión en Turquía. Durante las décadas de 1980 y 1990, el PKK, que recibió apoyo del régimen de Assad, estaba dispuesto a aceptar esta narrativa. Pero el surgimiento de una administración radical liderada por los kurdos en el norte de Siria tras el estallido de la guerra civil siria demostró la falsedad y la debilidad de la campaña de arabización siria. Ahora, Erdogan planea intervenir donde los sucesivos gobiernos sirios han fracasado previamente.
El presidente turco ya ha expresado claramente su opinión sobre a quién considera los verdaderos propietarios del norte de Siria, y son los árabes . Tampoco tenemos que adivinar cómo sería un ataque turco en el norte de Siria. En enero de 2018, las fuerzas turcas lanzaron una invasión no provocada de la ciudad siria de Afrin, bajo control kurdo, arrasando la ciudad y desplazando a cientos de miles de personas.
Ahora, las declaraciones de Turquía son muy parecidas, y Erdogan ha hecho de a Afrin una ciudad de mayoría árabe. Desde la ocupación de la ciudad, las milicias islamistas respaldadas por las fuerzas turcas han impuesto un régimen de terror con las autoridades pro-turcas confiscando propiedades y tierras kurdas y entregándolas a las familias árabes. Si se permite a Turquía invadir y ocupar el resto de Rojava, es probable que los kurdos sufran el mismo destino.
La amenaza que Turquía supone para los kurdos sirios es de proporciones existenciales. Si Turquía ocupa el norte de Siria, el progreso social realizado en la región, incluidos los avances en la liberación de las mujeres y el autogobierno popular, serían destruidos. Ya hemos visto a Turquía y las milicias islamistas que respalda revertir estos logros en Afrin.
El plan de Turquía para reasentar a millones de refugiados árabes sirios en la región se llevaría a cabo a expensas de la población kurda. Erdogan está decidido no solo a poner fin a la administración kurda de Rojava, sino a acabar para siempre con la posibilidad de que los kurdos puedan desempeñar un papel decisivo en los asuntos del norte de Siria.
https://jacobinmag.com/2019/10/rojava-syria-erdogan-turkey-united-states…
 Llamamiento de las universidades kurdas de Rojava y Kobane
AA.VV.
Con este documento, nosotros, las universidades de Rojava y Kobane, afirmamos que la historia es testigo de otra conspiración contra la resistencia de nuestro pueblo. A lo largo de siete años, los kurdos de Rojava y el norte de Siria, han respondido a los ataques de mercenarios llegados de todo el mundo y han defendido de este modo a la humanidad entera. Hoy, sin embargo, estas mismas gentes que resisten se están enfrentando a un ataque internacional sistemático. Aunque el Estado turco es quien aparece en primera línea, hay fuerzas internacionales tras él. Estas fuerzas, que antes alababan la resistencia de los kurdos contra el Daesh, hoy consienten e incluso participan, por sus corruptos intereses, en el ataque que tiene a los kurdos como objetivo.
En el pasado han muerto ciudadanos de Rusia, de los Estados Unidos y de otros países a manos del Daesh y en coordinación con el Estado turco. Este sostiene hoy al Daesh y a sus mercenarios para masacrar a los kurdos siguiendo un plan político neo-otomano. El Estado turco y sus mercenarios del Estado Islámico, de Yabhat Al Nusra, Ahrar Al Sham y otros atacan hoy lugares que tienen un valor social, histórico y científico. Destruyen, matan y saquean. El mundo entero es testigo del sabotaje llevado a cabo por el Estado turco y sus mercenarios en Afrin, Palmira, Mosul, Al Raqa y Husanakaif.
Como profesores, estudiantes y personal de las universidades de  Royava y de Kobane, pese a los ataques del Estado turco, hemos seguido esforzándonos en pro de la ciencia y el conocimiento durante estos últimos tres años. Por desgracia, hoy en día, todos los esfuerzos, los valores y la neutralidad de universidades y escuelas se encuenran gravemente amenazados por el terrorismo de Estado y sus mercenarios
¡Viva la Resistencia de Rojava y el norte de Siria!
il manifesto, 11 de octubre de 2019
Profesor asistente del Departamento de Historia de la Universidad de Missouri, EEUU.
Periodista, director del programa de radio que lleva su nombre y co-editor de The Majority Report.

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