La geopolítica de la arena, un recurso imprescindible y sobrexplotado
Por Clara R. Venzalá
10-13 minutes
Por Clara R. Venzalá
La
arena es un recurso usado en multitud de procesos industriales e
imprescindible en la construcción, pero engrosa la lista de recursos
naturales por los que es necesario preocuparse, ya que su extracción
masiva provoca graves daños medioambientales. Además, la alta demanda de
este material ha provocado el desarrollo de peligrosas mafias que
operan y comercian con ella de forma descontrolada, perjudicando también
a la población local que convive con estas organizaciones.
Parece
infinita, como demuestra que se hayan hecho tantas alusiones a su
eterna presencia. Quizá por eso se ha prestado poca atención al
importante papel que juega la arena tanto en la naturaleza como en el
desarrollo de las civilizaciones; quizá por eso se ha tardado tanto en
asumir que su sobreexplotación trae graves consecuencias políticas,
sociales y, por supuesto, medioambientales. Los titulares más pesimistas
anuncian que la arena se acaba y los especialistas confirman que es un recurso natural sobreexplotado, especialmente desde el boom global de la construcción y la irrupción de las nuevas tecnologías.
Como
otros recursos naturales, la arena ha acompañado a la humanidad desde
sus inicios a través de joyas de vidrio o como material para la
edificación de las pirámides de Giza o el Coliseo. En la actualidad lo
sigue haciendo: está presente en objetos y elementos cotidianos
como cerámicas, cristales —desde el de las ventanas hasta el de las
gafas—, aparatos electrónicos, pinturas o carreteras. A esto se suma el
uso industrial, que abarca prácticamente todos los sectores, desde la
aeronáutica, el fracking y la eléctrica hasta la cosmética o la
alimentación. También tiene usos puramente recreativos, como la
elaboración de material deportivo o de pistas de tenis y, en relación a
los territorios, la arena puede usarse para recuperar playas o ganarle
terreno al mar. Es curioso que algo tan pequeño como un grano de arena
constituya el que se ha convertido en el segundo recurso natural más usado después del agua,
o el tercero si se tiene en cuenta el aire. Porque, por encima de todo,
la arena se utiliza para la construcción: es fundamental para elaborar
hormigón, cuya composición es de entre 60 y 75% de arena. Y para ese uso en particular, debe usarse un tipo concreto de arena.
Existen
diferentes tipos de arena en función de su origen, pues este determina
su composición, propiedades y características: la que se encuentra en las playas
es diferente a la que se encuentra en el fondo de un lago o la que hay
en el desierto. Para la creación del hormigón que se usa en la
actualidad, la mayor parte de la arena del desierto es menos
eficaz, ya que es demasiado fina y redonda debido a la actuación del
viento. Por tanto, hay que recurrir a canteras naturales de arena:
lechos de ríos, lagos, mares y océanos. El problema es que se está
abusando de la capacidad de estos escenarios para producir arena, pues
se extrae más de la que se crea. Se estima que cada año se extraen entre 40.000 y 50.000 millones de toneladas de arena,
más del doble de lo que se genera de forma natural anualmente. Se trata
de un escenario insostenible, con serias consecuencias globales y
comparable, por ejemplo, a la deforestación. Sin embargo, nadie habla
sobre ello.
Los todavía escasos informes sobre el consumo de arena
coinciden en que hay una clara relación entre la sobreexplotación de
este recurso y la edificación masiva, especialmente en Asia. Las pistas
para rastrear el destino de la arena extraída se encuentran en los datos
de la industria de la producción de hormigón y cemento. China, India y
Estados Unidos son, en ese orden, los países que mayor cantidad de este material fabrican.
Ahora bien, hay un salto cuantitativo notable entre ellos: el gigante
asiático produjo 2.400 millones de toneladas de cemento en 2017, frente a
los 270 millones de India y los 86 de Estados Unidos.
China e India están edificando como nunca antes.
Así pues, la mayor parte del hormigón que se produce, y por tanto de la
arena que se extrae, es para consumo regional. En total, China, India y
el sudeste asiático suponen el 67% de la producción
de hormigón mundial. El crecimiento poblacional y económico del
subcontinente indio, África y Latinoamérica va a suponer, además, un
nuevo incremento de la demanda para 2030. Para ampliar:“Los nuevos faraones: la apuesta china por los megaproyectos”, Luis Martínez en El Orden Mundial, 2018 El medioambiente, la primera víctima
Las
consecuencias de la extracción de arena son más graves de lo que en un
principio parece. El impacto más inmediato, el que se da en el paisaje,
es inevitable. Se produce a través de la erosión de las costas y los
cambios en la estructura de los deltas o ríos. Además, las pérdidas de
arena provocan la erosión de los suelos, la contaminación de las aguas
de los ríos y, en última instancia, también de la atmósfera a través de
las emisiones de la propia industria del cemento y el transporte de su
producción, según el informe de la ONU
que en 2014 dio la voz de alarma sobre las consecuencias silenciadas de
la extracción de arena. No obstante, cada escenario natural reacciona
de forma diferente a la falta repentina de arena.
En la costa, y
en el lecho de mares y océanos, la extracción de arena provoca la
destrucción del ecosistema marino, lo cual conlleva una gran pérdida de
biodiversidad que incluso afecta a la actividad de la pesca.
Además, la arena funciona como protección frente a fenómenos extremos
como tormentas y subidas del nivel del mar, que serían mucho más
perjudiciales. En los ríos
causa alteraciones en el pH del agua, la reducción de los acuíferos, y
un aumento del riesgo de inundaciones y de su frecuencia. En cuanto a
los lagos, se estudia muy de cerca el ejemplo del lago Poyang, en China, cuyo destino recuerda al del mar de Aral:
el que se tenía como el mayor lago de agua dulce del país ha pasado de
tener varios metros de profundidad a quedarse prácticamente seco, y hay
estudios que vinculan directamente la extracción de arena en el lago con este suceso. Efectos de la extracción de arena en el lago chino de Poyang entre 1995 y 2013. Fuente: Observatorio de la NASAPara ampliar:“Aral, el mar que nunca existió”, Gemma Roquet en El Orden Mundial, 2018 Arena empresarial y política
La necesidad de arena ha generado una industria que mueve miles de millones de dólares.
Existen empresas especializadas en la extracción de este material que
trabajan con potente maquinaria en los lechos de ríos, lagos y mares en
todo el mundo. Pero la gran demanda, y el cuantioso y rápido beneficio
que reporta esta actividad, han creado un nicho de mercado interesante
para las mafias. El secretismo en el que el negocio de la arena ha
estado envuelto y la incertidumbre sobre a quién pertenece han permitido
la proliferación de grupos especializados en la extracción y venta ilegal de este recurso en varios países del mundo, como Marruecos, Kenia, Jamaica, Cabo Verde, Camboya e Indonesia.
El caso más reseñable es el de India, donde los mafiosos se toman la libertad de amenazar e incluso asesinar a todo aquel que estorbe en su negocio, incluidos periodistas. Además, en países africanos o asiáticos, los locales admiten extraer arena
para las mafias, un trabajo muy tentador en comparación con la poca
rentabilidad de otros oficios tradicionales como la pesca. Lo hacen sin
saber, quizá, que así contribuyen al final del entorno en el que viven.
Por
otro lado, la arena también está permitiendo aumentar la extensión de
ciudades y hasta países enteros ganándole terreno al mar. Hay numerosos
ejemplos, aunque el caso más paradigmático es el de Países Bajos, que lo
consigue desde hace siglos mediante un sistema de drenaje. Otras zonas
como Macao, Hong Kong, Tokio, Singapur o Dubái, por mencionar algunas, dependen de la arena para la ampliación de sus territorios allí donde sólo hay agua.
El
problema político de ganarle unos metros al mar aparece cuando estas
prácticas se realizan en zonas cuya soberanía está en disputa. Ejemplo
de estas son el caso de Gibraltar, que entró en una polémica en 2013 con España por esa razón; o el de China, que está creando islas artificiales en el mar de la China Meridional, un espacio marítimo que reclaman también al menos otros tres Estados.
Esas islas sirven a Pekín para legitimar sus reclamaciones
territoriales sobre esas aguas y suponen un aumento de la presencia
china en la zona, lo que está generando tensión en la región. Singapur
ha aumentado su territorio un 20% gracias a la ayuda de grandes masas
de arena con las que ha ganado terreno al mar. Fuente: Programa de las
Naciones Unidas para el MedioambienteSingapur
es otro de los países que ha necesitado más territorio para gestionar
su densidad demográfica. Y lo ha hecho con una apuesta clara por ganarle
metros al mar con la ayuda de grandes masas de arena. ¿El resultado? Un 20% más de terreno, ciento treinta kilómetros cuadrados,
en cuatro décadas, además de un deterioro de la relaciones con los
países vecinos. La arena que Singapur ha utilizado durante su boom
de la construcción era importada de países vecinos como Indonesia,
Malasia, Tailandia y Camboya. Pero el abuso en su extracción provocó que
desaparecieran venticuatro islas indonesias,
un suceso que desencadenó tensiones ya que, sin esas islas,
oficialmente Indonesia ha perdido territorio, con todo lo que eso
suponía también en lo relativo al control marítimo de la zona. Así pues,
tanto Indonesia como otros países vecinos han dejado de exportar arena a Singapur, lo cual tampoco implica que el país deje de hacer uso de la arena para expandirse, ya sea adquiriéndola con origen legal o ilegal. Para ampliar:“Singapur, la villa de pescadores”, Benjamín Ramos en El Orden Mundial, 2015 Un futuro sin arena
Es
inevitable que el ritmo de construcción se mantenga en zonas en pleno
apogeo como el sudeste asiático y China. Por tanto, se mantendrá la
demanda de materiales como el hormigón, con la consiguiente
sobrexplotación de la arena. Frente a las limitaciones de este recurso, se plantean alternativas para conseguir una edificación algo más sostenible: reciclaje de tipos específicos de residuos, polvo y cenizas —como las del carbón—,
compuestos de plástico, materiales tradicionales como la madera y,
especialmente, nuevas opciones nacidas de la investigación científica.
El objetivo es reemplazar el uso de recursos naturales para la
elaboración de hormigón y cortar de raíz el negocio ilegal de la arena,
que supone una amenaza económica, social y medioambiental relevante.
La
toma de conciencia del valor de la arena como recurso es solamente el
primer paso para evitar que las consecuencias de su extracción se
agraven. De la misma manera en que se tomó conciencia de la importancia
de otros fenómenos ambientales provocados por el ser humano como la
deforestación, el efecto invernadero o las situaciones derivadas de la
presencia de plásticos en los mares, es momento de que también se
conciba la que ya es una nueva emergencia medioambiental. La arena debe
salir del silencio en el que está envuelta. Para ampliar:“La deforestación del Amazonas”, Teresa Romero en El Orden Mundial, 2019 Fuente: El Orden Mundial (EOM)
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