La negociación: cambio o sospecha
Ivonne Melgar
Sorprendido por la voluntad política
con la que se abordaba en San Lázaro el tema de la marcha zapatista, el
diputado del Movimiento Ciudadadano (MC) Ricardo Mejía Berdeja inició su intervención en la tribuna con el reconocimiento del cambio.
“Veo que en esta Comisión Permanente hay más apertura y lo celebramos, de veras, o será quizá el espíritu navideño, pero bueno, en cualquier caso gracias por esta tolerancia”, subrayó el legislador, destacado por su capacidad en la argumentación y por el escepticismo con el que había combatido el ánimo favorable a los acuerdos legislativos.
Mejía Berdeja fue de las pocas voces que batalló en contra de la reforma educativa bajo el argumento de que el Pacto por México que la había prohijado era una simulación, ya que el cambio al artículo 3° dejaba intactos los privilegios de la presidenta vitalicia del SNTE, Elba Esther Gordillo.
Como lo hizo su bancada, el destacado legislador votó en contra de la reforma laboral y de la reestructuración de la administración pública e impugnó la prisa con la que se aprobó el presupuesto 2013.
Los antecedentes importan para darle dimensión al subrayado de Mejía Berdeja en la sesión del 27 de diciembre en la Comisión Permanente, cuando se avaló la propuesta de la senadora Dolores Padierna para que el Congreso se pronunciara por el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés Larráinzar.
La vicecoordinadora del PRD en el Senado sumó a los demás partidos para hacer este llamado a la restitución de los derechos de los pueblos indígenas. El punto de acuerdo presentado exhortaba a los gobiernos federal y de Chiapas a realizar “un esfuerzo serio, de diálogo y concreción de acuerdos” que retome las propuestas del EZLN en torno a este gran pendiente.
En su intervención, Mejía Berdeja reivindicó a los zapatistas y concluyó con un agradecimiento al pleno por el voto aprobatorio del acuerdo que él presentó para que el Congreso solicitará a la SEP y a las dependencias homólogas estatales garantizar la gratuidad de la educación pública, evitando que sus servicios se condicionen al pago de cuotas.
De manera que temas antes polarizantes se desahogaron en esa última cita de 2012 en un clima de concordia.
*****
Aquel ambiente se mantuvo una semana después, en la primera sesión de la Comisión Permanente de 2013, donde a iniciativa de la senadora Padierna, todos los partidos suscribieron una solicitud de información a las autoridades en torno al futuro del centro comercial Dragon Mart en Cancún.
Como si se tratara de un parlamento europeo, este 3 de enero todos hablaban de fortalecer al Estado frente a los abusos de quienes representan intereses particulares. Y para confirmarlo, las siete fuerzas representadas en el Congreso se manifestaron en contra de las reticencias de la Comisión Federal de Competencia para investigar las prácticas monopólicas de Aeroméxico.
Y hubo algo más en esa sesión del jueves: la activa senadora Padierna asumió el rol de vocera del gobierno de Enrique Peña Nieto al anunciar, en una entrevista de prensa, que esa mañana había conversado con el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, sobre el proceso de cabildeo que en los próximos meses se impulsará con la oposición, a fin de construir consensos que le den viabilidad a las reformas fiscal, energética y de seguridad social, cuyas iniciativas se presentarían en septiembre.
Sí, el hecho resultó inusitado. Un mes atrás habría sido impensable el tono de su reseña, sin dudas ni suspicacias de por medio. Y es que como líder de su corriente partidista, Izquierda Democrática Nacional, ella encabezó el no al Pacto por México firmado por el presidente del PRD, Jesús Zambrano.
******
Vista siempre con sospecha por la prensa y la intelectualidad formada en los tiempos de la guerra fría, la negociación hace de las suyas entre nuestra clase política.
Desde antes de que arrancara el sexenio, los operadores del presidente Enrique Peña Nieto se concentraron en convencer a los más reacios, fuera para que lo dejaran rendir protesta o para sepultar la Secretaría de Seguridad Pública, firmar un Pacto por México o sacar adelante, en solo 11 días, una reforma educativa constitucional.
En la Cámara, con el coordinardor del PRI, Manlio Fabio Beltrones, al frente de las negociaciones, hubo incluso una bonificación para los 500 diputados que, de manera literal, se repartieron los 23 mil millones de pesos que habían aumentado a los ingresos para este 2013. Así, todos cumplirían con sus compromisos de campaña.
Los recientes acontecimientos nos llevan a preguntarnos si la tersura con la que ahora discuten los legisladores es el inicio de una nueva etapa de conciliación de intereses, como lo ameritan las democracias o sólo el montaje retórico de una complicidad entre políticos profesionales.
¿Podrá la izquierda perredista encauzar la desconfianza de los segmentos politizados de la sociedad mexicana, los mismos que históricamente le han apostado más a las propuestas antisistema o contra el gobierno en turno, expresadas en las últimas dos décadas en el EZLN y en Andrés Manuel López Obrador?
De lo contrario, la negociación entre los políticos seguirá marcada por la sospecha.
2013-01-05 00:00:00
“Veo que en esta Comisión Permanente hay más apertura y lo celebramos, de veras, o será quizá el espíritu navideño, pero bueno, en cualquier caso gracias por esta tolerancia”, subrayó el legislador, destacado por su capacidad en la argumentación y por el escepticismo con el que había combatido el ánimo favorable a los acuerdos legislativos.
Mejía Berdeja fue de las pocas voces que batalló en contra de la reforma educativa bajo el argumento de que el Pacto por México que la había prohijado era una simulación, ya que el cambio al artículo 3° dejaba intactos los privilegios de la presidenta vitalicia del SNTE, Elba Esther Gordillo.
Como lo hizo su bancada, el destacado legislador votó en contra de la reforma laboral y de la reestructuración de la administración pública e impugnó la prisa con la que se aprobó el presupuesto 2013.
Los antecedentes importan para darle dimensión al subrayado de Mejía Berdeja en la sesión del 27 de diciembre en la Comisión Permanente, cuando se avaló la propuesta de la senadora Dolores Padierna para que el Congreso se pronunciara por el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés Larráinzar.
La vicecoordinadora del PRD en el Senado sumó a los demás partidos para hacer este llamado a la restitución de los derechos de los pueblos indígenas. El punto de acuerdo presentado exhortaba a los gobiernos federal y de Chiapas a realizar “un esfuerzo serio, de diálogo y concreción de acuerdos” que retome las propuestas del EZLN en torno a este gran pendiente.
En su intervención, Mejía Berdeja reivindicó a los zapatistas y concluyó con un agradecimiento al pleno por el voto aprobatorio del acuerdo que él presentó para que el Congreso solicitará a la SEP y a las dependencias homólogas estatales garantizar la gratuidad de la educación pública, evitando que sus servicios se condicionen al pago de cuotas.
De manera que temas antes polarizantes se desahogaron en esa última cita de 2012 en un clima de concordia.
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Aquel ambiente se mantuvo una semana después, en la primera sesión de la Comisión Permanente de 2013, donde a iniciativa de la senadora Padierna, todos los partidos suscribieron una solicitud de información a las autoridades en torno al futuro del centro comercial Dragon Mart en Cancún.
Como si se tratara de un parlamento europeo, este 3 de enero todos hablaban de fortalecer al Estado frente a los abusos de quienes representan intereses particulares. Y para confirmarlo, las siete fuerzas representadas en el Congreso se manifestaron en contra de las reticencias de la Comisión Federal de Competencia para investigar las prácticas monopólicas de Aeroméxico.
Y hubo algo más en esa sesión del jueves: la activa senadora Padierna asumió el rol de vocera del gobierno de Enrique Peña Nieto al anunciar, en una entrevista de prensa, que esa mañana había conversado con el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, sobre el proceso de cabildeo que en los próximos meses se impulsará con la oposición, a fin de construir consensos que le den viabilidad a las reformas fiscal, energética y de seguridad social, cuyas iniciativas se presentarían en septiembre.
Sí, el hecho resultó inusitado. Un mes atrás habría sido impensable el tono de su reseña, sin dudas ni suspicacias de por medio. Y es que como líder de su corriente partidista, Izquierda Democrática Nacional, ella encabezó el no al Pacto por México firmado por el presidente del PRD, Jesús Zambrano.
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Vista siempre con sospecha por la prensa y la intelectualidad formada en los tiempos de la guerra fría, la negociación hace de las suyas entre nuestra clase política.
Desde antes de que arrancara el sexenio, los operadores del presidente Enrique Peña Nieto se concentraron en convencer a los más reacios, fuera para que lo dejaran rendir protesta o para sepultar la Secretaría de Seguridad Pública, firmar un Pacto por México o sacar adelante, en solo 11 días, una reforma educativa constitucional.
En la Cámara, con el coordinardor del PRI, Manlio Fabio Beltrones, al frente de las negociaciones, hubo incluso una bonificación para los 500 diputados que, de manera literal, se repartieron los 23 mil millones de pesos que habían aumentado a los ingresos para este 2013. Así, todos cumplirían con sus compromisos de campaña.
Los recientes acontecimientos nos llevan a preguntarnos si la tersura con la que ahora discuten los legisladores es el inicio de una nueva etapa de conciliación de intereses, como lo ameritan las democracias o sólo el montaje retórico de una complicidad entre políticos profesionales.
¿Podrá la izquierda perredista encauzar la desconfianza de los segmentos politizados de la sociedad mexicana, los mismos que históricamente le han apostado más a las propuestas antisistema o contra el gobierno en turno, expresadas en las últimas dos décadas en el EZLN y en Andrés Manuel López Obrador?
De lo contrario, la negociación entre los políticos seguirá marcada por la sospecha.
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