Mancera, como los gobernantes platónicos, mentiroso “del yo no fui”
El doctor Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno de la Ciudad
de México, sigue actuando como procurador, pero no de justicia, sino de
injusticia, reprime a los estudiantes en lugar de encarcelar a los
policías disfrazados con capuchas que provocaron los actos vandálicos
del 1 de diciembre. Y como Peña, de seguro no ha leído al ideólogo de la
autocracia Aristocles, apodado Platón (Wilhelm Nestle, Historia del espíritu griego, ediciones Ariel; y WKC Guthrie, Historia de la filosofía griega,
tomos IV y V, editorial Gredos), quien desde entonces postuló que los
gobernantes podían y deberían recurrir a la mentira para engañar al
pueblo. Así, el heredero del corrupto Ebrard, lleva dos actos que lo
pintan como represor y mentiroso.
Autor de la propuesta para que los habitantes de la capital del
país paguen el servicio de alumbrado público (que se cobra desde hace al
menos 18 años), la soltó por medio de sus asambleístas cómplices. En
cuanto se hizo del conocimiento público –gracias al periodismo de
investigación– el doctor Mancera (dicen que doctorado en derecho) negó
ser su promotor, pues en su campaña aseguró que no impondría nuevos
impuestos, al igual que Peña. Pero ya se supo que Mancera, por medio de
su secretario de Finanzas, de última hora se presentó ante esos
legisladores y les sugirió agregar al presupuesto de ingresos el cobro
del alumbrado, como si con los miles de impuestos que cargan los defeños no se cubriera ese gasto.
Embustero y platónico puso a caminar ese impuesto, cantando como
Pedro Infante: “si te vienen a contar cositas malas de mí, diles que yo
no fui” o aquella otra de: “yo no fui, fue Teté…” Mancera quería
que en los recibos de cobro de la Comisión Federal de Electricidad se
agregara entre un 15 y un 20 por ciento, pero de inmediato tuvo un
rechazo de todos los partidos. Así que el jefe de gobierno de la capital
del país ya enseñó el cobre y su mala fe, cuando en secreto envió a sus empleados para introducir un nuevo impuesto escondiendo su mano negra.
Con su vocecita al estilo del presidente del Instituto Federal
Electoral, Valdés Zurita, el doctor Mancera ha querido desmentir, pero
el tiro le salió por la culata al ser descubierto con las manos en la masa de mentiras.
Mancera supuso que su maniobra no sería descubierta, pero más tardó
en intentar encubrirla que en ser abortada. Fue él y nada más que él (y
sus asesores) quien echó a andar la propuesta para agregar a los miles
de impuestos por pago de servicios y multas injustificadas, el pago
además del alumbrado público. El embuste, empero, fue evidenciado y el
doctor, que fue postulado a la jefatura defeña por un acuerdo entre López Obrador y Marcelo Ebrard, demostró que siguió sin leer los Diálogos de Platón,
aunque sí tomó el consejo de gobernar mintiendo. Eso lo llevará a
perder toda credibilidad. Y si dice que él no fue el impulsor de ese
nuevo impuesto, lo cierto es que ha quedado como un embustero. Y cae más pronto un mentiroso que un cojo.
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