sábado, 5 de enero de 2013

Malvinas: Una “historia oficial” a favor de la Corona

Malvinas: Una “historia oficial” a favor de la Corona

El británico Rex Hunt, quien gobernó las Islas Malvinas durante la guerra entre Gran Bretaña y Argentina. Foto: The Guardian
El británico Rex Hunt, quien gobernó las Islas Malvinas durante la guerra entre Gran Bretaña y Argentina.
Foto: The Guardian
LONDRES (apro).- Las Islas Malvinas, cuya soberanía se disputan Gran Bretaña y Argentina y cuya ubicación geográfica despierta interés debido a sus potenciales recursos de hidrocarburos, cuentan ahora con su “Historia Oficial”: una narrativa preparada por el gobierno pro-británico de dicho archipiélago sobre los principales aspectos historiográficos de un pueblo “cuya determinación y carácter forjó un territorio democrático, próspero y dinámico”.
El libro, titulado Our Islands, Our History (Nuestras Islas, Nuestra Historia), que está disponible de forma gratuita en versión digital a través del sitio oficial del Falkland Islands Government desde el pasado 21 de diciembre y será publicado a finales de enero, ha enardecido a las autoridades argentinas, que planean reeditar su propia historia de las islas.
“Proveerá de un sumario accesible y preciso de los aspectos claves de la historia de las Falklands (Malvinas), y de un pueblo cuya determinación y carácter forjó un territorio democrático, próspero y dinámico”, adelantó el pasado jueves 3 un portavoz del gobierno de las Malvinas, en Puerto Stanley.
En una breve introducción, Leona Roberts, directora del Falkland Islands Museum and National Trust, explicó que el propósito del libro es dar a conocer la historia, sus habitantes y qué significa ser ciudadano de las Malvinas.
“Nuestro libro explica qué significa ser un isleño de Falkland. Es una historia breve. El asentamiento es relativamente reciente: comenzó en el siglo XVIII y sólo ha sido continuo desde comienzos del siglo XIX. A diferencia de los imperios coloniales español y portugués, nunca contamos con población indígena, así que no tenemos monumentos antiguos o mitologías románticas para definir nuestra identidad como isleños”, destacó Roberts.
“Otras personas han inventado sus propios mitos acerca de nuestra historia y esto explica por qué hay tantas ideas equivocadas acerca de quiénes somos y acerca de nuestro derecho de llamar a las Falklands nuestro hogar”, continuó.
Según Roberts, la historia de las Islas Malvinas “contó con largos períodos de tranquilidad, interrumpidos por ráfagas de actividades complejas. Los hechos ocurridos en las décadas de 1760 y 1770 están incluidos en el libro, y con la ayuda de la línea cronológica que incluimos, esperamos que sean abarcadores. El período de 1820 a 1833 también es complejo, y se volvió aún más complejo por la tendencia de mezclar mitos nacionalistas en torno a la narrativa básica”, continuó la historiadora.
Roberts señaló que el libro “quiere explicar al lector interesado cómo la comunidad diversa de las Falklands maduró, abrazando influencias de muchas naciones cuyos marinos visitaron o decidieron quedarse, desarrollando una identidad cultural propia, pero al mismo tiempo manteniendo un fuerte vínculo con Gran Bretaña”.
“Esta cercana afinidad con Gran Bretaña y lealtad a la Corona sigue vigente hoy día, tal vez no muy bien vista en el resto del mundo moderno, pero es un elemento genuino de nuestra identidad nacional”, sostuvo.
Respecto de la Guerra de Malvinas de 1982, durante la cual Gran Bretaña y Argentina se enfrentaron en un conflicto bélico disputado en el Atlántico Sur por la soberanía de las islas, Roberts dijo que el libro no busca ser una historia de esos eventos.
“Pero de todos modos les estamos eternamente agradecidos a las fuerzas británicas por liberar a nuestras islas de un período breve, pero doloroso de ocupación argentina. Su sacrificio nos devolvió nuestra libertad y garantizó nuestro futuro, y por ello nunca serán olvidados”, continuó la funcionaria isleña.
Según Roberts, las Islas Malvinas “son más que un producto de fechas y eventos históricos”.
Remató:
“Hay familias que con orgullo ya llevan nueve generaciones naciendo en estas islas y somos un pueblo muy particular, orgullosos de ser ‘Kelpers’, el seudónimo que nuestros ancestros adoptaron hace generaciones, tomado de los ricos bosques de algas (kelp) que rodean nuestras costas. Lo que este libro no puede describir es el elemento intangible que nos une a esta isla hermosa. Para tratar de entender esto hay que leer esta obra o, mejor aún, visitar a las Falklands y verlo uno mismo”.
Carta pública
El mismo día del anuncio, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, publicó una breve carta en los periódicos ingleses izquierdistas The Guardian y The Independent, en la que exhortó al primer ministro británico, David Cameron, a cumplir con la resolución 1965 de la ONU “para negociar una solución” sobre las islas, un tema pendiente entre ambos países que ha resurgido en los últimos años por la búsqueda de petróleo y otros recursos naturales.
La misiva de una página indicó que las Malvinas le fueron arrebatadas a Argentina mediante la fuerza, “en un flagrante ejercicio de colonialismo del siglo XIX” por parte del Reino Unido.
“Los argentinos en las islas fueron expulsados por la Royal Navy y subsiguientemente el Reino Unido comenzó un proceso para implantar población, similar al utilizado en otros territorios bajo control colonial”, destacó la carta.
Desde entonces, “Gran Bretaña, el poder colonial, ha rechazado devolver los territorios a la República Argentina y, por ende, impidiendo restaurar su integridad territorial”, agregó.
La presidenta concluyó: “En nombre del pueblo argentino, reitero nuestra invitación para que cumplamos con las resoluciones de Naciones Unidas”.
Tras la publicación de la misiva, Gran Bretaña amenazó con hacer “todo lo posible” para defender los intereses de los habitantes de las Malvinas y rechazó categóricamente el pedido de Fernández, al indicar que la población de ese territorio del Atlántico Sur “eligió ser británica”.
Tanto la residencia oficial de Cameron en Londres, el número 10 de Downing Street, como la Cancillería británica (Foreign Office), rechazaron categóricamente el pedido.
Un vocero de Cameron dijo que el Reino Unido ” hará todo lo posible para defender los intereses de los isleños”.
“La población de las Falklands (Malvinas) ha mostrado un claro deseo de seguir siendo británicos y sus intereses serán protegidos”, señaló un portavoz del gobierno de Cameron.
Por su parte, el Foreing Office indicó, en respuesta a la carta de la presidenta Fernández, que no habrá negociaciones sobre la soberanía de las Malvinas, “al menos y hasta que los isleños así lo deseen”.
Los isleños “son británicos y han elegido serlo”, agregó una vocera diplomática. “Ellos son libres de elegir su propio futuro, tanto política como económicamente, y tienen el derecho a la auto-determinación, como está establecido en la Carta Orgánica de la ONU”, continuó la portavoz.
“Este es un derecho humano fundamental para todos los pueblos. Hay tres partes en este debate, no sólo dos como a Argentina le gustaría. A los isleños no se los puede borrar de la historia”, destacó la fuente de la cancillería en Londres.
El gobierno de las islas tiene previsto convocar en marzo próximo a un referendo sobre el estatus político de las Malvinas, un ejercicio británico que busca reforzar la posición de los isleños en la ONU y el mundo.
El año pasado se conmemoraron los 30 años desde la Guerra de Malvinas (1982), cuando Gran Bretaña y Argentina se enfrentaron durante 74 días en un conflicto bélico en el Atlántico Sur por la soberanía de ese archipiélago austral.
En junio pasado, Cameron confrontó a la presidenta Fernández sobre el tema Malvinas durante un encuentro cara a cara en la cumbre del G-20, en Nueva York.
En ese intercambio, el Primer Ministro rechazó el pedido de Argentina para abrir negociaciones sobre la soberanía de las islas y le dijo a la mandataria que debería respetar el resultado del referendo en las islas, que prevé un apoyo mayoritario para que el archipiélago siga siendo británico.
Fernández había demandado previamente en la cita anual del Comité de Descolonización de Naciones Unidas, en Nueva York, el fin de la ocupación británica de las islas.
La presidenta argentina reiteró su oposición a más guerras y criticó la decisión de Cameron de conmemorar el 30 aniversario del conflicto en Malvinas izando la bandera de las islas en la residencia ministerial de Downing Street, en Londres.
Y en diciembre pasado, Argentina protestó formalmente ante la decisión de Gran Bretaña de nombrar parte de la Antártida como Queen Elizabeth Land (Tierra de la Reina Isabel), en homenaje por el Jubileo de Diamantes de Isabel II de Inglaterra.
La protesta fue hecha al embajador británico en Argentina, John Freeman.
Dicha área, que representa un tercio del Territorio Antártico Británico, es también reclamado por el país latinoamericano.
Documentos secretos
La polémica coincide con la publicación por parte del Archivo Nacional británico de una serie de documentos secretos sobre la Guerra de Malvinas.
Dichos informes desclasificados del gobierno revelaron que el desembarco argentino en Malvinas el 2 de abril de 1982 tomó a la entonces primera ministra británica Margaret Thatcher por sorpresa.
Los informes también revelaron que Thatcher temía que España aprovechara la situación para atacar el peñón de Gibraltar, por lo cual reforzó la seguridad en esa colonia británica.
Los documentos, que fueron desclasificados tras más de tres décadas de permanecer en secreto, contienen un testimonio de la premier en el que dice que no esperaba el desembarco porque pensaba que era algo “demasiado estúpido de hacer”.
Thatcher percibió que podía ser posible el despliegue argentino en las islas dos días antes de que éste ocurriera, así lo dijo en octubre de 1982 (la guerra terminó el 14 de junio de ese año) al Comité de Revisión de las Islas Malvinas, presidido por Lord Franks.
“Nunca, nunca esperé que los argentinos invadieran las islas. Fue una cosa tan estúpida, tal como sucedieron los hechos, incluso era estúpido pensarlo”, expresó Thatcher.
En un expediente de la Cancillería británica, con el título El hundimiento del crucero argentino General Belgrano, hay un telegrama del ministro de Exteriores, Francis Pym, al embajador en ONU. El texto reporta el ataque, llevado a cabo por el submarino HMS Conqueror. También allí hay una nota sobre una conversación en una cena del Eurogrupo ministerial de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Bruselas, el 5 de mayo, en la que Kevin Tebbit, secretario británico del Eurogrupo, comunicó que la decisión fue “tomada por un grupo del gabinete de ministros, presidido por la primer ministra”.
En tanto, los documentos revelaron en detalle los dichos de Thatcher tras la guerra. No podía creer, de acuerdo con su relato, que fuera posible el despliegue argentino, pero su país hizo planes de contingencia el mes anterior a la guerra.
El 26 de marzo de 1982 el Ministerio de Defensa británico presentó un plan a Thatcher para evitar una “invasión” argentina a gran escala.
“Pueden imaginar que fue como un cuchillo clavado en mi corazón”, sostuvo la premier. Pero cinco días después le pusieron a disposición información de inteligencia que daba cuenta de una acción militar argentina inminente.
“Aquella noche nadie podía decirme si seríamos capaces de retomar el control de las Malvinas, nadie. No sabíamos, no sabíamos”, dijo ante el comité.
En los documentos figura una carta de Thatcher al presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, a quien le dijo que era la “única persona” que podía comprender su situación.
Reagan apoyó al Reino Unido en la guerra, tras la cual la premier ganó nuevamente las elecciones y logró una popularidad que no tenía antes.
La guerra cobró la vida de 649 soldados argentinos, más de la mitad en el hundimiento del Belgrano en aguas argentinas, y 255 británicos.
Según la versión argentina, las islas fueron ocupadas hace 180 años por el Reino Unido y desde 1965 Naciones Unidas exige a las partes que se sienten a negociar el tema de soberanía.
Desde Londres, el gobierno británico se niega a ese pedido porque sostiene que los isleños tienen derecho a la autodeterminación, a pesar de que la ONU considera que no gozan de ese status porque no son población originaria sino implantada.

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