Su corona más brillante
Cuando hace calor, algunas personas creen que la razón yace en la intensa actividad de la superficie solar. Pero es la atmósfera del Sol la que está a temperaturas abismales; oscila entre los 16 y 32 millones de grados centígrados, lo que es más caliente que la superficie del Astro Rey.Esta ha sido una suposición científica por décadas, y ahora hay pruebas que la sustentan: el telescopio Coronario de Alta Resolución de la NASA (Hi-C, juego de palabras en inglés) capturó la imagen de más alta resolución sobre la corona solar, durante un breve viaje en las afueras de la atmósfera terrestre en el verano pasado.
Así, el telescopio viajó a bordo de una sonda exploradora para recoger sus muestras y regresar a casa mediante el vehículo espacial, algo que resulta más barato que enviar un satélite de exploración a tiempo completo. Aún así, los espejos de 24 centímetros del Hi-C son los lentes de la más alta tecnología para la astrofísica, según Jonathan Cirtain, líder de la investigación.
El telescopio de 1.8 metros de largo capturó 165 imágenes en 5 minutos, hallando evidencia de la llamada reconexión magnética, una fuerza que bombea grandes cantidades de energía a la corona. Este ciclo sucede cuando la atmósfera es alimentada por los campos magnéticos que rodean la estrella, iluminados por el plasma que fluctúa en ellos.
En la imagen podemos ver a estos campos siendo entrelazados como cuerdas para después cargar de energía a la atmósfera solar, elevando su temperatura. Pero cuando estos campos se ?relajan?, liberan aún más energía que puede llegar a los 50 millones de grados centígrados en la corona.
Cabe mencionar que la resolución del Hi-C es de 0.2 arcosegundos. Un arcosegundo es una medida para calcular una fracción del espacio o cielo observable. Se trata de una medida pequeña donde una quinta parte de un arcosegundo es equivalente al tamaño de una moneda vista a 16 kilómetros de distancia. Esto quiere decir que el Hi-C es capaz de ver áreas de 160 kilómetros a los largo de la cara del Sol.
El estudio se publicó en Nature, pero el equipo de investigadores seguirá en continuo análisis de las muestras.
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