Azcárraga y Peña Nieto se reunieron en lo oscurito
Un artículo del 19 de Marzo.
Es una verdad de a kilo que con
la reforma en telecomunicaciones los intereses monopólicos de
Televisa-Azcárraga quedarán más o menos como están. En cambio al
multimillonario número uno del mundo, Carlos Slim (cuyas tiendas de
servicios ponen trabas para entregar las facturas), le irá un poco como en feria.
Por lo pronto, las acciones de sus empresas telefónicas sufrieron
bajas, pues el mercado de valores de inmediato acusó el golpe peñista. Y
aunque es como quitarle un pelo a un gato, les duele tanto que ponen el grito en el cielo.
Este reformismo es para darnos una cucharada de demagogia. Y para que los inversionistas-empresarios del ramo, incluso los extranjeros (que ya están en el arrancadero), se repartan el pastel
de la radio, televisoras y nuevas tecnologías. Slim, incluso, tendrá su
cadena de televisión por la que tanto ha pujado y que motivó la disputa
con su antes protegido Emilito Azcárraga, al que ayudó con millones de dólares. Éste le mordió la mano, y con sus cinco fantásticos, socios, su bancada legislativa de diputados federales y senadores con el sello de los verdes del niño borrachín, han aceptado, a regañadientes, la mentada reforma.
Enterado por sus legisladores (a
los que debe seguirles pagando como que fueron sus empleados; así como
Salinas Pliego, el de Tv Azteca y Canal 40, a su hombre de confianza
Luis Armando Melgar), Azcárraga Jean se entrevistó en lo oscurito con Peña para saber, de viva voz del inquilino de Los Pinos y de Palacio Nacional, a qué condiciones se sometería. Vieron al junior,
millonario con base en su programación para embrutecer en radio y
televisión con la manipulación de la información a través de Loret de
Mola, López-Dóriga y todos sus émulos, colarse a hurtadillas en Palacio
Nacional el domingo 10 de marzo, cuando Peña festinó sus “primeros 100 años” (se equivocó y los reporteros de la fuente soltaron la carcajada) y corrigió: “los primeros 100 días”.
La reportera Claudia Herrera Beltrán fue la única periodista que informó a los lectores (La Jornada,
13 de marzo de 2013). Después, por otras fuentes, se confirmo que
Azcárraga (con su corbata naranja, su despeinado-peinado, camisa azul
–cuando debió haber sido roja– y saco a cuadros, dándoselas de playboy,
acudió a “negociar” las consecuencias para Televisa. Las
consideraciones que logró y que el senador Javier Corral ha puesto en
evidencia debieron ser, porque ésta, cobrando millones de pesos, ayudó a
la campaña de imagen del mexiquense para ganar la Presidencia de la
República contra viento y marea de impugnaciones, algunas de las cuales siguen vivas.
Azcárraga y Peña se vieron en lo oscurito
por unos minutos, suficientes para que Televisa no lleve el peso de la
reforma. Que su archienemigo Slim pague las consecuencias por su
monopolio en telecomunicaciones y por no alinearse con el peñismo ni
acercarse a pedir, no clemencia, pero al menos sí cierta consideración. Y
quedó claro que Salinas de Gortari, amigo y socio de Slim ya no tiene
tan vara alta con el peñismo, pues mientras Peña sí vio a Azcárraga, a Slim lo abandonaron a la suerte de su multimillonario imperio.
*Periodista
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