Soya transgénica contamina miel mexicana
21. marzo, 2013
La Sagarpa autorizó a Monsanto la siembra comercial de soya transgénica sobre 253 mil hectáreas. En el territorio liberado habitan 41 mil familias, en su mayoría, indígenas y campesinas que sobreviven de la miel que cosechan. México es el tercer exportador y sexto productor de miel de abeja. La autorización es apenas la última de 15 autorizaciones de siembra de cultivo en las regiones. Los resultados: miel contaminada con polen de organismos genéticamente modificados y el rechazo por parte de su principal mercado, los consumidores de la Unión Europea
Bajo el argumento de que la liberación
al ambiente de soya genéticamente modificada no implica riesgo alguno,
el 11 de mayo de 2012 la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos
Naturales emitió un dictamen favorable. Y el 6 de junio, la Secretaría
de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación aprobó
a Monsanto Comercial, SA de CV (proveedor global de tecnología y
productos para la agricultura), el cultivo a escala comercial de su
semilla en la Península de Yucatán, la Planicie Huasteca y Chiapas (Contralínea 325).
El permiso se otorgó a pesar de que la
siembra piloto y experimental de soya genéticamente modificada habría
contaminado 40 toneladas de miel producidas en la Península de Yucatán,
como lo demostraría el desvío que hicieron los comercializadores del
cargamento dirigido originalmente a la Unión Europea, ocurrido en 2012.
También, los siete amparos que interpusieron organizaciones y
comercializadoras de miel para evitar la nueva autorización.
El riesgo, ahora, es mayúsculo.
“Existe una coincidencia geográfica entre las zonas de producción de
miel en la Península de Yucatán y los polígonos propuestos de liberación
al ambiente de soya genéticamente modificada”, observó la Comisión
Nacional para el Conocimiento y el Uso de la Biodiversidad (Conabio) en
el Análisis de riesgo 007/2012. En éste se lee: “recomendación final: no se considera viable la liberación en los polígonos solicitados”.
México es el sexto productor y tercer
exportador mundial de miel de abeja después de Argentina y China. El 85
por ciento de la producción nacional se destina a la Unión Europea,
principalmente a Alemania, donde goza de prestigio.
Alrededor de 41 mil apicultores
mexicanos, en su mayoría campesinos e indígenas, dependen de la
actividad. En 2010 produjeron 55 mil 684 toneladas de miel con un valor
de casi 1 mil 726 millones de pesos.
Tan sólo en la Península de Yucatán se
contabilizan al menos 17 mil productores apícolas. “La miel para los
campesinos de la región es una de las principales fuentes de ingreso,
una de las formas de sobrevivencia. El año pasado no se logró la cosecha
de maíz por la sequía. La esperanza es la miel que se cosecha”, dice
Álvaro Mena, representante campesino de Campeche.
De acuerdo con información de la
Conabio, en esa entidad, en Quintana Roo y Yucatán existen 162
organizaciones de apicultores. Tres de ellas agrupan a más de 1 mil
socios y 11 cuentan con un número de socios que oscila entre 100 y 1
mil. El resto, 148, son organizaciones de pequeños productores con menos
de 100 adherentes.
El 90 por ciento de la producción de
miel de la Península se exporta y corresponde a cerca del 60 por ciento
de toda la miel que sale del país.
La expansión de los cultivos de maíz y
soya transgénica en la Península de Yucatán ya era objeto del rechazo
en las comunidades mayas desde que llegaron las siembras experimentales y
piloto.
De 2005 a 2012, el Servicio Nacional
de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria ha otorgado al menos 15
autorizaciones para la siembra de soya transgénica en las fases previas a
la comercial (experimental y piloto) en Chiapas y la Península de
Yucatán (Quintana Roo, Yucatán y Campeche).
“En esta zona de la Península de
Yucatán se siembra principalmente maíz en el sistema milpa. Si se viera
únicamente desde la cuestión productiva, el maíz como una cosa, como un
objeto, como un producto comercial sería más sencillo, pero para
nosotros el maíz no es solamente un producto comercial, un cultivo de
alimentación. El maíz para nosotros es bebida, es nuestro hermano,
nuestra madre, nuestro padre, nuestra relación con Dios. En todos los
altares ponemos el maíz como ofrenda. Cuando queremos celebrar a
nuestros muertos ponemos maíz en sus altares.”
Álvaro agrega que la siembra de soya
transgénica está desplazando a las tierras donde antes se sembraba
milpa. “Cuando digo milpa hablo de maíz, pero también de otros cultivos.
La milpa es la siembra de diversos cultivos en un mismo espacio, es un
sistema de relaciones entre semillas, pero también de relaciones entre
nosotros como personas, como pueblo, con el maíz, con las semillas y con
los animales. La siembra de semillas transgénicas está rompiendo con el
sistema milpa”.
El 6 de septiembre de 2011, las
comunidades indígenas mayas sumaron a su lista de agravios un conflicto
de carácter internacional. Se trata de un fallo del Tribunal de Justicia
de la Unión Europea en Alemania por el caso C-442/09, que colocó a los
apicultores como afectados directos de los cultivos de organismos
genéticamente modificados.
En el comunicado de prensa 79/11,
fechado en Luxemburgo, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea
expone que la sentencia se deriva de un litigio que enfrentaron Karl
Heinz Bablok, apicultor no profesional, con el estado de Baviera,
Alemania, propietario de diversos terrenos en los que se ha cultivado
maíz MON 810 con fines de investigación durante los últimos años.
Según el escrito, Karl Heinz Bablok
produce miel para la venta y para su propio consumo. Hasta 2005,
producía también polen para la venta como alimento –en forma de
complemento alimenticio–, sin embargo, ese mismo año se detectó la
presencia de polen de maíz MON 810 en colmenas ubicadas a 500 metros de
una parcela experimental de maíz transgénico.
Al considerar que la presencia de
residuos del maíz modificado genéticamente provocaba que sus productos
apícolas ya no fueran aptos para la comercialización o el consumo,
Bablok inició un procedimiento judicial contra el estado de Baviera ante
los tribunales alemanes, al que se sumaron otros cuatro apicultores no
profesionales.
En su resolución, el Tribunal de
Justicia prohíbe la comercialización de mieles que contengan polen de
origen transgénico no autorizado (como el maíz MON 810 de Monsanto) como
consecuencia de un principio de tolerancia cero. Al tratarse de polen
de plantas transgénicas autorizadas para alimentación, la corte europea
determinó que si el contenido de polen transgénico sobrepasa el 0.9 por
ciento del polen total debe indicarse en la etiqueta la leyenda:
“contiene ingredientes modificados genéticamente”. Y esto aplica para
todos los productores, lo que incluye a los mexicanos.
“La comercialización de miel con este
etiquetado parece casi imposible, cualquiera que sea su origen, dado que
la gran mayoría de los consumidores europeos rechazan los alimentos
transgénicos”, asegura en entrevista Remy Vandame, investigador en el
Colegio de la Frontera Sur.
La afectación involucra no sólo a la
miel convencional, sino también a la calificada como orgánica. De
acuerdo con los estándares internacionales, la miel orgánica debe estar
libre de transgénicos.
México es el tercer exportador mundial
de miel orgánica. Este producto supera en un 30 por ciento el precio de
la miel convencional; el mercado global de esta miel se estima en 6 mil
500 toneladas, de las cuales Alemania consume 2 mil 500.
Los principales estados productores
son Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Chiapas, Veracruz, Oaxaca,
Zacatecas y Jalisco. A decir del reporte de la Conabio, Chiapas exporta
alrededor del 80 por ciento de su producción y ocupa el primer lugar en
exportación de miel orgánica.
También en la Península de Yucatán se
produce miel orgánica. Según datos de la Conabio, ocho organizaciones de
menos de 100 integrantes producen este tipo de miel; siete de ellas,
instaladas en el municipio Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, y una
más, en la localidad Blanca Flor, municipio de Othón P Blanco, también
en Quintana Roo.
Infografía:
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