sábado, 4 de mayo de 2013

Tema migratorio se impuso en la cumbre México-Estados Unidos

Tema migratorio se impuso en la cumbre México-Estados Unidos PDF Imprimir E-Mail
  Fuente Prensa Latina
Imagen activaMéxico (PL) Aunque relegado al tercer plano, tras economía y negocios, el tema migratorio se impuso en la agenda del encuentro entre el presidente estadounidense, Barack Obama, y su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto, concluido hoy en esta capital.
Trascendió por su esencia y naturaleza, la postura adoptada por los mandatarios que reflejaban distintos intereses y la manera en que, fuera del diálogo oficial, concentró creciente atención de la población y los medios, incluso más allá de los tres mil kilómetros de frontera común.

El carácter antiguo, transversal y a la vez polémico del tema lo convierten en imposible de ignorar.

La administración mexicana se ha mostrado respetuosa del carácter de política doméstica que Estados Unidos le confiere a la reforma migratoria.

El propio presidente mexicano ha dicho que la sigue a distancia y afirma que agradece, desea y está dispuesto a ayudar cuando se lo soliciten, pero ese asunto debe resolverlo el Congreso de aquel país.

Ese pragmatismo no ha estado exento de críticas, como la de un comentarista del programa televisivo El Mañanero, quien refirió que "tenemos derechos a meternos en el asunto por un problema de derechos humanos, de respeto a nuestros conciudadanos".

Durante la estancia de Obama en Ciudad de México hubo protestas callejeras de miles de personas frente a la Embajada de Estados Unidos en esta capital, organizadas por el Movimiento Migrante Mesoamericano.

Los participantes exigían una prometida y postergada Ley de Migración para frenar el tráfico ilegal de personas por la frontera, que es más porosa cuanto más dinero se paga para cruzarla, como dijo otro periodista en estos días de encuentro entre presidentes.

Personas de las más diversas edades y todos con alguien querido del otro lado de la línea divisora entre los dos países, exigieron al mandatario visitante que elimine la política discriminatoria contra los indocumentados, las redadas y deportaciones.

En la primera parte de la administración Obama aumentaron en un 30 por ciento las expatriaciones de mexicanos al pasar de 300 mil en el gobierno de George W. Bush a 500 mil bajo su gobierno.

Estas manifestaciones aquí se sumaron a las realizadas por emigrantes en varias ciudades de Estados Unidos el pasado 1 de mayo contra el doble discurso, porque por un lado Obama dice querer una reforma migratoria para mantener a las familias unidas y, por otro, crecen las redadas y deportaciones en su administración.

En Estados Unidos viven más de 20 millones de mexicanos, de ellos 11 millones nacidos en ese país, otros residentes legalmente y algo más de seis millones que radican allí, pero están indocumentados.

Esas acciones policiales de persecución y extradición de inmigrantes ilegales mexicanos constituyen uno de los asuntos más acuciantes en las relaciones México- EE.UU., por encima de la aparente cordialidad en la cual transcurrió la visita de dos días.

Obama dijo estar optimista sobre la posibilidad de lograr "una reforma migratoria integral" en el Congreso de su país, y reconoció que "decenas de millones de mexicanos enriquecen la vida de Estados Unidos".

La iniciativa migratoria bipartidista recientemente presentada en el Senado de Estados Unidos "debe agilizar y mejorar el sistema de inmigración y debe marcar un camino a la ciudadanía a quienes viven en las sombras" en mi país, dijo.

Aunque al tema migración no trascendió en las conversaciones, con su apreciable connotación económica es un asunto que decide en la competitividad y crecimiento comercial, temas que según los mandatarios fueron prioritarios en las renovadas relaciones México-Estados Unidos.

rmh/rr/smp

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